Capítulo 06

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Los labios de Wei Ying son adictivos.

Entre el sabor a licor y el sabor natural de él, Wangi parecía perder la razón. Lo sostenía de las mejillas evitando que el beso terminara, absorbía todo su aliento de una forma mezquina y egoísta, lo besaba con placer y deseo, con aquel sentimiento puro que ahora era contaminado por la mancha de los celos, unos desquiciados celos.

Wangi, el puro y noble Lan Wangi, el joven siempre correcto y bendecido por los dioses, el hombre que se mantenía alejado de todo lo mundano ahora se dejaba llevar por aquellos sentimientos que sin entender cómo o cuándo surgieron; tal vez fue al observarlo en la clase con ese carisma exuberante y palabras filosas, o al escuchar sus risas histéricas y genuinas, o el sentir como a pesar de llevar esa máscara de arrogancia y desastre algo había en él —una partícula de melancolía— que resplandecía en su mirada oscura. Él lo quería, demasiado para ser sinceros y el verlo actuar así con otros —de la misma forma coqueta y desvergonzada con la cual actúa con él— a pesar de conocer sus sentimientos lo hace parecer un hombre frívolo que termina lastimando su pecho como si de una espada se tratase.

Es por eso que quiere absorber todo de él, quiere tenerlo sólo para él, besarlo y nunca soltarlo y aquellos sentimientos posesivos lejos de angustiarle, le provocan un gran alivio.

Muerde su labio inferior con fuerza y termina por alejarse.

La respiración dificultosa y la forma jadeante con la cual intenta recuperar el aliento, los ojos abiertos en su máxima expresión y los labios hinchados con la pequeña marca de sus propios actos le hace soltar una diminuta sonrisa, tan efímera como el cambiar del viento tranquilo por una desastrosa tempestad.

—Lan Zhan, oh mi Lan Zhan— murmura Wuxian observando sus ojos claros antes de acercarse a él y volver a besarlo con pasión.

... ... ...

Entre la música resonante y los múltiples de cuerpos danzantes se encuentran dos personas, dos seres diferentes que se han dejado llevar por el deseo de su corazón.

Wei Ying se mueve de forma sensual con las caderas en un vaivén erótico mientras ríe y disfruta del momento. Atrás de él y con sus dedos largos clavados firmemente en sus caderas, le intenta seguir el ritmo un embriagado Lan Zhan que intenta controlarse de cometer una locura.

Un movimiento suave pero certero en sus caderas que rozan su cuerpo lo hace tragar con fuerza.

Wuxian ríe de nuevo al notar la respiración pesada de Lan Zhan y la minúscula capa de sudor que ensucia su rostro.

—¿Nervioso, er gege?— inquiere rozando sus labios antes de girarse y continuar con su extraño pero eficaz método de seducción.

El gemelo Lan deja escapar un bajo gruñido antes de enterrarse en la cobertura de su cuello y comenzar a succionar.

Un gemido sale de la boca de Wei Ying.

Este lo aleja con dificultad antes de observar sus ojos enrojecidos a causa del deseo y lo besa con pasión.

Dejando a un lado a las demás personas que los rodean y que si bien antes les prestaban atención —impresionados de que ellos dos se besaran con tanto fervor— ahora los ignoran, Wei Ying saborea los labios del joven mientras intenta acariciar su ancha espalda y músculos marcados.

Por otro lado, Lan Zhan le devuelve el beso con deseo ardiente mientras lo toma de la cintura y busca unir sus cuerpos en uno solo. Cuánto anheló ese momento.

—Er gege te necesito— murmura Wei Ying con voz dificultosa en un suave ronroneo cerca del oído blanco del gemelo y aquello es la perdición misma de Wangi.

Sin vacilación alguna lo toma entre sus brazos y esquivando a los demás sale de la fiesta con un emocionado Wuxian en brazos.

—¿Dónde?

—Cerca de aquí está el muelle de lotos— responde el menor aferrándose a su cuello y enterrando su rostro en su cuello.

Lan Zhan camina hasta ahí.

Al llegar al lugar sereno e iluminado solo por la luz de la luna y el fluir tranquilo del agua, Wangi deposita al menor de actitud desvergonzada en el suelo cubierto de fina hierba y se sitúa encima de él antes de volver a besarlo y dejarse consumir por el fuego de su interior.

—Te amo, Wei Ying— murmura el mayor mientras lo observa retorcerse de placer con respiración jadeante y evidentes marcas rojas en todo el cuerpo desnudo.

—Te amo, Lan Zhan— las palabras abandonan sus labios en una confesión genuina de un reciente descubrimiento y una lágrima abandona los ojos claros del gemelo, lo abraza con fuerza y se hunde en su interior.

Y la noche junto a sus estrellas brillantes son los únicos testigos de un corazón indomable entregándose por voluntad propia a otro corazón puro que lo anheló durante mucho tiempo.

... ... ...

Jiang Cheng siempre se caracterizaba por su carácter agrio, semblante duro y personalidad fuerte, desde niño sufrió por la falta de atención de su propio padre y la enseñanza estricta de su madre, cuando Wei Ying —su nuevo hermano— apareció en su vida pensó que sería otro dolor de cabeza pero finalmente se convirtió en ese compañero que alegraba sus días, a pesar de que a él no le gustara admitirlo.

Siempre lo cuidaba y entendía que su pasado difícil lo habían convertido en ese chico arrogante y problemático y que a él lo único que le quedaba era protegerlo. Su labor de buen hermano.

Aunque toda esa labor se veía nublada ante la llegada de Lan Xichen.

Durante años los dos transcurrieron cerca del otro sin detener su camino en ningún momento, si no hubiera sido por esa tarde donde Nie Minghue llegó con él a buscar a su hermano Nie Huaisang —que siempre estaba con él y con Wei Wuxian— él no lo habría conocido y dejado entrar a su vida tan fácilmente.

Admiraba a Lan Xichen por mantener siempre una sonrisa serena en el rostro —a comparación de la problemática y exuberante de su hermano— y esa amabilidad en todo momento, fue imposible ignorarlo y ahora no sabía qué hacer con todo aquello que él le provocaba. Era consciente que si bien ante el gemelo sonriente no pasaba indiferente tampoco resaltaba en su mayoría, es decir, después de todo Lan Xichen era el embajador de su universidad y presidente del comité estudiantil y Jiang Cheng solo era un estudiante de arquitectura, los destinos de ambos no coincidían en lo absoluto.

A excepción de aquella noche en la cuál compartieron besos apasionados y caricias indecentes.

El rayo destructivo junto a la brisa cálida de la soledad.

Noches Y Estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora