Capítulo 42: En la cárcel la vida se trata de sobrevivir.

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Mientras todo el país tenía en su boca a Jordi y a Shawn, ellos fueron llevados al penal de Keterburgo a la espera del lunes de la discordia.

Por suerte o por desgracia, Shawn y Jordi fueron asignados a la misma celda.

—Bien, entren, esta celda es para ustedes. ―El guardia le asignó la misma celda a Shawn y Jordi.

—Pero hay 4 camas y somos 2.

—Esperen un rato y verán.

—¿Así era tu celda Jordi?

—No, nada que ver, mi celda era como un hotel al lado de este antro. ¿Por qué me hiciste eso Shawn?

—Estaba desesperado, pensé que al estar preso no participarías en la elección, o por lo menos sacarte unos votos.

—Y no pensaste que te dio más mala imagen a ti, en parte es un apoyo a ese japonés.

—Perdón Jordi, ahora hay que pensar en el futuro.

—Lo que me hace acordar de lo que tengo qué hacer.

—¿Qué estás por hacer?

—Déjamelo a mí.

—Algo me dice que eso es mala señal.

—Guardias!

Una palabra para el plan de Jordi: Teléfono.

—¿Qué pasa?

—Necesito el teléfono.

—Bien, venga y no se pase de listo.

—No, para nada.

El guardia llevó a Jordi al área de teléfonos:

—¿Diga?

—Marco!

—¿Jordi?

—Sí Marco, soy Jordi.

—¿Cómo te pudiste comunicar?

—Teléfono de la prisión.

—¿Estás bien?

—Más o menos, necesito que nos saquen de aquí ya.

—Estamos en eso, aunque con la emergencia de Saito no podemos hacer mucho.

—Apúrate.

—Bien, resiste, pronto te sacaremos.

—Corrección, nos sacarás.

—¿Cómo? ¿A quién más?

—Shawn Wollcraft.

—¿Qué?!!

—Ya me escuchaste, Shawn y yo estamos juntos en esto. Además es nuestro comodín para convencer a los que quedan de izquierda en el parlamento.

—Está bien por un lado, pero por otro no, ¿No es más conveniente que Wollcraft se quede encerrado como canario enjaulado?

—Ya me escuchaste, los dos.

—Bien, de acuerdo, lo haré.

—Gracias amigo.

De regreso a la celda

—Shawn, me da mucho gusto verte!

—¿Clinton? ¿Qué santos estás haciendo aquí?

—Soy uno de tantos funcionarios detenidos, acá me tienes.—Michael Clinton fue también detenido junto a 26 funcionarios más.

—¿Qué está pasando?—Llega Jordi.

—Tenemos compañía, Jordi, te presento a Michael Clinton.

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