𝗹𝘂𝘇 𝗱𝗲 𝗹𝘂𝗻𝗮 | linny.

II

Por fin. Estaban de una vez en el restaurante, sentados y hablando con la fluidez habitual que solían tener en otras ocasiones. Ginny se paró a pensar en lo mucho que le gustaba estar entre ellos de esa forma tan familiar, cálida, con una ligera sonrisa formada sobre los labios aunque en ese momento estuviera algo fuera de la conversación al haberse quedado divagando por su mente. Ojalá haberse quedado allí para siempre porque la siguiente conversación cambiaría totalmente el rumbo de esa noche que al principio prometía ser tranquila.

— Cariño. — Fue el apodo que logró sacarle de su ensimismamiento. Provenía de los labios de Potter, con esa delicadeza que siempre empleaba al llamarle.

— ¿Sí? — Sonrió levemente mientras que deslizaba su diestra sobre la nuca ajena.

— Están hablando de bebés. Fleur y Bill planean tener uno, nuestra modelo favorita decía que esperaba poder darnos la noticia de que está en estado dentro de un par de meses como mucho. — Apunta a la pareja de casados. Estos simplemente se miran entre ellos con una mueca feliz antes de asentir.

— Oh, ¿en serio? — La pelirroja se lleva una mano a la boca para esconder que esta se ha quedado abierta ante tal impresionante noticia.

— Ajá.

— No esperaba ser tía tan joven, pero adelante, lo mimaré cuando sea. No puedo esperar a oírle decir que soy su favorita. — Rió y se encogió de hombros.

Justamente el camarero vino a interrumpirles en ese momento. Todos pidieron lo que más les llamaba la atención de la carta y tras esto quisieron retomar la conversación por dónde la habían dejado, especialmente el muchacho de las gafas redondas, quién acto seguido de colocárselas bien carraspeo para llamar la atención de su prometida.

— Quizás nosotros también podríamos tener uno. Quiero decir... Serías una madre estupenda. Lo sé. — La única fémina de la última generación Weasley no pudo evitar ahogarse con la copa de vino que acababa de llevarse a los labios al escuchar esto.

En la mesa reinó el silencio. Los invitados observaban espectantes la respuesta de Ginevra, Cedric se había quedado de piedra, Hermione tenía los orbes más grandes que nunca y Ronald alzaba ambas cejas con sorpresa pues nunca habría imaginado que su mejor amigo querría ser padre a tan temprana edad.

— ¿Estás bien? — Le dio suaves palmaditas en la espalda, tomando entre su zurda la mano libre de la menor con un rostro claramente preocupado.

— S-Sí. — Logró decir, tosiendo un poco más hasta que logró estabilizarse del todo. — Vale, vale. Ahora sí estoy bien.

— ¿Y... Entonces..? — El castaño soltó el agarre de ambas manos, inclinando su mirada hacia abajo, con incertidumbre.

— Harry, yo...

— Personalmente. — Interrumpió la rizosa de repente, logrando que todas las miradas que hacía un momento estaban sobre la pecosa, fueran hacia ella. — No creo que sea un buen momento para eso.

— Mione, amor, no creo que tú debas... — El novio de la señorita Granger trató de pararla dado a que ya sabía por dónde iba a acabar la conversación, mas fue interrumpido también.

— Déjame terminar. Fleur y Bill tienen más edad que nosotros y unas profesiones más que estables, por eso veo compresible que se planteen formar una familia, sabiendo lo bien que están y lo mucho que se quieren. Llevan ocho años juntos sin ningún tipo de problema más allá de alguna discursión tonta.

— Ginny y yo tampoco nos peleamos casi nunca. — Respondió Potter, frunciendo el ceño.

— Ginny y tú estáis en medio de dos carreras universitarias de las más difíciles, en penúltimo año, ¿de verdad lo ves buen momento? Además... ¿Os iríais de la casa? Porque no creo que haya más sitio y ya sabéis lo caros que son los pisos por esta zona. En varias ocasiones recuerdo que habéis dicho que no os queréis mover de aquí. Pf, de todos modos, como para cubrir los gastos vosotros dos solos y encima con un bebé. Es una locura y todo eso es lo que provocará que empecéis a tener peleas, todo está unido. — Finaliza su explicación entonces. — En conclusión: no sabes lo que dices.