─ᴇsᴛᴏ́ᴍᴀɢᴏ ᴅᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ

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—¿Ha sido idea tuya? —susurró Bella con voz rasposa.

Hizo un esfuerzo para hablar con el volumen necesario para que pudiera oírla olvidando lo fino que andaba yo de oído; no terminaba de gustarme que, tan a menudo, pasara por alto el hecho de que yo no era del todo humano. Me aproximé un poco para no obligarla a hacer esfuerzo alguno.

—A mí no me culpes de esto. Tu vampiro ha elegido unos cuantos comentarios sarcásticos de mi mente.

—No esperaba verte de nuevo —admitió, a la vez que sonreía un poco.

—Tampoco yo —reconocí.

Me sentí un poco raro, allí de pie en esa estancia. Los vampiros habían retirado todo el mobiliario para instalar en su lugar un equipo médico. Imagino que eso no les molestaba. Estar de pie o sentado no importa mucho cuando eres de piedra. A mí también me hubiera dado un poco igual de no haberme encontrado tan cansado.

—Edward me ha contado lo que te has visto obligado a hacer. Lo siento.

—Está bien. Probablemente era cuestión de tiempo que yo estallara por alguna misión que me encomendara Sam —le mentí.

—Y Seth —apostilló ella en voz baja.

—De hecho, está encantado de echar un cable.

—Lamento meterte en problemas.

Solté una risotada que tenía más de ladrido que de risa. Bella suspiró débilmente.

—Supongo que eso no es nuevo, ¿verdad?

—No, la verdad es que no.

—No tienes por qué quedarte a ver esto —comentó, sin articular apenas las palabras.

Podía salir, y hasta parecía una buena idea. Pero si lo hacía, a juzgar por el aspecto de la enferma en aquel momento, lo más probable es que me perdiera los últimos quince minutos de su vida.

—En realidad, no tengo ningún sitio adonde ir —repliqué, haciendo un gran esfuerzo para que mi voz no delatara emoción alguna—. Esto de ser lobo mola mucho menos desde que se nos ha unido Leah.

—¿Leah...? —preguntó ella sin aliento.

Entonces, asomaron la jeta por allí la psicópata en cuestión y el doctor Carlisle. Éste llevaba en las manos una copa de plástico cubierta con una tapa y una paja flexible para beber. No podía verse el contenido de la copa de modo alguno, pero se olía.

Carlisle vaciló y mantuvo el brazo de la copa medio extendido. Su paciente le miró. De nuevo tenía cara de pánico.

—Siempre podemos intentar otro método —ofreció Carlisle con sosiego.

—No —susurró Bella—. Voy a probar éste primero, no tenemos tiempo...

Pensé que había visto algún indicio sobre el contenido y por fin se había preocupado por sí misma, pero luego movió la mano sobre su estómago abultado.

Bella alargó el brazo y se hizo cargo del recipiente. Su mano tembló ligeramente y alcancé a oír el sonido del líquido en su interior. Intentó apoyarse sobre un codo, pero apenas si logró alzar la cabeza. Un golpe de calor me subió por la espina dorsal cuando tomé conciencia de lo mucho que se había debilitado en menos de un día.

—Haz como si no estuvieran —la instó Rosalie.

Aquello me hizo sentir incómodo. Debí haberme ido cuando Bella me ofreció esa posibilidad. No pertenecía a aquel lugar ni formaba parte de aquello. Sopesé la posibilidad de desaparecer, pero entonces comprendí que se lo iba a poner más difícil a Bella. Le iba a resultar más duro pasar por aquel trance si sospechaba que estaba demasiado a disgusto como para quedarme, lo cual, por otra parte, era casi cierto.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐇𝐄𝐑³ | jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora