Capítulo 07

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Una fiesta que anunciaba con ser igual de insípida a cualquier otra, cambió de manera inesperada cuándo el embajador de la universidad bebía sin titubeo alguno la copa de licor ofrecida por uno de sus compañeros de clases y con ello dejaba al descubierto una faceta completamente diferente a la pulcra y recatada de siempre.

Si no hubiera sido por la actitud chispeante y desinhibida que le causó tanto interés, se habría marchado sin dudarlo un segundo, pero no, ahora se aferraba a su bebida alcohólica y el asiento incómodo mientras internamente se burlaba del baile extraño de Lan Xichen.

Tiempo después se arrepintió de quedarse.

En un momento de la noche —no podía deducir cuál con exactitud— Nie Huaisang comenzó con reclamos y lloriqueos hacía su hermanastro, Nie Minghue sin saber que hacer intentó sacarlo de la fiesta y él —uno de sus pocos conocidos y confiable gracias a su actitud sería— fue el elegido para hacerse responsable del gemelo sonriente.

Claro que Jiang Cheng no sería el caballero amable que esperaría a que el príncipe terminara su baile. No. En su lugar lo tomó del brazo con brusquedad y lo condujo al automóvil dispuesto a terminar con todo e irse a dormir tranquilamente.

No entendió que sucedió.

Lo único de lo que fue consiente es de tener muy cerca a un empalagoso Lan Xichen acariciando su mejilla y diciéndole lo hermoso que era a su parecer, luego él estacionando de emergencia dispuesto a encararlo y sin previo aviso ser llenado de caricias indecentes, él suplicando por más sin miedo a después arrepentirse.

Y aunque el raciocinio llegó en aquel momento logrando detenerse, eso no sucedió después cuando se introdujo en su habitación y fue atacado de nuevo.

Aún recuerda la sorpresa teñir sus facciones y el resoplido fastidioso que soltó al descubrirse en las sábanas de él, siendo sostenido firmemente por un brazo que no parecía querer soltarlo. Logró zafarse, vestirse adecuadamente y salir huyendo de aquella solitaria casa sin detenerse en mirarlo un segundo.

A salvo en la soledad de su habitación terminó por estudiar las marcas de su cuerpo y con ello las descriptivas escenas lo golpearon con fuerza. Fue una noche excitante, debía admitirlo. Lan Xichen era un excelente amante, suave y apasionado, sumiso y exigente al mismo tiempo, aunque eso no significaba que deseara enfrentarlo al día siguiente.

Huir era una acción cobarde y él no lo era, sin embargo, admitir que se dejó llevar por las caricias de un hombre que apenas conocía y que se encontraba perdido en alcohol no parecía la mejor opción.

Dejó caer su cabeza hacia atrás sin saber qué hacer.

Decidió que si él no preguntaba nada terminaría por olvidarlo y si él exigia una explicación asumiría su responsabilidad.

Aún así lo invitó a la fiesta de su hermano, aquella en la que se encontrarían sólo la familia para después dar paso a la organizada para todos los amigos de Wei Ying que casi formaban la mitad de la universidad. Entendió que vendría junto a su hermano Lan Zhan —este no se separaba de Wei Ying— y ahora lo tenía ahí, a lo lejos conversando alegremente con Jin Guanyao.

Jin Guanyao era medio hermano de Jin Zixuan —esposo de su hermana YanLi— y por lo tanto invitado a la celebración; un chico de ojos amables y carácter servicial, un chico ideal para Lan Xichen.

Se sentía molesto.

Con pasos tranquilos llegó a su lado y saludó: —Lan Xichen, Jin Guanyao.

Ambos respondieron el saludo.

—Lan Xichen me estaba contando que estudia música y le pedí que me ayudara a perfeccionar mi técnica en el guqin— rompió el silencio Jin Guanyao con su voz amable.

Jiang Cheng clavó la mirada en Lan Xichen.

—Yo que supiera tú tocas el xiao y no el guqin— señaló.

—Sé hacerlo solo que disfruto más a liebing, ya sabes, complementa mi soledad.

—¿Qué dices, gege?— habló Meng Yao —. Estoy seguro que hay muchas personas que te rodean con gusto, eres muy amigable para estar sólo.

Lan Xichen sonrió.

—No creí que después de tangos cargos en la universidad tuvieras tiempo para convertirte en maestro particular de él— exclamó con furia mal contenida. Lan Xichen bajó la cabeza ligeramente incómodo de tener a ambos juntos frente a él.

Y es que al ser tan diferentes ambos parecían ser lo correcto.

Meng Yao era un joven dócil, amable y un poco temeroso, simulaba necesitar protección a pesar de que gracias a su inteligencia y talento podía abrirse paso en la adversidad y luego estaba Jiang Cheng; él le provocaba ansiedad y un extraño sentimiento quemaba su pecho de forma inquisitiva, a pesar de su carácter siempre a la defensiva le causaba cierta empatía, a él no podía protegerlo porque sabía que no lo necesitaba y aquello le agradaba y angustiaba en partes iguales.

Jin Guanyao poseía una belleza angelical con los hoyuelos en sus mejillas y rasgos dulces, su pequeña estatura y el tono suave de su voz. Jiang Wanyin al contrario siempre llevaba un ceño fruncido que endurecía sus facciones y un porte altivo que impresionaba a todos, aún así su belleza exótica le atraía. Ambos lo hacían a pesar de no conocerlos lo suficiente y aquello estaba muy mal.

Se llevó una gran sorpresa al descubrirse después de aquella noche de desenfreno, desnudo, con claras evidencias de haber mantenido relaciones intimas y completamente sólo en la habitación de su tranquilo hogar. Jiang Cheng lo abandonó. Él entendía que sus actos pecaminosos fueron muy lejos y es que el tenerlo cerca lo terminó por corromper.

Al final no lo buscó, procurando darle su espacio y tiempo necesario, aunque admitía que deseaba acercarse a él. Ahora Jiang Cheng lo trataba con un conocido más, demostrándole que lo suyo no significó nada y él no podía obligarlo a corresponder un sentimiento del cuál ni él mismo estaba seguro.

Así decidió cambiar su interés amoroso e ir por A-yao, un joven amable e inteligente que fácilmente podía convertirse en su compañero de vida y ser agradable delante de los demás.

Noches Y Estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora