3. Lo ví

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Cuando vi el mensaje de Eva por la noche me dio entre miedo y ganas aceptar, y me ganaron las ganas, como siempre, mi parte racional no estaba muy segura de lo que iba a pasar a penas en unas dos horas, pero tampoco quería estar evitándolo todo la vida.

Eran las siete de la tarde y habíamos quedado en que Anaju se pasaría por mi en coche para no tener que ir las dos con el coche yendo al mismo sitio. Me empecé a preparar, me duche haciendo que mi tensión se redujese al caer las primeras gotas de agua caliente por mi pelo, pasando por mi cuello, por mi pecho, por mis extremidades, hasta terminar en los pies. Estaba nerviosa no iba a negarlo, iba a verlo después de nueve meses y no sabía como iba a reaccionar mi cuerpo y mi mente ante su presencial, podía ir muy bien o muy mal, no había término medio. En realidad no habíamos quedado mal, nos despedimos entre lágrimas pero sin reproches ni voces de por medio, por lo cual podríamos saludarnos con normalidad, sin malos rollos.

Me arregle con ropa un poco más formal, un vestido con medias tupidas negras y unos botines, ya que estábamos en pleno invierno, en Madrid y hacía bastante frío. Suspire mirándome al espejo por última vez antes de bajar para encontrarme con Anaju. Me fije en mi aspecto, iba guapa o eso creía yo, me sentía fuerte en estos momentos y con ganas de enfrentarme a todo, suspire, cogí mis pertenencias y baje a la calle donde ya se encontraba Anaju con su Fiat Tipo Blanco esperándome con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

-Que guapa estás.

Me dijo la turolense en cuanto abrí la puerta para sentarme en el asiento del copiloto.

-Tu si que estas guapa.

Le dije inclinándome hacia ella para darle un beso en la mejilla y después arrancamos, poniendo rumbo al establecimiento donde habíamos quedado en vernos todos, mis nervios eran cada vez más notables y Anaju se dio cuenta de mi intranquilidad.

-Samantha, todo ira bien ¿vale?

Me dijo ella girando la cabeza cuando nos paramos en un semáforo en rojo.

-No se Anaju, me estoy arrepintiendo de haber aceptado, ¡con lo tranquila que estaría yo ahora mismo en mi brasero!

Le dije con un tono burlón en mi voz, pero diciéndolo totalmente en serio.

-No digas tonterías anda.

Dijo arrancando el coche ante la orden del semáforo en verde.

Yo suspiré y me quede callada lo que quedaba de camino, mirando por la ventana e imaginándome los miles de escenarios que podían suceder. Podría ser que ni me mirase a la cara, podría ser que me saludase como si no hubiese pasado el tiempo, podría ser que me saludase básicamente por educación... Y deje de imaginarme escenarios porque Anaju ya había aparcado justamente en frente del establecimiento donde habíamos quedado.

Me baje del coche y mis piernas eran literalmente un flan, esta nerviosísima y necesitaba tranquilizarme por lo que le pedí a la turolense que se quedase conmigo cinco minutos fuera mientras me fumaba un cigarro. Pero como todo en la vida el cigarro se termino y me tocó enfrentarme a la realidad, entrando por las puertas de ese establecimiento. Pegue una rápida visión a todo el establecimiento pero no vi nada, hasta que me dio por mirar al final y vi a un grupo de personas levantándose para venir a saludarnos y si, eran ellos y estaba Flavio. Mi cuerpo no reaccionó al sentir su mirada posada en mi, es más, tuvo que ser Anaju la que, disimuladamente me cogió de la mano para ir hacia ellos.

El primero que vino a saludarme fue Hugo, creo que fue el único que me sintió incómoda ante aquella situación.

-Tranquila.

Me dijo Hugo en voz baja mientras me abrazaba, yo asentí al separarnos y poco a poco fui saludando a los demás, hasta que solo me quedaba Flavio, que seguía con su mirada posada en mi desde que habíamos entrado por la puerta. Me quede mirándolo, sin saber muy bien que hacer, pero fue el esta vez el que rompió la distancia que había entre nosotros y me abrazo.

Me abrazo y me sentí en casa después de nueve meses, no quería llorar y me estaba reprimiendo las lágrimas porque lo que menos me apetecía en esos momentos era hacer un espectáculo.

-¿Cómo estas?

Me pregunto en mi cuello en un susurro.

-Bien.

Le respondí en un hilo de voz y hundí mi cara en su cuello, dejándole un beso en el hombro antes de separarnos. Al separarnos nos miramos directamente a los ojos y me regalo una sonrisa, que pude descifrar como sincera.

Nos sentamos en nuestros sitios, uno en frente del otro y empezamos a pedir la primera ronda. La cena estuvo entretenida, cada uno contaba algo diferente y también hubo momentos para bromas y chistes sin sentido por mi parte. Hablamos de temas random hasta que salió el tema, el maldito tema del amor.

-¿Bueno y como van las parejas?

Pregunto Nia refiriéndose a toda la mesa. Eva y Hugo era la única pareja que había en esta mesa, y contaron lo felices que estaban juntos y el piso que estaban intentando alquilar en menos de cinco meses para irse a vivir juntos. Los demás contaron algunos rollos que tenían pero no era nada serio, en cambio Flavio y yo no dijimos nada, estábamos fuera de esa conversación, hasta que la voz de Nia volvió a sacarme de mis pensamientos.

-Bueno ¿y vosotros?

Pregunto refiriéndose a Flavio y a mi que éramos los únicos que no habíamos abierto la boca en lo que llevaban de conversación.

-Nada.

Respondimos los dos al unísono y con una respuesta bastante tajante que hizo que se diese por zanjada la conversación y le di las gracias a todos los dioses que nos estuviesen mirando en estos momentos.

Decidí beber, la noche se iba a hacer larga y necesitaba pasarlo lo más cómoda posible. Empezamos a pedir chupitos sin parar, uno detrás de otro y así continuamente hasta que el alcohol hizo efecto en mi cuerpo y decidí que era hora de volver a casa antes de que dijese algo que no debería decir o me arrepintiese más tarde.

-Anaju, me voy a ir a casa ya.

-Yo me voy ya también, va te llevo.

Me contesto y comenzamos a despedirnos de todos los demás que ya estaban también bastante perjudicados por los efectos del alcohol. Empecé despidiéndome de Hugo, igual que cuando llegue, nos dimos un abrazo prometiendo vernos pronto, promesa que ninguno de los dos íbamos a cumplir porque nunca nos poníamos de acuerdo para acordar un día, seguí despidiéndome y llego el turno de Flavio el cual estaba sentado en el sillón central que había en el pub donde nos habíamos mudado después de terminar de cenar, estaba bajo los efectos del alcohol, lo cual me pareció bastante raro porque el no solía beber y si bebía se controlaba, pero había muchas cosas que ya no sabía de el, llevaba sin saber de el nueve meses, habían cambiado las cosas y eso era bastante notable.

-Flavio, me voy, me alegro de verte.

Le dije intentando sonar lo más formal que me pude e inclinándome hacia el para dejarle dos besos en sus mejillas.

-Estas muy guapa.

Me quede un poco tocada, ya que no habíamos hablado en toda la noche y para lo que me habla me dice eso, en fin, seria formalidad y ya esta, no debería de darle más vueltas.

-Gracias, adiós Flavio.

Y me di la vuelta, comenzando a caminar hacia la puerta, cogiendo aire por fin, no había ido tan mal y menos mal.

Ahora O Nunca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora