11: El misterio del amor.

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Las actividades para los universitarios del distrito de Konoha era muy activa.

Proyectos, trabajos, exámenes, pruebas, tesis, ensayos y conferencias eran solamente una pequeña descripción vacía de todo a lo que los jóvenes adultos se enfrentaban con el paso de las semanas y su respectivo curso.

Podían sumarse las horas extras en biblioteca para ampliar sus conocimientos en los temas, para realizar tareas, investigaciones y para leer.

Las actividades deportivas eran como un plus para los amantes del deporte y de mantener el cuerpo activo. Esa adrenalina de sentir la sangre corriendo en las venas con cada pálpito fuerte en el corazón, la respiración agitada y los músculos ardiendo.

Había muchachos que se quedaba en las habitaciones para estudiantes de la universidad. Eran construcciones comunes, ambientadas para que se tuviera un desempeño académico aceptable y que les facilitaran herramientas didácticas. Lo demás dependía de los estudiantes.

Amar su profesión era un aspecto muy importante para lograr y disfrutar la universidad.

Dentro de todas estas facilidades que mantenían en las instalaciones de la universidad, también existían sus respectivos sacrificios que debían de hacer individualmente para pagar su colegiatura. No muchos ingresaban a la universidad debido al fondo monetario que cada uno manejaba.

Muchos de ellos, preocupados por este asunto, recurrían a becas escolares, deportivas, y en casos más extremos, el trabajo.

Obito era uno de los que tenían en cuenta esa opción. No es un fuera el único con aquella situación; pero sí podrían caber en el porcentaje de alumnos que debía preocuparse un poco más de lo normal por la colegiatura.

Su recibimiento profesional era algo que podría quitarle un peso de encima. Las cuentas últimamente estaban saliendo de sus manos, y tenía que trabajar más para completar su paga por semestre. Suspiró una última vez, tratando de mejorar sus energías y de poner otra cara para Kakashi.

—¿Vas tarde?— le preguntó el peliplata. Entre sus manos llevaba uno de sus tantos volúmenes de las tácticas seductoras que habían sacado desde su primera publicación.

Viendo la imagen que el texto acompañaba, Obito sintió sus orejas calentarse. No comprendía cómo demonios Kakashi podía leer eso con una tranquilidad tan grande y sin sentirse exhibido.

—No— contestó guardando una pluma que se le había quedado en el bolsillo—. Hoy salgo hasta las once.

—¿Eso no es explotación laboral? Son más de las ocho horas de trabajo diarias— aún sin quitar los ojos de su lectura, Kakashi prestaba atención a las palabras de Obito, y todavía así comprendía lo que leía mientras también su cabeza disfrutaba de las imágenes.

—Yo soy el que pidió horas extras— aclaró el Uchiha al continuar sintiendo lo blando del pasto bajo sus pies—. Lo bueno es que no será en el café.

—¿No te gusta?

—Ehh, algunos compañeros son pesados— apartó la vista de su compañera de futuro trabajo que estaba recargada contra un árbol de los jardines—. Ahora voy con Hiram. Es entretenido estar con él también en el taller.

—Hmm— musitó Kakashi.

Si se detenía a darle una mirada profunda y atenta, como pocas veces hacía con alguien (nadie) iba a ser fácil identificar la falta de energías y de horas de sueño en el azabache. Sus ojos, normalmente débiles y que tenían que recibir cierto medicamento en algunos horarios, se veían mucho más resecos, con algunas venas marcándose más de lo normal y con una línea morada bajo el párpado inferior en cada ojo.

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⏰ Última actualización: Jun 08 ⏰

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Pequeño Hermano (Itasasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora