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Muchas gracias por las preguntas que ha dejado en los comentarios, sí se juntan 10 mínimo, puedo hacerles un especial de "¡Pregunta al personaje!"así que saquen tooooodaaaaas las dudas que tengan ✨

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Cuando Mich salió del restaurante, hecho una furia, las miradas de todos los presentes se dirigieron a mí, y los cuchicheos se alzaron hasta volverse insoportables. Me hice pequeñito en mi asiento, jugando con el tenedor para evitar mirar a mi alrededor. Después de un rato, un mesero amablemente se acercó a preguntarme si quería ordenar o prefería que llamara a un taxi para mí. En ese instante me sentía horrible, pero su amable mirada de preocupación y su sonrisa me hizo respirar un poco más tranquilo.
—Si se siente incómodo, puedo llevarlo a la parte de atrás, mientras espera a que lleguen por usted.—en su camisa leí su nombre, Alberto, y sonreí para mí. Bajé la mirada a la mesa y visualicé el anillo que me había lanzado Mich. Entonces titubeé un instante, estiré la mano para sostener el anillo y lo jugueteé un poco entre mis dedos.
—No creo...no creo que alguien venga por mí.—murmuré, un poco avergonzado.
—¿Llamo...llamo un...—guardó silencio a la mitad y se retiró sin decir más. Yo estuve ahí un par de minutos, me puse de pie y me dirigí al baño. Lavé mi cara y me miré al espejo. Me veía pálido. Una ola de odio me hizo querer gritar y llorar, pero tuve que contenerme. Seguía mirando el anillo, que no me atreví a probar en ninguno de mis dedos, pero que parecía ser de la medida exacta para mí...diablos, estaba molesto, con Mich, conmigo, y con quien le hubiera metido esa idea estúpida en la cabeza. Estábamos bien hasta ese momento, con altos y bajos, como todo, pero bien. Era una relación funcional. ¿Por qué...cambiarlo? Vivíamos juntos, ¿qué diferencia era casarse o no? Yo no quería una ceremonia o un papel, que me dijera lo que éramos. Así estaba bien. Yo no...lo necesitaba...entonces me miré en el espejo un instante, y me pregunté a mí mismo, casi con miedo, ¿acaso él sí lo necesitaba? La pura idea me puso la piel de gallina. Sabía que Mich era más inseguro de lo que parecía, y la verdad es que yo no había contribuido para bien en ello. Pero consideraba que el tener en una mano nuestra relación y en la otra, el apoyo mal encaminado de Thomas, tampoco era lo mejor.
De golpe, un montón de ideas se me vinieron a la cabeza, y me sentí casi desmayar.
Algo estaba mal...con nosotros, como pareja, y eso estaba afectándonos como individuos.
Mi celular sonó en mi bolsillo trasero y di un respingo. Miré la pantalla, casi con horror por si era un número desconocido, como hace tiempo, cuando Michael tuvo...el...accidente. Respiré tranquilo al ver en la pantalla el nombre de mi hermana. Azula parecía llamar siempre en los peores momentos.
—Hey, ¿qué pasó?—respondí, tratando de sonar lo más natural posible.
—Chris, oye, Pau me pidió que te llamara. Al parecer tiene una llamada perdida de Michael, pero no contesta, ¿están bien?—y la pregunta flotó por varios segundos, en los que me miré fijamente al espejo, escuchando los ruidos del restaurante y la música al fondo de la línea, la cual disminuyó lo suficiente como para escuchar el cuchicheo de Azula y Paula, tragué saliva y me dispuse a dar una respuesta.
—¿Te llamo luego? Estoy algo ocupado ahora, ¿sí?
—Christian...no suena como que estés en casa. ¿Está Mich contigo?
—No quiero hablar ahora...
—Christian.—repitió, con voz autoritaria—Mándame tu ubicación, voy por ti ahora mismo.
—¿Qué? ¡No! Azula, en verdad, basta...—reí, tratando de aminorar la notable incomodidad, pero ella me respondió con lo que sentí como una bofetada.
—Chris, ya te cubrí una vez, no me pidas que le mienta más a Michael. Sabes que los veo a ambos como mis hermanitos. Si no estás con él, por favor, por favor, pide un taxi y ve directo a casa...habla con él. Te juro que...nunca te perdonarás si lo pierdes de verdad. Y enserio...vas a perderlo si se entera, así que ve a casa. Por favor.
Sus palabras me cayeron como una cubeta de agua helada, mis piernas tambalearon y me mareé un instante.
—Adiós.
—Oye, no vayas a...—y colgué.
Claro que sus llamadas entraron una tras otra, hasta que apagué el celular. Salí del baño, pagué la cuenta, y pedí un taxi.
Ir a casa y hablar con Michael. Ir a casa y hablar con Michael. Ir a casa y hablar con Michael. Repetía una y otra vez en mi cabeza, pero no tenía ni idea de lo que haría al verle la cara. Definitivamente, no estaba lo suficiente ebrio como para perder la vergüenza de darle sexo como un curita para este incidente. El sexo no sería suficiente. Pero...no quería hablar. No...no sabía si podría verlo después de esa noche. Me había pasado, esta vez sí que la había cagado. Las luces neón de un bar parecieron un oasis a medio desierto para mí, así que pedí al taxista que detuviera la marcha, pagué la cuota y bajé. A mi entrada al bar, un trío de chicas, dos de ellas muy borrachas, chocaron contra mí, la tercera, casi sobria, diría yo, se disculpó amablemente y se fueron. Por un instante pensé en ofrecerles mi ayuda, pero la verdad es que tenía mis propios problemas como para cargar con los de otros.
El ambiente era muy animado adentro. Me acerqué a la barra y pedí una cerveza, fue lo primero que se me cruzó por la cabeza. Fueron suficientes algunos segundos para que un par de chicas trataran de ligarme, y no importó lo amable que intentara rechazarlas, fueron insistentes. Estaba cansado y me llevaban al límite de desear gritarles en sus caras de maquillaje corrido, que me dejaran en paz de una vez por todas, pero antes de llegar a eso, un hombre alto llegó por mi espalda y apoyó su mano en mi hombro de manera amistosa.
—Lo lamento, señoritas, está conmigo, y no está interesado.—la voz me saltó familiar de inmediato, las chicas se fueron, y él tomó el asiento junto a mí.
—Gracias por eso...estaba a punto de hacer una estupidez...—bufé amargamente.
—Estás aquí solo...así que creo que ya la hiciste.—Roger parecía estarse conteniendo de verdad. Nunca habíamos hablado mucho, y estaba seguro de que yo no le agradaba del todo, porque siempre que peleaba con Michael, él iba a llorarle a Thomas, entonces se desvivía por él y dejaba a Roger de lado. Y...bueno, Roger y Thomas tenían una relación complicada, siempre fue así. Desde un principio, Roger sabía lo alocado que era Thomas y aún así, estaba tan enamorado de él que siempre se había seguido detrás a pesar de todo.
—¿Qué haces aquí?—pregunté.
—Eso mismo iba a decirte...—murmuró, y me miró ligeramente enfadado—¿Dónde está Michael?
—No lo sé.
—No digas...
—Lo digo enserio. Salió enfadado del restaurante y no supe más. Supongo que ya está llorando con...
—No, no lo está.—entonces lo miré confundido, casi asustado, y él hizo un ademán a una mesa del fondo, donde pude ver a al menos cinco hombres, que rondarían los cincuenta, entre los que Thomas tonteaba como una chiquilla coqueta, repegándose juguetón y riendo aniñadamente, mientras los otros lo miraban como aquel que echa ojo a una presa.
—¿Crees que estaría tan tranquilo si tu novio lo hubiera llamado?
—No, ya hubiera mandado a todos esos al carajo.
—Y estaría listo para colgarte de un árbol.
—Seguramente.—bufé.
—Y como él no coordinaría nada de eso y me mandaría a planificar la ejecución...creo que merezco una explicación, porque quiero saber cómo amortiguar el problema antes de que explote todo.
—Roger...yo...
—Supongo que la propuesta no salió bien.—suspiró y se pasó la mano por la cara, como cansado—Yo sabía que todo iba a salir mal...fui un estúpido. Pensé que...pensé que sí Michael y tú se casaban, entonces Thomas por fin tomaría su distancia de ustedes...y serían un problema menos por el que preocuparme.
—Así que ustedes lo sabían...—reí entre dientes, como notando lo obvio. Michael siempre le decía todo a Thomas, y si yo odiaba eso, seguramente Roger se sentía igual.
—¿Por qué crees que estamos aquí?—me dio una mirada exhausta.
—Creí que...
—¿Que buscaba algo de ellos? Ojalá.—ambos miramos la mesa donde estaba aquel rubio. Se había trasladado al regazo de uno de esos hombres, y curvaba su espalda, sacando el pecho, dejando que uno de los tirantes de su playera, se deslizara por su hombro, y se viera mucho más sensual. El hombre, puso sus manos en la cadera de Thomas y mirando a sus amigos, y moviendo su pelvis, simuló algo que todos en la mesa entendieron y vitorearon, mientras Thomas se inclinaba sobre la mesa y se mordía el labio de forma provocativa.
—Debes estar furioso...a tu novio casi se lo están cogiendo por allá...—dije, casi como una broma, Roger tenía una mirada extraña, algo que no pude entender bien, preocupación, molestia, celos, decepción, pena.
—Lo conozco, mejor que nadie. Así que estoy bien. Lo que me preocupa ahora es, de hecho, tu novio. Tengo planes con Thomas para la semana que viene, así que en realidad quiero resolver tus problemas para que no estropeen mi vida de nuevo, chicos.
—Escucha, sé que ustedes tienen sus propios problemas de pareja...
—¡Qué considerado!—gritó, claramente enfadado—Si tanto te preocupas por nuestros problemas de pareja, te agradecería, mucho, muchísimo, que pudieran mantener sus propios problemas, lejos de nosotros. Ya sabes cómo quiere Thomas a Michael. Y no es por nada...pero debo decir que tu maldito novio, goza mucho de la atención del mío.
—Pues yo creo que el problema es Thomas, que no necesita de Michael precisamente, para pintarte los cuernos. Yo lo veo muy entretenido restregando su trasero en la entrepierna de esos.
—No estaríamos perdiendo el tiempo aquí, si Michael no le hubiera dicho que quería proponerte matrimonio...eso lo hizo pedazos.—suspiró y me miró—Y no creo que tu respuesta lo ayude a sentirse mejor.
—¿Quién le metió esa estúpida idea a la cabeza?—bufé frustrado.
—¿Que no es normal? Digo...es normal pensar en matrimonio cuando amas a alguien y llevan tanto juntos.
—¡No lo es!
—¿Qué es lo que te molesta tanto?
—Yo...no lo sé...—hundí mi cabeza en mis manos y bufé pesadamente.
—Christian...ustedes...ya no son niños...deben pensar a futuro. ¿Qué quieres hacer en unos años? ¿Sabes lo que él quiere? ¿Lo han hablado siquiera? Vivir juntos no es sólo coger como conejos, ¿sabes?
—¿Y tú qué vas a saber de eso? Es lo único que Thomas quiere, todo el tiempo.—aunque hablábamos, pude notar cómo mantenía un ojo bien puesto en el rubio.
—No, no es verdad.—negó con la cabeza y una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios—Hablamos...mucho, sobre el por venir.
—¿Qué futuro?—solté una enorme carcajada—Él no hace nada que no le mande Adam o su familia. No va a hacer nunca nada que él desee en verdad. Creo que ni siquiera sabe lo que quiere. Ni siquiera significas algo de verdad para él.
—¿Y tú sabes lo que quieres? ¿Siquiera sabes si lo amas?
—¡Claro que lo amo!—espeté, y bufé enfadado, para luego escupir con veneno—Tú qué vas a saber de eso, has pasado años tras Thomas...y aunque tengas el título, no son una pareja de verdad. Thomas te dejaría de inmediato si Adam se lo pidiera. ¡No te ama en realidad! Y tú eres muy iluso si crees lo contrario. Solamente eres el estúpido ex prometido de Adam a quien usa Thomas para pasar el rato, no significas nada para él.
Inmediatamente, Roger se puso de pie, aferró sus manos al cuello de mi camisa y me empujó contra la barra. Era más alto que yo, por lo que su agarre me hizo sentir que perdía el piso. Apretaba la mandíbula y tenía una mirada severa.
—Escúchame bien, Castille. Yo no soy tu maldita niñera para estar resolviendo tus problemas, ni para soportar tu mierda. Me importa un carajo si lo de Michael no funciona. Ustedes dos son solamente un par de desagradables mocosos.—la gente a nuestro alrededor miraba en espera de una pelea, la música se detuvo, y entre los murmullos, una clara voz aproximándose se hizo presente.
—Roger, ¿qué diablos crees que haces?—Thomas llegó directo a sujetar uno de los brazos del castaño, sin siquiera mirarme.
Sus manos finas, casi femeninas, se veían pequeñas en los brazos trabajados de Roger. Cuando por fin me vio la cara y me reconoció, soltó un grito ahogado. Roger me soltó y retrocedió un par de pasos, lo suficiente para que Thomas me diera una bofetada. La gente alrededor cada vez entendía menos.
—¡TÚ...PENDEJO!—gritó Thomas, con el rostro rojo, giró a ver a Roger y también gritó—¡Te dije que no alentaras a Michi! Pero te portaste como un idiota egoísta.
Roger bajó un poco la mirada, era impresionante ver cómo se volvía un perrito manso cuando se trataba de Thomas.
—Paga la maldita cuenta.—ordenó, al tiempo que me tomaba del brazo y extendía la mano—Dame las llaves del auto.
Con llaves en mano, me arrastró fuera del local, hasta el estacionamiento, donde abrió una de las puertas traseras del auto y me empujó dentro.
—¡Thomas! Basta. Déjame salir de aquí.
—¡¿Dónde está Michi?!
—Yo qué sé. Habla más contigo que conmigo. Me sorprende que no haya venido a llorarte.
—¿Qué diablos le hiciste?
—¿Qué le hiciste tú?—espeté—¿Tú le metiste esas ideas estúpidas?
—Christian, hablamos de mí. ¡¿Yo qué le iba a decir que se casara contigo?! ¡Yo le dije que era mala idea! Eres un imbécil, obviamente iba a salir mal.
—Lo debiste de haber detenido.
—O tú pudiste no portarte como un idiota.
—¡Me pidió matrimonio, estaba sorprendido y aterrado!
—Le dije que no lo mereces. No sé por qué se aferra a ti.
—Ugh...siempre que habla contigo, las cosas terminan mal...mal, mal, mal.
—¡¿Por qué siempre haces esto?! ¡Michi te ama! ¡¿No lo entiendes?!—gritó, frustrado, mirándome en la oscuridad, casi furioso—Debería llevármelo, pero no volver, eres un idiota.
—Y yo también lo amo...así que no...
—¡No es verdad! Eres un maldito egoísta. Eso eres. No lo quieres para ti, pero tampoco dejas que nadie más lo tenga...
—¿Alguien como tú?—reí—Tú eres incapaz de tener a un solo hombre, tienes a Roger y aún así andas tras mi novio...
—¡¿Tú novio?! No me hagas reír.
—Sí, mi novio, por más que lo odies. No es un juguete que puedes darme y quitarme, Thomas, las cosas no son así, no eres su dueño.
—No sé qué ve en ti...no lo sé...—murmuró—Te miro una y otra vez...y no encuentro nada extraordinario en ti...excepto...
Sin que tuviera tiempo para reaccionar, Thomas se abalanzó sobre mí. Caí de espaldas sobre el sillón y él se colocó entre mis piernas. Pude sentir su entrepierna rozar mi trasero, pero yo ya estaba en shock, con sus labios sobre los míos. Robándome el aliento. Me besaba intensamente, sin que yo hiciera nada para cooperar o negarme. Su lengua jugueteaba con la mía, mientras sus manos se colaban bajo mi camisa e iban a dar a mis pezones, su cadera se movía, simulando penetraciones. Lo aparté de mí como pude, yo estaba mareado y me sentía débil. Sus labios fueron entonces a mi cuello, donde mordió y besó a su antojo. Ya se deshacía de mi último botón y comenzaba a bajar a mi pecho cuando por fin algo salió de mi garganta.
—Basta...—pude pronunciar, en medio de un gemido que me hizo sentir avergonzado. Thomas me miró. Él inclinado sobre mí, con mi pezón entre sus labios rosados, y sintiéndolo duro entre mis piernas—Ya...ya...Thomas, basta, por favor.
—Qué dulce...Chris, ¿vas a llorar para mí?—se enderezó y volvió a darme un ardiente beso, para luego reincorporarse y empezar a desabrochar mi cinturón y mi pantalón.
—No es gracioso...basta...—sollocé, y traté de aferrar mis manos a las suyas, pero yo estaba muy asustado, o él muy enojado, porque en un rápido movimiento aprisionó mis manos y las colocó sobre mi cabeza, de nuevo, estaba inclinado sobre mí. Sentía su cuerpo caliente, su respiración acelerada, y sus ojos intensos que me miraban duros. En el pequeño espacio que había, no lograba moverme lo suficiente como para sacármelo de encima.
—No pretendo que sea gracioso.—dijo con voz firme. No encontraba en esos ojos al chico que conocía, como si fuera alguien distinto—Hay algo en ti que vuelve a Michi loco. Y planeo descubrir qué es. Aún si tengo que tomarte una y otra vez...voy a hacerte llorar y gemir mi nombre...voy a hacerte un desastre. Y una de dos cosas van a suceder...o encuentro lo que es tan adictivo de ti, o te rompo y te dejo inútil para él.
—Basta.—me removí bajo él, demasiado incómodo. Pero su mano libre sostuvo mi entrepierna, haciéndome dar un grito ahogado. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero. Thomas nunca se había comportado así. No conmigo. Podía ser agresivo y un hijo de puta, pero nunca me había mirado o tocado de esa forma. Solamente deseaba a Michael, no a mí. Yo era un estorbo para él, no uno de sus intereses. Nunca pude haber pensado en nosotros en una situación así. Era desagradable. Aterrador. Thomas parecía más bien...pasivo, así que verlo tan dominante como en ese instante, me dejó fuera de mi propia cabeza.
—Eres gay, ¿no? Pues entonces no hay problema.
—No, no, sólo Michael...—su mano empezó a moverse, con suavidad, comparada a su mirada amenazante, mis piernas hormiguearon y sentí un cosquilleo.
—No sólo lo has hecho con Michi. Sé que también estuviste con David, y con ese imbécil de tu universidad...—entonces di un respingo y lo miré casi asustado—Vamos...¿creíste que no lo sabía? Chris, has sido un chico malo...teniendo a Michi en casa, has tonteado con otro, y aún tienes el descaro de humillar a Michi, de rechazarlo...
Su mano se movió con más fuerza y mi cuerpo entero se tensó. Detuvo su mano y la llevó a mi trasero, donde empezó a aproximar sus dedos a un punto peligroso.
—Si puedes hacerlo con otros, ¿por qué no conmigo? Igual no quieres a Michi, sé bueno conmigo ahora...y puedo ayudarte. Quizá hable con él.—se inclinó y besó mi cuello.
Sentir a Thomas era desagradable. Desde donde estaba, su playera desordenada me dejaba ver su pecho blanco, sus ojos intensos, sus labios húmedos, sus manos firmes, que sometían y acariciaban de forma impresionante. Su mano se aferrada a mi trasero mientras su cadera aproximaba su erección a mi entrada. Aún con nuestros pantalones de por medio, el roce duro, me puso el cuerpo caliente al instante. Pero era el alcohol en mi sistema. Yo no sentía nada por Thomas, yo no quería hacerlo con él. Y sin embargo, estaba tan excitado.
—No quiero.—mascullé, y lo sentí sonreír sobre mi piel.
—No te estoy preguntando lo que quieres. Yo sé lo que quieres. Solamente que no tienes las agallas de decirlo. Michi y tú deberían de dejar de perder su tiempo. No van a llegar a nada. Michi quiere una familia contigo, Chris, y tú no lo quieres lo suficiente como para darle una oportunidad a esa dulce fantasía.
Me soltó y se enderezó, para sacarme los pantalones de un tirón y bajar su bragueta.
—Ya, ya, ya.—chillé y me fui a refugiar a un rincón de la diminuta cabina.
Thomas estaba divertido. Lo noté en su cara.
—Qué más da. Creo que no importa si lo haces con cualquier otro o conmigo.
—¡No es lo mismo! ¡No eres Michael!
—¿Y? Tuviste sexo con otros hombres además de con él...y ya estás grande como para salir con tu mierda de "no soy gay".
—Lo soy. Claro que lo soy. Pero no quiero a nadie más que a él.
—Pues me enteré de que dabas los gemidos más dulces mientras ese compañerito tuyo te daba.
—Fue un error, estábamos ebrios. Él ni siquiera recuerda nada...
—¿Y eso lo hace menos horrible?—se inclinó a besar mi cuello, lamiendo, y yo sentía que estaba a punto de algo que realmente no quería.
—Basta, Thomas, para con esto...me equivoqué, tienes razón, he sido malo con Mich, y lo admito. Quiero hacer las cosas bien...pero estoy tan asustado...y yo sé que tú también lo estás.
Me dirigió una mirada que me hizo entender que había dado en el blanco.
—Ambos estamos...lastimando a hombres maravillosos, que nos aman y harían lo que fuera por nosotros...¿sabes que Roger te ama? No es como los otros, y lo sabes, y estás molesto contigo mismo, y asustado...yo sé que lo entiendes.
—Todo este problema se trata de Michi y tú, yo no...
—¿Tú no tienes ese tipo de problemas? Mentira. Estás aquí, desquitándote conmigo, pero estás molesto contigo.
—Deberías preocuparte de tu propia mierda, Chri.
—Quiero ir a casa...y arreglar las cosas con Mich...lo amo demasiado...no quiero huir, no más. Aunque...deba...enfrentarme a mis padres.
—Tienes a Azula, ella va a cuidarte siempre...no debes estar asustado...—susurró, y quise pensar que lo decía para hacerme sentir mejor, pero sonaba más como un consuelo para sí mismo, lo que me hizo sentir confundido.
Se apartó de mí y comenzó a arreglarse.
—Vete al carajo, no eres para nada divertido.—abrió la puerta y salió a lanzarse a los brazos de Roger, quien lo abrazó como si en ello se le fuera la vida.

Me llevaron a casa, sin decir nada, Thomas miraba por la ventana, pensando. Roger lo miraba a él de reojo, como temeroso de que la ilusión se desvaneciera. Y yo trataba de pensar en qué le diría a Michael cuando lo viera. Tenía la cabeza hecha un lío aún, supongo que lo primero era hablar de lo que queríamos, nunca lo habíamos hecho seriamente.
¿Michael en verdad quería una familia? ¿Qué clase de familia podríamos aspirar a tener nosotros? Quizá ellos tenían razón, quizá era momento de hablar de esas cosas.
Pero...al llegar a casa, me encontré con nada más que silencio y calma. Michael no estaba, y no llegaría a casa aquella noche.

Solo tú [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora