─ʀᴇᴛɪʀᴀᴅᴀ

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Di un paso hacia adelante, dispuesta a saltar de mi fila y cortarle la cabeza de un mordisco, pero el gigante cuerpo de Jacob se interpuso en mi camino y me comenzó a acorralar hacia atrás.

No te muevas.

Pero...

Es una orden.

Mis patas flaquearon ante su mandato y agaché la cabeza. Me costó un poco asimilar que ahora era parte de la manada de Jacob y que él era el Alfa por lo que todas sus órdenes debían ser cumplidas.

Lo siento, sabes que esto no me gusta, pero es mi deber protegerte.

Iba a responderle, pero sentí como una capa invisible nos cubría, a nosotros y a Edward que dejó de revolcarse en el suelo y se levantó con lentitud y se posicionó a nuestro lado.

¿Qué ha sido eso?, pregunté.

Bella. Ha aprendido a expandir su campo de protección, respondió Jake alejándose de mí una vez seguro que no iba a salir a correr hacia los Vulturis.

Una docena de ataques punzantes chocaron contra la superficie del escudo. Doce brillos marcaron las diferentes zonas del impacto. Al parecer, la menuda vampira no había sido capaz de atravesar el blindaje. Miré a mi alrededor de inmediato: todos estaban bien.

Miré al otro lado del claro. Jane contemplaba nuestras líneas con incredulidad e ira. Yo estaba muy segura de que nadie había aguantado de pie ni uno de sus feroces asaltos, a excepción de Bella.

Nadie lo había deducido todavía, pero sabía que Aro iba a tardar medio segundo en suponer, si es que no lo había hecho ya, que el escudo era mucho más poderoso de lo que él conocía a través de Edward.

Jane profirió un grito penetrante, sobresaltando a todos, incluso a los componentes de la disciplinada guardia; a todos, menos a los tres ancianos, quienes siguieron centrados en su conferencia. Su gemelo la aferró por el brazo para retenerla cuando se agachaba para tomar impulso y saltar.

Alec palmeó con suavidad el hombro de su hermana antes de ampararla bajo el brazo. Volvió hacia nosotros su angelical rostro y nos miró con gran serenidad.

Una extraña neblina relumbrante iba cruzando por encima del prado. Apenas era visible por culpa del blanco de la nieve. Me recordó a un espejismo: una leve distorsión de la vista, la insinuación de un resplandor débil.

Un murmullo sordo recorrió el suelo que pisábamos y un golpe de aire alborotó la nieve del espacio intermedio existente entre nuestras fuerzas y las del enemigo. Benjamín también había visto la amenaza reptante y ahora intentaba alejar la niebla de nuestra posición. La nieve permitía ver con más facilidad cómo lanzaba un soplo de brisa tras otro contra la nube de vaho, pero ésta no se resentía en modo alguno del embate de los mismos.

Los ancianos se separaron al fin, deshaciendo esa formación en triángulo.

—Antes de votar... —empezó Aro. Sacudí la cabeza con rabia. Estaba harta de aquella tontería. El ansia de sangre me impelía de nuevo. Quería luchar—. No tiene por qué haber violencia sea cual sea la decisión del concilio, se los recuerdo. La muerte de cualquiera de ustedes sería una pérdida lamentable para nuestra raza, pero sobre todo en tu caso, joven Edward, y en el de tu compañera neófita. Los Vulturis acogeríamos de buen grado a muchos de ustedes en nuestras filas. Bella, Benjamín, Zafrina, Kate. Se les ofrecen muchas alternativas. Considérenlas. En tal caso, votemos —concluyó con aparente renuencia.

—La cría es una incógnita y no existe razón para tolerar la existencia de semejante riesgo —se apresuró a contestar Cayo—. Debemos destruirla a ella y a todos cuantos la protejan.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐇𝐄𝐑³ | jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora