La tos golpea mi garganta y mi pecho al mismo tiempo, ya es demasiado tiempo el que llevo con ella adentro. Son las 4 am, ya es hora. Me levanto de mi cama, con un sueño considerablemente pesado, quisiera seguir ahí, por fin había logrado dormir aunque sea un poco. Maldición, pero si no voy a trabajar, no podré pagar el alquiler, no podré pagar la pensión alimenticia que me permite convivir con aquellos seres que me dan un poco de alegría a mi triste y negra vida. No podré alimentarme para conservar mi salud, no podré hacer muchas cosas, bien dicen que nuestro sistema económico nos da la libertad, pero, ¿es acaso esto libertad? Lo dejo a su criterio.
Ayer me duché, ¿acaso me duché? Si, así es, lo hice, afortunadamente podré salir un poco más tarde de casa, para poder caminar a mi ritmo, sin prisas. Observo mi cama, está echa un desastre, las sabanas están de revés, la colcha esta por el suelo. Mi pierna me duele como si hubiese caminado por horas, o tal vez sea por el frio, que se yo. Levanto mis pantalones de la rugosa alfombra, con roturas entre las piernas, es todo lo que tengo por ahora y de todos modos no se alcanzan a ver. Siempre duermo con la camiseta que usaré al día siguiente, así que solo son mis pantalones, mis calcetas, y mis zapatillas lo que coloco en mí. Y mi hoodie negra, con la que me expongo al entumecedor frio que hay allá afuera. Es hora. He tendido mi cama, he arrinconado mis zapatos deportivos, y he puesto la ropa del día anterior en la bolsa de la ropa sucia. Es hora.
Tengo miedo, si, de despertar a aquellas criaturas que me acechan, que son mis inquilinos, o que yo considero así. Sé que si lo hago algo podría pasarle a mi habitación, o alguna de mis pertenencias desaparecería o se vería dañada. En fin, ya estoy bajando las escaleras rígidas rumbo a la puerta, la llave está pegada, mis inquilinos siempre la dejan por si alguien necesita algo por la noche, ya saben, cosas de farmacia y todo eso para emergencias de media noche. Giro la llave, con mucho cuidado, no quisiera despertar a nadie. Nunca cierro la puerta con llave, porque... una; no tengo, dos; tendría que dejarla pegada por dentro porque el dueño del hostal la necesita para sus pendientes. Realmente yo tenía mi llave, podría pedir un repuesto, pero mi miedo hacia el portero es mayor, solo lo he tratado un par de veces y la verdad es que es bastante inquietante tratarlo. Así que, prefiero mantenerlo así.
Camino por la vacía ciudad, no hay nadie afuera, salvo los empleados de un restaurante chino a la esquina, que están limpiando y purgando de desperdicios todo el establecimiento. Mentiría si digo que no veo animales extraños siendo mutilados, vivos, desde un calamar con dos cabezas, hasta un mapache con cola de rata, pensarán que estoy bastante loco, pero solo narro lo que he visto. Supongo que es para toda esa comida exótica que ellos manejan. Quisiera no pensar. Ya he cruzado la avenida principal, solo veo un par de autobuses circulando con uno o dos desgraciados a bordo, igual que yo, solo que no me veo en la necesidad de tomar uno, pues mi lugar de trabajo se encuentra cerca de donde resido. Sigo caminando por el callejón, para acortar camino, no puedo ver mucho, lo que si es que escucho ruidos extraños entre las hierbas salidas de los ladrillos y de las bolsas de basura. Imagino que serán ratas, o algún otro animal extraño, procuro no mirar a los lados, les tengo una horrible fobia a esos animales. Una vez vi a uno de un metro y medio, correr en cuatro patas a lado de mí, pasando a un lado mientras rozaba su asquerosa piel velluda, casi vomito a la hora de salir de ahí. Hui, hui de ese callejón ese día, al llegar a mi trabajo me auxiliaron para tranquilizar la histeria que ese animal me había provocado. Mierda, que día, menos mal no se ha repetido, o será que yo lo he ignorado desde esa vez? He cruzado el callejón, veo la otra avenida principal, camino hacia los edificios con luces encendidas, mi supervisor ya está ahí, menos mal que voy temprano, no soportaría un día más a ese hijo de puta, soy quien más trabaja, creo me merezco ya un aumento.
(Aún hay oscuridad, la luna llena está, los empleados llegan a trabajar a las 5 de la mañana, listos para resolver problemas a clientes enfadados. Ninguno duerme, solo trabajan, comen, y llegan a casa. ¿Me habéis entendido? La locura puede ocasionarse por la propia explotación laboral, pero la falta de sueño es algo que mataría hasta el ser más fuerte y saludable del mundo. Este no es el caso.)
ESTÁS LEYENDO
Pesadillas
Science FictionEsta obra que tienes frente a ti es una antología de cuentos de terror, suspenso y drama, producto de una pesadilla. Puede que alguna de ellas te haga sentirte identificado/a, puede que pienses que su autor está loco. El terror puede estar en las co...