Al diablo el orgullo

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La escena ante los ojos de otra persona hubiera sido irreal, como si un espejismo se estuviera manifestando ante sus ojos, tras la pela entre el Rey y Dulce, Bardock decidió quedarse a su lado y apoyarlo, como lo había hecho hacia varias décadas atrás.

El Rey Vegeta dormía en su pecho mientras que le acariciaba suavemente el cabello, sus palabras anteriores le seguían rebotando en la cabeza.

Bardock...no me dejes por favor.

Esa simple petición le había hecho forzar a su cerebro a recorrer esos pasillos de la memoria para mostrarle los recuerdos que se conectaban a esa frase.

Hacía casi treintena y cinco de sus años, el era un mero soldado de la guardia de Vegita, que apenas había conseguido entra por ser clase baja, pero que fue admitido por tu gran desempeño en el combate.

Por protocolo, todos los soldados debían pasar por unas pruebas de descarte para ser asignados a grupos elite, guardias del castillo y el mas importante, como guardia personal del príncipe heredero.

El mismo príncipe debía dictar las pruebas y eliminar a lo candidatos que no consideraba aptos, y al final, con el número más reducido posible sería el mismo quien eligiera a su guardia.

Un día cualquiera empezaron las pruebas, en menos de dos horas ya cien de los docientos soldados habían caído fuera de la arena, dejado cien todavía en juego, el segundo combate debían demostrar sus habilidades a mano armada, sin utilizar su poder de pelea, por supuesto que le emociono mucho, el combate cuerpo a cuerpo era su preferido y su especialidad

Durante uno de esos combates lo vio, altanero, apoyado el la baranda el del balcón, con una mano en su mentón viéndolo fijamente con una ligera curva en la comisura de sus labios.

Perdió la concentración unos segundos, su oponente por poco y le da un ataque brutal que al contrario termino por dejarle un solo corte en el costado, con una combinación parado de manos y una patada logro derribarlo en cinco segundos, cuando elevó la mirada se dió cuenta de que era el primero en finalizar su combate.

Sintió pisadas tras de él, el príncipe había bajado volando y ahora caminaba en su dirección, atino a arrodillarse bajando la cabeza manteniendo la punta de la hoja contra el suelo, cundo se detuvo frente a el pronunció “mi príncipe”

(Aquí pondré al Rey como príncipe para evitar confusiones)

Príncipe: en efecto...¡Los combates se terminaron! De pie y sígueme ¿...?

Bardock: Bardock...su alteza.

Se levantó y espero a tener una distancia respetable de él para empezar a seguirlo, entraron al palacio y recorrieron un par de metros de pasillo antes de detenerse en una puerta finamente detallada con terminaciones de oro.

Príncipe: está es tu habitación, estás lo más cerca que es posible de mi.

Bardock: ¿Dis.. disculpe?

Príncipe: -voltea a verlo incrédulo- como mi guardia real debes permanecer siempre a mi lado a como de lugar, si te necesito te llamaré. Mi habitación es esa, entra y ve a limpiarte así no te presentarás ante mi Padre.

La determinación y la dureza de esa orden lo calo hasta los huesos, el lo había nombrado su guardia real. Los meses pasaron y se volvieron más allegados, generalmente se la pasaba entrenado o leyendo un libro a la par de su ventana y como siempre el estuvo cerca.

Solo fue que una noche, parado junto a la puerta de su habitación, pensaba seriamente si salir a buscarlo o no, se le era imposible dormir, se sentía alterado por algún inexplicable motivo.

Príncipe: al diablo el orgullo.

Abrió su puerta y avanzó solo unos pasos a su izquierda para ver la puerta del cuarto de Bardock, levantó la mano para tocar la puerta, que fue abierta antes de siquiera tocarla.

Un Bardock desnudo del pecho lo miraba fijamente con su rastreador en la oreja, ahora entendía.

Bardock: ¿Sucede algo mi príncipe?

Príncipe: yo...no puedo dormir.

La revelación le sorprendió siempre que entrenaba o le hablaba solía hacerlo con su debido respeto, pero esa noche parecía algo raro, fue que sin querer sintió una suave brisa golpearle la cara junto con la esencia del príncipe.

De inmediato cubrió su nariz y retrocedio unos pasos.

Bardock: príncipe está...

Príncipe: si...mi padre aclaro que no debía usar supresores, pero...teniéndote cerca me es difícil resistirlo.

Bardock: príncipe...

Príncipe: Bardock...por está noche...si quieres solo por esta noche...no me deja solo.

La forma en que lo dijo sonó como a una orden, pero su tono era el de una súplica, un trueno a la distancia iluminó momentánea la habitación mostrando el rostro rojo del Príncipe, su cola erizada y una ligera irregularidad en su entrepierna.

Sabía que no debía, que no podía, pero era su príncipe, con lentitud se acercó a él y lo abrazo uniendo su cara en su cuello, su esencia lo inundó, golpeó sus fosas nasales dejándolo en un estado de trance. Sus pupilas estaban dilatadas al abrir los ojos, lo únicos je detallaba era él.

Se besaron, y amaron durante esa noche, que fue la primera, pero tampoco la última, a lo largo de cada mes, cuando el celo del Príncipe volvía, entraba en su habitación a media noche y repetían lo mismo.

***

Ahora en ese preciso momento, lo tenía todo para el, sin impedimentos, sin restricciones, era ahora su soldado se clase baja, consolando a su Rey en un momento de debilidad, cuando lo sintió revólverse en su pecho lo detallo con una mirada.

Bardock: sigues siendo como eras antes mi Rey.

Rey: y tú pecho sigue siendo mi único confort.

Se sorprendió, nunca lo espero, pero lo beso, sintió de nuevo esos dulces labios que desde hacía años añoraba, que se imaginaba probar de nuevo cada noche desde la última vez que los probó, pero ahora, era un beso puro, dónde solo ellos dos estaban y solo los dos importaban. Dónde solo ellos dos eran lo único que el otro necesitaba para finalmente poder ser felices.

¿Un Beso Para Recordar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora