6. Burbuja

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Llevaba toda la semana quedando con Flavio, yendo a la misma cafetería a la que fuimos la primera vez. Esta semana la teníamos libre los dos por lo que estuvimos saliendo juntos, me sentía bien con el, me sentía en casa por fin, no me había dado tiempo a pensar en los sentimientos que tenia hacia el, lógicamente le seguía queriendo y el estar ahora viéndolo no me ayudaba para nada a dejar de hacerlo y era una idea contradictorio, quería dejar de quererle al menos como algo más, pero algo decía dentro de mi que no debía de dejarlo ir tan rápido.

Flavio había sido de la persona que realmente me enamore por primera vez, había tenido varias parejas pero ninguna me llegó tanto como Flavio, con ninguna lo pase tan mal al dejarlo como con el, el era especial, el era diferente a todos los demás, el era Flavio y eso era todo.

Hoy había quedado de nuevo con el, pero este día era diferente, iba a venir a casa, a mi casa, aunque era nuestra en realidad. Estaba lloviendo y con este tiempo no íbamos a ir a ningún lado. Y aquí estaba yo, arreglando un poco el salón para que lo viese más o menos ordenado, cuando vivíamos juntos todo era orden en la casa y desde que se fue todo era desorden, como el que tenía en mi cabeza. Me arregle un poco, no mucho, pero al menos me quite el pijama y me puse ropa de estar por casa.

Cuando llamaron al timbre me dispuse a ir hacía la puerta, primero abrí abajo, me mire al espejo de enfrente, y abrí la puerta de arriba esperando que Flavio subiese.

-Madre mía Samantha, el ascensor esta roto.

Dijo terminando de subir las dos escaleras que le faltaban y suspirando al llegar al fin a la planta en la que vivía. Yo solo reí y entre dentro, esperando que el viniese detrás mía y cerrase la puerta detrás de el. No se lo que el estaría sintiendo en este momento, obviamente algo sentiría, esta fue nuestra casa durante su pequeña estancia en Madrid, el sitio donde tantas experiencias hemos creado y el sitio donde nos sentíamos seguros y nosotros mismos después de un día dura de trabajo, donde nos olvidábamos de todo y nos centrábamos en nosotros, todo estaba bien, todo era una burbuja, nuestra burbujas, hasta que exploto.

-No has cambiado nada...

Dijo en un susurro, esperando que yo no lo hubiese escuchado, pero lo hice y me gire hacia el.

-No cambie nada, esta casa era de los dos, y quería que así siguiese siendo.

El se quede callado ante mi confesión y se sentó en el sofá, EL SOFÁ, donde tantos días habíamos pasado viendo películas en Netflix, donde a lo que menos le prestábamos atención era a la película, el sofá donde habíamos vivido algunas de las salidas de nuestros singles.

-¿Puedo ver el resto?

Pregunto refiriéndose al resto de la casa mientras se levantaba del cómodo sofá.

-Claro Flavio, que preguntas.

El se aproximo hacia el pequeño pasillo y yo fui tras de el, primero se asomo al baño, luego a la cocina y por ultimo a la habitación, nuestra habitación, siempre iba a ser de los dos, esa habitación había sido testigo de todos nuestros momentos, tantos buenos como malos.

-Lo siento mucho ¿sabes?

-¿El que sientes?

Le pregunte interrogante ya que no sabía a que se refería su disculpa repentina.

-A dejarlo todo así, dejar Madrid, a mis amigos, a ti...no se me arrepiento mucho de haberme ido, fui un niñato.

-Flavio no te voy a decir que estuviese bien lo que decidiste sin dejar que nadie te ayudase, no lo voy a hacer porque dolió, me dolió a mi y le dolió a toda la gente que tenias aquí en Madrid, pero tienes que dejar de torturarte por cosas del pasado, ahora estas aquí y puedes hacer las cosas bien, pensando y dejando que la gente te ayude.

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