─ɴᴏ ɴᴀᴄɪ́ ᴘᴀʀᴀ sᴇɢᴜɪʀᴛᴇ ᴀ ᴛɪ ɴɪ ᴀ ɴᴀᴅɪᴇ

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¿Y qué ocurría si Sam se equivocaba ahora? Nadie podía evitarlo. Nadie podía refutar su decisión.

A menos que...

Tuve una idea que nunca jamás había querido plantearme; pero ahora que tenía las cuatro patas sujetas por esos alambres invisibles, caí con alivio en la existencia de una excepción. No, más que alivio, con verdadero gozo.

Nadie salvo yo podía disputar la decisión del Alfa.

No me había hecho acreedor de nada, pero poseía ciertos dones y había ciertas cosas que jamás había reclamado.

Nunca había querido liderar la manada, y tampoco albergaba ese deseo ahora. No deseaba que la responsabilidad del destino de todo descansara sobre mis hombros, y a Sam eso se le daba muy bien, era mejor de lo que yo lo sería jamás.

Pero esa noche estaba equivocado, y yo no había nacido para arrodillarme ante él.

Las ataduras de mi cuerpo se aflojaron en el mismo momento en que reclamé mi derecho de nacimiento.

Gradualmente crecieron en mí dos sensaciones, una de libertad y otra más extraña, la de un poder vacío, hueco, ya que el poder de un Alfa procede de su manada, y yo no tenía manada. La soledad me abrumó durante unos segundos.

Ahora no tenía manada.

Pero seguía en pie y recuperé las fuerzas mientras caminaba hacia el lugar donde Sam planeaba el ataque con Paul y Jared. El líder se volvió al escuchar el sonido de mi avance y entrecerró los ojos negros.

No, repetí.

Lo percibió de inmediato en la nota de mis pensamientos, supo de mi elección en cuanto escuchó la voz Alfa de mis pensamientos. Retrocedió medio paso con un aullido de sorpresa.

¿Qué has hecho, Jacob?

No voy a seguirte en una causa completamente errada, Sam.

No puedes dar la espalda a la tribu, Jacob.

Percibí el doble eco de la orden impartida con su voz de Alfa, pero no sentí el peso de la misma, pues ya no causaba efecto alguno en mí. Apretó la mandíbula tratando de forzarme a responder a sus palabras. Miré fijamente sus ojos coléricos.

El hijo de Ephraim Black no ha nacido para seguir al de Levi Uley. No nací para seguirte a ti ni a nadie más.

Un coro de aullidos rasgó el aire a mi alrededor cuando le di la espalda.

Me alejé de la barahúnda que había provocado y hundí las pezuñas en el suelo a fin de correr más, pues no disponía de mucho tiempo.

Aquel día había comenzado como cualquier otro. Había patrullado durante la noche para volver a casa en cuanto amaneció un alba lluviosa. Había desayunado con Billy y Rachel con el sonsonete de fondo de los programas malos de la tele y reñido por una tontería con Paul. ¿Cómo podía haber dado todo un giro tan completo y surrealista? ¿Cómo era posible que todo se hubiera liado y complicado hasta el punto de que ahora estuviera solo y fuera un Alfa contra mi voluntad? ¿Cómo podía ser que hubiera cortado lazos con mis hermanos y preferido a los vampiros? ¿Estaba prefiriendo realmente a los vampiros? ¿O estaba prefiriendo, por primera vez, ante todas las cosas, a Millie?


Interrumpió el hilo de mis pensamientos el sonido que tanto había esperado y temido: el suave impacto contra el suelo de unas zarpas enormes detrás de mí, en pos de mis huellas. Aumenté la fuerza de mis zancadas y me lancé como un poseso por el bosque sombrío. Me bastaba con acercarme lo suficiente para que Edward pudiera leer en mi mente la señal de alarma. Leah no iba a ser capaz de detenerme ella sola.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐇𝐄𝐑³ | jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora