Ginevra Molly Weasley era perfecta. Tenía una carrera en una universidad prestigiosa en la que solo sabía sacar notas excepcionales, también tenía un corazón enorme lleno de valentía y una belleza que dejaba a todos helados al segundo de verla... Pero no siempre había tenido las cosas fáciles. Realmente venía de una familia de clase baja que aunque quería darle lo mejor no podía, así que tuvo que trabajar más duro que nadie para cosechar sus éxitos poco a poco. Estaba orgullosa de ella misma por ese motivo.
Pensaba en cómo su vida había cambiado todas las noches y le agradecía a quién fuera que hubiera escrito su destino por darle semejante felicidad, aunque pronto una gran confusión llegaría a su vida para alterarla, mas en esos instantes no era poseedora de ese conocimiento así que vivía feliz en su ignorancia.
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— Ginny. — Escuchó una voz masculina llamándole así que levantó la vista del libro que le había prestado su mejor amiga, que ni siquiera leía dado a que se había quedado pensativa durante unos segundos, y sonrió con ligereza al ver de quién se trataba.
Harry James Potter era su pareja desde hacía tres años. Comenzaron su relación en el primer año de universidad y desde entonces seguían juntos, con planes de boda al acabar sus carreras. Compartían un piso con Ronald Bilius Weasley, Hermione Jean Granger y Cedric Diggory.
Ron y Mione eran pareja aunque desde hacía cosa de un mes estaban atravesando una crisis bastante dura en su relación amorosa y todos en la casa lo notaban. Aún así intentaban que no fuera muy evidente...
— ¿Sí, cariño?
— Tengo que ir a recoger a Bill y a Fleur al aeropuerto. Tu hermanito y yo lo echamos a suertes y ya sabes que nunca está de mi lado. — Ginevra entre-abrió los labios pues no se acordaba de que era el día de su llegada.
— Oh, ¿quieres que te acompañe? — Dejó su marcapáginas entre las hojas correspondientes y se levanto del sillón.
— No, cielo, tú tienes que ir a buscar a Cedric de su entrenamiento... Ese idiota aún no tiene carné.
— No hables así de él. — Le dejó un pequeño golpe en el hombro antes de pasarle los brazos alrededor del cuello. — Hm... Está bien. Nos vemos luego entonces.
Harry se limitó a alzar una sonrisa sobre sus carmesíes antes de fundir estos mismos contra los impropios de forma dulce.
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