1. El Hotel B

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Siempre acostumbro salir de vacaciones acompañado, realmente nunca lo he hecho solo a pesar de desearlo de vez en cuando. Esta vez el destino para vacacionar lo eligió mi familia, éramos alrededor de veinte en total, y todos deseaban visitar el gran hotel B, estaba claro que el nombre no era lo que les llamo la atención, sino lo que ese maldito volante les vendió.
"Si quieres divertirte del todo, y olvidar que tienes hijos, y ellos olvidar que tienen padres, ya sabes que hacer. Seguridad Garantizada" Siempre he sido indiferente ante esos mensajes, realmente me dejó guiar por el precio o por el mismo nombre, pero pensé, ¿Qué era lo peor que podría pasarme si acompañaba a la familia? Sabía que tenía razón.


La carretera fue de lo más común, ya saben, el camino lleno de curvas, la naturaleza alrededor, llena de maleza y animales molestos. Nada que me hiciera pensar que llegaría al lugar que me ha quitado el sueño hasta el día de hoy.


La fachada era común, normalmente todos los hoteles playeros son color blanco, los diseños eran asemejados a bungalows, uno sobre otro, eso ya me pareció bastante extraño. Yo no suelo hablar mucho con mis primos, pero no perdí la curiosidad en decirle a Adam:

-Al parecer el arquitecto estaba muy fumado cuando diseño este lugar.

-¡Jaja!, y el ingeniero estaba cruzado", respondió Adam.

Cruzado significa cuando mezclas una o dos sustancias diferentes.

Dentro del lobby, donde nos asignaron ya nuestras habitaciones, o "bungalows" hechos por "arquitebrios", nos recibió una chica que iba vestida como una de las recamareras, yo la llame enfermera sexy, por el accesorio en su cabeza, y nadie me dejó mentir. Vestía medias largas, unos zapatos blancos, su típica falda debajo de las rodillas, y una blusa blanca abotonada hasta arriba y su cuello bien acomodado. Por cierto, era una chica extremadamente amable, en realidad a mi familia le fascinó, a mí me fastidio y me puso en una duda existencial sobre ella misma. Pensé, "¿siempre estará así?, ¿habrá sufrido tanto que ahora ya no pueda hacerlo más?, ¿vive aquí?" No lo sé, ella solo me entregó la llave de mi choza, era la numero 8, éramos solamente Adam y yo, oh y Greg, solo que él no habla con nosotros, ni de nosotros.


Llegue a mi habitación junto a mis primos, una típica puerta de madera vieja, con olor a humedad, que diga, a playa. Nada fuera de lo común, una simple habitación, eso si, con una litera y una cama matrimonial. Pedí el sillón para dormir, así es, siempre he preferido ese lugar por más pequeño que fuera, a pesar de ser yo el más alto de la familia. A lado de él estaba una pequeña nevera plateada, ahí guardaríamos Adam y yo nuestras cervezas, pero que sorpresa:

-¡¡Iughh!! Hubiera preferido solo las moscas y los cucarachos-Dijo Adam con más asco que nada

-M..m...mierda",-primera palabra de Greg en todo el viaje.

-Esto no está bien-agregué yo.

Era esa clase de nevera donde dejas todo lo que te vas a comer más tarde pero que olvidas ahí por meses, pero esto era algo diferente. Era algo orgánico, al parecer los gusanos ya habían hecho de lo suyo y solo habían dado espacio para animales casi tan desagradables como ellos.

-Hay cosas que no cuadran"-comencé-"si el resto de este lugar está en buen estado, ¿qué demonios hace eso ahí?

-No lo sé, tal vez alguien lo dejo y se olvidaron de dar mantenimiento, igual se ve que aquí nadie guarda nada, para eso está el bar-dijo Adam.

-Nunca dejas de soltar tonterías, ¿verdad?

-El problema es que eres un marica, y siempre has tenido miedo hasta de ti.

-Yo no estoy hablando de eso, solo que es estúpido que toda la habitación se encuentre excelente, y dentro de esta cosa haya un pedazo de cadáver.

-¿Dejaremos que eso arruine nuestras vacaciones?

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