Pequeño hermano.

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Siete años antes.

Su pequeño Sasuke estaba junto a él, recostado en el puente de un lago. La cabeza azulada del Uchiha menor se restregaba constantemente en los muslos y vientre de Itachi, quien sólo acariciaba la espalda del niño.
Para cuando Sasuke alzó la vista, se mostró un leve sonrojo en sus pómulos, sobre su nariz e incluso sobre sus oídos.

Nii-san— lo llamó.

—¿Sasuke?— preguntó Itachi acariciando con dulzura la mejilla sonrojada de su hermanito.

—Te quiero, nii-san— soltó de golpe.

Itachi se quedó de piedra al escuchar aquellas palabras salir de su inocente hermano. Sin saber que Itachi sentía lo mismo, pero en un grado mayor. El rostro de el hermano mayor soltó una mueca casi imperceptible.
Los ojos de Sasuke estaban entrecerrados a causa de la pronunciada sonrisa que le daba a su ídolo.

Bajó su cabeza nuevamente y la recostó sobre los muslos de su hermano, quedando boca arriba. Al notar que Itachi seguía con la mirada sobre él, Sasuke estiró su mano derecha y con un dedo picó la mejilla del contrario. Después, con el mismo dedo, delineó una de las marcas que crecían cerca de los ojos de Itachi. Paró cuando la misma acababa debajo del pómulo.
Con la otra mano acarició el pequeño mechón de cabello azabache que atravesaba el mirar oscuro.

Itachi que no paraba de mirarle embelesado. Con una sonrisa acercó su rostro doblando la espalda con lentitud. Se detuvo de golpe cuando el sonrojo de Sasuke se pronunció con más fuerza, sintiendo la respiración agitada del niño.

—Ita-Itachi— balbuceó con dificultad el pequeño Uchiha, abriendo su oscuro mirar a más no poder.

Sintió su corazón golpear con brutalidad su pecho cuando dos dedos se estamparon en su frente.
Soltó un quejido al ver que su hermano mayor se había separado abruptamente de él.

¿Había hecho algo mal? Se preguntó Sasuke con los ojos acuosos, cuando por su mente cruzó la idea de que Itachi no lo quería.

—Vamos Sasuke, mamá debe estarnos esperando— mencionó el mayor tomando la diminuta mano del azabache.

Nii-san— dijo Sasuke estupefacto.

Y ahí lo comprendió.

Itachi no lo quería.

Desanimado, se levantó del puente y sin importarle la reacción de su hermano, salió corriendo con lágrimas en los ojos en dirección a su casa.
Se adentraría en su habitación y lloraría lo que sus ojos le permitieran, incluso si caía rendido al cansancio.

Escuchaba los gritos lejanos de Itachi, llamándole desesperadamente.

Fue un error.

Lo siento, Itachi.

Tu tonto hermano menor debe aprender a controlar sus sentimientos.

Con el corazón en la mano, llegó a casa. Entró a ésta y haciendo caso omiso de los saludos de su madre subió las escaleras a toda prisa. Sin siquiera haberse sacado los zapatos.

Cerró la puerta con fuerza y colocó el pestillo. Se lanzó a la cama y ahogando sus sollozos en la almohada se retiró los zapatos con sus propios pies.

Preguntando y rogando que un milagro sucediera. Que Itachi atravesara la puerta y le dijera que lo amaba.

Qué lindo sería que eso pasara.

Era sólo un sueño que jamás se cumpliría.

Porque ellos compartían sangre, eran hermanos e Itachi no lo amaba.

Pequeño Hermano (Itasasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora