Capítulo 7

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                     CAPÍTULO 7

   Alan pensó que a partir de ahora debería ir a visitar a su abuela más seguido. Algo estaba pasando. No tenía sentido que una noche cualquiera Perla revelara el secreto que había estado guardando por años.

   Sin embargo, si estuviese pasando o no algo, lo mejor sería acercarse al familiar más querido para él, la única que le había dado algo que no podía verse ni tenía múltiples aplicaciones. Le había dado algo que había sentido unas pocas veces con sus anteriores "amigos", solo que esta vez era mutuo. Perla le dió cariño, protección, un techo del cual protegerse de la fría lluvia de la podrida humanidad.

    Un día en la casa de Lucy, como no había nada que hacer, esta le dijo que tragera a Kira para bañarla, ya que, al fin y al cabo, se había embarrado el día anterior en una pelea con un perro callejero. A pesar de que no tenía ningún rasguño importante, a la pobre gata la habían tirado a la calle de tierra en la que el día anterior habían caído gotas por doquier en un desesperado intento de las nubes en hacer que baje la temperatura.

    Mientras bañaban a Kira en la bañera del piso de arriba, Alan preguntó:

   -¿Por qué nunca está tu mamá en casa?

   -Porque vive en España-contestó un poco entristrecita Lucy.

   -¿Por qué no vives con ella?

   -Porque el novio de mi mamá... hizo algo incorrecto y mi mamá no lo impidió. Al día siguiente que pasó eso, llamé a Servicios Sociales y me distanciaron de mi mamá.- guardó silencio un rato largo, mientras enjabonaba y acariciaba las orejas de Kira- Por lo que se ahora Elena está metida en el mundo del alcohol... y, para ser realista, no creo que salga.

    Alan se dio cuenta por su voz que a Lucy no le gustaba este tema de conversación, asi que lo cambió drasticamente.

   -La otra noche mi abuela me llamó para explicarme algo que nunca había querido decirme antes. Algo que a gran parte de la familia había ocultado desde siempre.

    -Se que no es mi problema pero...¿podrías contarme de qué se trata?- preguntó tímida pero a la vez comprensivamente Lucy.

     Alan lo meditó un rato. Lucy y el ya eran amigos desde hace varios meses, había estado con él sabiendo lo raro que era él e incluso pronto le prestaría el libro de cuentos que había escrito su abuela, para lo que Alan necesitó un montón de confianza hacia la niña.

   -Esta bien, pero necesito que guardes el secreto. Sos la única que lo sabe.

   -Tranquilo.-dijo Lucy sonriendo- Tampoco es que tenga muchos amigos para contarles.

    En ese momento, algo hizo click en Alan.

    "Tampoco ella tiene amigos... es igual a mi. Me comprende."

    Estaba tan feliz que tuvo que contenerse para no sonreir como un loco y comentó a Lucy con detalle toda la situación.

   -Por lo que me contaste, -dijo la niña- sos la persona más cercana que tu abuela tiene. Eso significa que probablemente no lo sepa nadie más. Si de verdad querés saber qué le pasa a tu abuela, la respuesta no está en las personas que la rodean. Coincido con vos en la parte de que algo hizo que revelara ese secreto. Tal vez solo fue la mismísima confianza hacia vos.

   -Es un buen punto de vista. Yo estaba pensando lo mismo.-comentó Alan- Eso significa que tengo que hacercarme más, ir a visitarla todos los días.

   -Exacto. Necesitás lograr que te tenga suficiente confianza. Pero no saques el tema. Es decir, no se lo preguntes directamente.

   -Está bien. Voy a ser cuidadoso.

   Ahora, en vez de que Alan tomara la merianda solo, propuso a su abuela que hablara con él o jugaran a algún juego como las cartas o la generala. A Perla le encantó la idea y Alan perdió brutalmente en las primeras partidas de "desconfío" pero en un par de semanas aprendió a leer el rostro de su abuela para saber si la carta era realmente del palo que el juego solicitaba. Todo estaba en la comisura de los labios de Perla: cuando mentía,su comisura derecha se elevaba medio milímetro de forma casi imperceptible.

   Una vez, mientras jugaban al "desconfío" con la tele prendida, vieron que en ella aparecía una publicidad de un modelo de smartphone nuevo en la industria.

   -Natalia tiene uno así, son pura basura. La batería dura menos de un día y tiene demasiadas aplicaciones.- se quejó Perla, alzando la voz.

   -¿Sabías que a partir del siglo XXI el nivel de intelectualidad empezó a descender drásticamente? Si tuviera que ponerle nombre a lo que está ocasionando eso, culparía a esos aparatitos que llevamos en el bolsillo que nos evitan trabajos que son esenciales para el desarrollo del cerebro. Por ejemplo, ¿para qué hacer una cuenta mentalmente cuando nuestro dispositivo tiene una calculadora que, no solo hará la cuenta para evitarnos trabajo, sino que tampoco se equivocará en el resultado? Es inútil pensar en la cantidad de mentes brillantes que se están perdiendo en este momento solo por ignorar que tienen un cerebro propio con el cual pueden razonar y que la vida pasa más allá de una pantalla o un dispositivo movil.

   Perla no dijo ni una palabra. Nunca había escuchado decir algo así a nadie y mucho menos a su nieto de quince años. Quedó tan sorprendida que, cuando vino la noche y Alan se fue a su casa, no pudo dormir tratando explicar si aquello que su nieto había dicho era un pensamiento suyo o algo que había leído en una revista o en el diario.

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Holo, espero que les esté gustando la historia. Solo quería decirles que la historia no la pensé yo, sino un amigo que pensó que yo escribía bien. La verdad es que soy pésima para pensar una historia decente. También quiero recordarles que lo mejor de la historia está al final. Besos.

¿Estoy solo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora