─ᴠɪsɪᴛᴀ

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—¿Dónde está la tía, mami?

La enunció con una clara y aguda voz de soprano.

—¿Dónde está la sobrina más preciosa de todas?

Entré a la casa con una sonrisa de oreja a oreja. Sin dudas era mi momento favorito del día, ver a mi pequeña Renesmee que de pequeña ya no tenía nada.

A los tres meses, Renesmee mostraba el aspecto de un niño de ocho años. Para ser exactos, no tenía las formas propias de un niño de esa edad, pues era más esbelta y más graciosa y guardaba unas proporciones más equilibradas, como las de un adulto. Sus tirabuzones de color bronce le llegaban hasta la cintura. Renesmee era capaz de hablar con una entonación y una gramática impecables, pero rara vez se molestaba en emplearlas, porque prefería simplemente mostrarle a la gente lo que quería. No sólo andaba, sino que también corría y bailaba, e incluso sabía leer.

La niña vino corriendo hacia mí y la alcé en mis brazos. Se me hacía complicado sostenerla, pero lo intentaba sin dudarlo. Después de un día cansador en el instituto nada mejor que tener a una pequeño semivampiro corriendo a mi alrededor.

Su mano cálida tocó mi mejilla. La imagen de ella corriendo con el lobo de pelaje rojizo por el bosque me hizo sonreír.

—¡Que feo que no me hayan esperado! —intenté sonar molesta, pero Renesmee empezó a reír.

—Ha sido mi culpa —comentó acariciando mi cabellos—. El tío Jake quería esperarte, pero no podía aguantarme.

La fui dejando en el suelo nuevamente.

—Ya, que no haría tu tío Jake por ti...

Bella llegó hasta mí con una sonrisa.

—¿Cómo está todo?

Bella se encogió de hombros y me hizo una seña con la cabeza para que la siguiera.

—No vas a llevarme a el lugar más escondido de la casa para asesinarme, ¿cierto?

—Calla, Millicent —me retó mi hermana—. No me gusta que bromees con eso.

—Lo siento.

Llegamos hasta el escritorio de Carlisle, escaleras arriba, y sobre la mesa se hallaba una antigua caja de madera elaboradamente tallada, grabada con oro y madreperla y adornada con un arco iris de gemas.

Dentro la gargantilla de oro era sencilla, una gruesa cadena con eslabones en forma de escamas, imitando a una suave serpiente que podía enrollarse alrededor del cuello. De ella colgaba una joya: un diamante blanco del tamaño de una pelota de golf.

—Qué maravilla —murmuré atónita—. ¿Quién la manda?

—Aro —respondió Bella—. El líder de los Vulturis.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Sobre la mesa vi una nota.

"Aspiro con deleite a ver a la nueva Señora Cullen en persona"

—¿Vendrá? —pregunté nerviosa.

—No lo creo —respondió Bella—, pero estamos muy nerviosos con eso. Queremos evitar el contacto lo máximo posible, al menos... hasta que tú mueras.

Abrí mis ojos como platos.

—Bueno, si somos optimistas moriré dentro de unas cuantas décadas... ¿Cómo lograrán eso?

—Para los vampiros las décadas son como semanas, Millie, sólo tenemos que ser pacientes.

—Pero, ¿Y si no? ¿Y si se cruzan con él antes? Tú sabes que no tengo opción, Bella. Si su don es ese que sabe todo de ti con solo tocarte, la verdad que no me favorece en nada. Es más, me resulta raro que aún no supieran de mí.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐇𝐄𝐑³ | jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora