Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis.
El calor dentro de aquel lugar era insoportable a pesar del frío del otoño afuera. El espacio era reducido, así que el joven no quería moverse demasiado para evitar cualquier inconveniente. El lugar estaba repleto de personas.
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis.
La cuenta se repetía en su cabeza mientras luchaba con todas sus fuerzas por recordar todas y cada una de las coreografías en las que iba a participar.
"Bien, primero el tango y después el merengue. Tengo que recordar tener todo listo para el reggaeton después de terminar la bachata. ¿O la bachata era antes que el merengue?"
Al darse cuenta del evidente desastre que era su mente, se llevó las manos al rostro con frustración. Tenía que encontrar una manera de calmarse y rápido. ¿Acaso no se suponía que era un profesional?
—Oh, Dios... —exclamó el joven intentando recuperar la calma.
No era la primera vez que se presentaba en público, claro que no.
Nishinoya bailaba desde que tenía memoria, por lo que la adrenalina que le provocaba ser observado por miles de ojos no era un problema. Sin embargo, era la primera vez que sus maestros le daban tantos solos en medio de distintas coreografías, así que sus nuevos nervios estaban justificados. Era un terreno totalmente inexplorado para él.
El chico dejó salir el aire que estaba conteniendo inconscientemente para observar a su alrededor.
"La salsa y el mambo son las últimas, ¿verdad? Necesito agua, ¡¿dónde está mi agua?!
Nishinoya Yuu no solía entrar en pánico durante este tipo de situaciones, pero, la verdad, no podía evitarlo esta vez.
Había invitado a todos sus amigos. A todos. Y sabía que entre ellos estaría cierto chico alto con cabello largo.
—Oh, Dios... —volvió a repetir al verse incapaz de calmarse.
Eso era nuevo.
Por lo general, él era la chispa que mantenía los espíritus de sus compañeros por los cielos. Le encantaba hacerles saber que él estaría apoyándolos sin importar qué, pero ahora se veía en la increíble necesidad de abrazar a alguien o tener a alguien a su lado.
—¡Noya-san! —escuchó de repente entre el escándalo del lugar.
Una gran sonrisa se formó en su rostro al ver a sus mejores amigos caminar hacia él mientras intentaban esquivar a los demás bailarines que entraban en calor.
—¡Shoyo! —respondió de igual manera.
El bailarín de ballet de cabello naranja corrió hasta él para poder darle un fuerte abrazo. Uno que era más que bienvenido y agradecido.
Nishinoya no dijo nada, pero ver sus rostros había sido una gran manera de no ingresar a un mundo de pánico.
—Ah, por fin te encontramos —suspiró Yamaguchi con algo de pena—. Hay demasiado alboroto aquí.
El patinador tenía su ahora largo cabello suelto, con dos pequeñas trenzas a cada lado de su cabeza que se unían atrás para mantener su cara libre.
Aquel no era un evento formal, pero al ser su academia tan famosa, muchas personas se veían atraídas a los recitales y verse mal no era una opción. Mucho menos para personas como sus amigos.
Fue entonces cuando se percató de la ropa que estaban usando. Nishinoya se llevó una mano a la cintura antes de hablar.
—Se ven increíbles hoy —dijo con emoción.
Aquello provocó sonrisas más grandes en sus rostros.
—Ah, ¿esto? —dijo el patinador más alto llevando una mano a su pecho— No es nada, la belleza es algo natural en mí.
Nishinoya rió suavemente al ver al chico de pecas fruncir el ceño.
—No le creas —lo cortó Yamaguchi—. Estuvimos hablando durante casi tres horas porque no podía escoger una maldita camisa.
—¡Qué malo, pecas! —se quejó, provocando que los otros tres rieran.
Nishinoya entonces volvió completamente a la realidad. Adoraba estar con sus amigos y todo, pero aún estaba muy perdido con sus preparativos y el espectáculo empezaba en una hora o algo así.
—Me alegra que hayan podido venir, chicos —dijo—, pero en serio necesito poner un poco de orden en mi mente ahora.Los otros tres se miraron con algo desconcierto. Era raro ver al más bajo tan nervioso.
—Pues para eso estamos aquí —respondió el pelirrojo con simpleza.
Yamaguchi y Oikawa asintieron a su lado.
—Suga se quedó afuera con Kenma y Akaashi —explicó el chico de pecas—. Van a recibir al resto y a ayudarlos a acomodarse.
—Así que nosotros te ayudaremos a estar listo para tus presentaciones —terminó el castaño.
El bailarín más bajo sonrió con ganas ignorando el sonrojo de sus mejillas provocado por el gesto de sus amigos.
—Bien, lo primero es separar tu ropa —habló Yamaguchi—. ¿Tu maleta?
Nishinoya tuvo suerte aquel día.
A lo largo de sus años de bailarín, el joven se había acostumbrado a todo lo que eso significaba.
Ropa totalmente diferente para los distintos ritmos, maquillaje, fijador para el cabello y muy pocos momentos entre cada presentación para prepararse. Era difícil, pero Nishinoya lo amaba de todas formas. Y debido a su alto nivel y enorme cantidad de pertenencias requeridas, sus maestros le habían dado la oportunidad de tener su propio cuarto para cambiarse.
Era pequeño, nada extravagante, pero era sin dudas un beneficio enorme al saber que podía tener sus cosas a salvo y a su disposición con más facilidad.
El más bajo recordó la pregunta del patinador y señaló su gran maleta naranja inmediatamente.
—¿Aún no has preparado tus cosas, Noya-san? —cuestionó Shoyo con sorpresa. Nishinoya, aún así, fue capaz de notar cierto reproche en su voz.
—¡Estaba nervioso! —se excusó— Jamás había tenido tantos bailes y, sinceramente, estoy al borde de perder mi cordura.
Los tres invitados observaron al chico con miradas que reflejaban su entendimiento. Después de todo, ellos conocían bien el sentimiento.
—Bueno, no hay tiempo que perder en ese caso —habló el castaño—. Pongamos manos a la obra si queremos tener todo listo.
Yamaguchi se limitó a tomar la enorme maleta con ruedas para poder dirigirse al camerino del chico.
Nishinoya estaba muy nervioso como para protestar, así que simplemente guardó silencio y usó la llave que le habían entregado para darle acceso al cuarto.
No era demasiado, pero era un verdadero alivio poder escapar durante unos minutos del calor insoportable que se sentía detrás del escenario.
El joven observó a sus tres amigos abrir su maleta y acomodar sus pertenencias. La acción lo hizo sentir un poco tonto, pues simplemente los observaba sin hacer nada.
Se sentía extraño. Nunca antes se había quedado congelado así, pero no podía evitarlo.
—Noya-chan, ¿qué pasa? —la voz de Oikawa lo sacó de sus pensamientos.
El castaño estaba de pie junto a la silla en frente del tocador. Yamaguchi y Hinata colgaban sus conjuntos en el colgador de ropa.
—Ah, nada —dijo sonriendo un poco—. Creo que estoy un poco nervioso, eso es todo.
—Estás algo pálido —comentó el patinador más joven.
Nishinoya no respondió, aún sin poder encontrar en sí mismo la fuerza para reaccionar.
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ʟᴇᴛ'ꜱ ᴅᴀɴᴄᴇ ||Haikyuu AU||
FanfictionLa música puede llegar al corazón de las personas con suma facilidad. Aquellos que entregan su cuerpo y alma a ella están condenados a ser sus esclavos de por vida. -¿Bailamos? Disclaimer: AU de Haikyuu en el que algunos chicos se dedicarán a practi...