Arresto (parte 3)

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Zack

El sonido de las sirenas de la ambulancia aún retumba en mis oídos. La imagen de Patricia siendo llevada en una camilla con un disparo a la altura de su tórax sigue atormentandome. No era a ella a quien quería dispararle, realmente no quería dispararle a nadie. Pero ahora me pasó algo que en el fondo sabía que pasaría.

Me arrestaron.

Llevó alrededor de 6 minutos esperando en la sala de interrogatorios, con esposas en mis muñecas y sentado en la silla más incómoda de todas, si es eso posible.

Pensar que hace unos días estaba del otro lado de la mesa me causa cierta gracia. A veces me entra el lado vulnerable y siento culpabilidad pero después pasa.

Y otras veces me siento solo, sin nadie en el mundo. Creo que eso me llevó a hacer las cosas que hice. Ver como a mis padres dejé de importarles cuando murió mi hermano, ver que Bianca me dejó y ver como mi sueño de ser detective fueron aplastados por un mísero examen. Eso me carcome y me dan ganas de llorar. Pero de algo puedo estar seguro.

Me arrepiento de haber matado a Bianca.

Me arrepiento de no haber hecho las cosas bien, me arrepiento de haberme rendido cuando reprobé, me arrepiento de haber dejado de tomar mis pastillas para la ansiedad. Aprendí a controlarla pero no era  suficiente. Me arrepiento de haber matado a Seth, porque si; yo di esa orden. Me arrepiento de todo, menos de una cosa.

De haber llegado a Limerick y entrar en esa comisaría.

Gracias a eso conocí a personas maravillosas, conocí a De León con quien salí unas veces, conocí a Patricia y también a Mauricio. Quien por cierto ahora debe de estar odiandome.

La puerta se abre de golpe mostrando a un Mauricio con semblante serio y frío.

— Hasta que apareces. ¿Cómo estás?

— ¿Tú como crees?

—Con ganas de un buen polvo. ¿Acerté? —le regalé la más amplia de mis sonrisas aunque no estuviera del todo feliz.

—Déjate de chistes y habla.

—No sin antes de que me digas como está Patricia.

—¿En serio quieres saber cómo está después de que le disparaste? ¿Después de que jugaste al prófugo que no quiere ir a la cárcel con una pistola en mano? ¡No seas patético!

—Si bueno, me preocupo por ella. Pero dime, ¿Hace cuanto no tienes sexo? Porque tienes cara de no haber follado en meses ¿Qué meses? ¡Años!

Y por unos segundos su expresión seria fue reemplazada por una risa.

—Me caías bien.

—¿Ya no? —pregunto divertido.

—¿Te haz dado cuenta que en vez de un interrogatorio policial esto parece una conversación de amigos?

—Pensé que lo éramos.

—Créeme que yo también, pero me mentiste, nos mentiste a todos y sobre todo a Patricia. Ella está muy enamorada de ti, sabes? Es imposible creer que ese hombre sea el mismo que la tiene entre la vida y la muerte.

—Perdón...

— Pero dime, ¿Vas a hablar o tendré que utilizar la fuerza?

—Uuu, eso me gusta. Golpeame. —bromeé.

—Zack. —rió.

—Ya, está bien. Te contaré todo con lujo de detalles, pero no lo grabes por favor.

Asesinato en el departamento 6-30Donde viven las historias. Descúbrelo ahora