4. La Ruta Abierta

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Conducía en la carretera 47 en una tarde soleada. Era la zona más verde y boscosa de la región, y de día era todo un paraíso. Conducía de regreso de mi viaje de negocios hacia casa, un largo trayecto con cuatro horas de duración, aunque había salido a las seis de la tarde, aun con el sol en el horizonte, en cualquier momento se metería y daría su lugar a la hermosa Luna. Mi nombre es Travis Mason. Me esperan en casa una mujer de 35 años de edad y un pequeño de 11 años. Ya han sido cinco días los que he estado en la costa oeste amarrando un trato para comprar el terreno de bienes raíces. Sería más rico de lo que ya lo era. Espero esas conferencias y charlas aburridas en un lugar con el clima arriba de 40 grados den sus frutos.

La carretera estaba siendo amable conmigo, no había demasiado tráfico, y las curvas mantenían respeto por mi nuevo deportivo, aunque este quisiera poner al frente a todas ellas. Estaba lloviendo, ya saben, chubascos, esas gotas grandes y largas que impactan contra los cuerpos sólidos, y que solo hacen que el clima sea todavía más sofocante. Por suerte tenía el aire acondicionado encendido.

-"Muy buen día a todos, les habla Kauffman, y hoy se les recomienda mucho salir de carretera. Los chubascos han creado un bello y colosal arcoíris. Las aves regresan a sus nidos y vuelan en parvada. Son las 6 de la tarde, y según el meteorólogo, hoy anochece a las 7 de la tarde. Tienen una hora para apreciarlo. Esto fue, Noticias de la Colina"-la voz del radio que olvide apagar por ir mirando este lugar.

No pasaba nada, en sí, mi auto tenía muy buenas luces tanto traseras como delanteras, no podría perderme en la carretera. Sonaba "On The Way Home", de John Mayer en la radio, mi camino era más agradable aun. No podía suceder nada malo.

(Pasé hasta el anochecer conduciendo por el bosque. Crucé la montaña que se encontraba en medio del paisaje que se apreciaba a una altura considerable de la carretera. Anocheció tan pronto que no me pude dar cuenta de que mi tanque de combustible se encontraba a menos de la mitad. Había estado usando mucho el aire acondicionado tal vez. Lo malo era que tenía que apagarlo ya, ya no hacía calor, sino frio. Paré. Al fin una estación de servicio).

Aminoré la marcha y me posicione en el carril izquierdo por el tanque de mi auto. Bajé a comprar un par de cigarrillos. Un hombre de al menos 45 años atendió mi necesidad de combustible. Era muy parecido a uno de mis tíos, tenía marcas en el rostro de alcoholismo, los dientes un poco chuecos, el cabello rubio y canoso. Era un hombre amable por lo menos.

-Buen día, ¿su tanque sería lleno?-dijo con una sonrisa amable y agradable.

-Claro señor, gracias, le encargo mucho mi vehículo.

-Por supuesto

Caminé hacia la tienda de servicio. La puerta era de cristal con manillas de plástico, con su típico letrero de abierto/cerrado, y una luz de neón en la parte superior de ella, al interior de la tienda. ¡Ring! Entré a una tienda con la poca cantidad de clientes que habitualmente encontrarías en un lugar así, los productos que buscaba se encontraban en el mostrador solamente, pero creí que sería un buen momento de volver a tomar Red Bull, quien fue mi compañero por todo el último año de universidad. Quería revivir viejos recuerdos durante mi trayecto, así que tome la lata más grande del refrigerador, y me acerqué a la caja a pagar.

-Hola bienvenido-me sonríe el joven en la caja.

-Hola...

A empujones, un tipo con la cara cubierta por una sudadera con la capucha grande me movió de la fila. Podía haberle hecho frente, pero no quería arruinar mi regreso a casa, y no quería llegar tarde y encontrar a mi hijo dormido ya. Así que le cedí el paso sin ningún problema.

-Gracias, hasta luego-el joven despidió al hombre misterioso.

-Sería solo esto, por favor-coloqué las cosas en el mostrador.

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