Ex- Assasin Nakamoto Yuta | YuMark

024

Mark tomó el primer vuelo que se le presentó hacia Corea.

Estaba preocupado, ¿A eso se refería su padre?

El vuelo fue largo y alcanzó a dormir un poco, antes de que una azafata le despertará.

Había llegado a Corea, y ahora, se encontraba tocando la puerta de su hogar.

— ¿Dónde está? — preguntó entrando a la casa al momento que Sicheng le abrió.

— En la habitación de arriba. Cuidado, está de mal humor.

Y sin escuchar completamente al chino, Mark subió rápidamente.

Tocó la puerta, y al no tener respuesta, simplemente entró.

Ahí estaba el japonés, recostado en una habitación totalmente blanca, con una venda en el cuello.

— ¿Que haces aquí? — preguntó serio.

— ¿Que sucedió? — devolvió la pregunta.

— No respondas mi pregunta con otra. ¿Quién te llamó? — volvió a preguntar molesto.

— Sicheng. — finalmente contesto.

El japonés se quejó.

— ¿Puede contestar ahora mi pregunta? — se defendió Mark.

No había viajado tan preocupado, sin dormir y comer, como para recibir ese trato.

— Solo fue un pequeño corte.

— ¿En donde?

El japonés apuntó con su dedo a su cuello.

— ¿Quién? — preguntó molesto, juró que si tenía que ver con su padre, algo  terminaría muy mal.

—  No lo se. — encogió sus hombros retandole importancia.

Por supuesto que sabía, pero no quería preocuparlo.

Mark lo miro serio, entonces decidió relajar un poco el ambiente.

Hace tres días que no se veían, y cuando se ven se pelean...

— Ven. — lo llamó Yuta, pero el otro se rehusó.

— No quiero.

— Makku...— sonrió — ¡Ven! — extendió sus brazos.

Y finalmente el otro se acercó.

— Fue un corte realmente ligero. — decía sonriendo — Y vele el lado bueno, podré utilizar gargantillas. — rió.

Mark rompió su fuerte mirada, para que sus ojos se pudieran achicar por la sonrisa que hizo.

— ¿Es muy grande? — preguntó preocupado suavemente.

El japonés negó, moviendo su cabeza de un lado a otro.

— ¿Cómo te fue en Canadá? — preguntó con una sonrisa.

El canadiense tragó.

— Me fue bien...— sonrió — La fiesta es este domingo.

— ¿Quieres que pase por ti? — preguntó — ¿En donde es?

— No, no hace falta. — rió.

— Está bien.

•  •  •

— Aquel negro, porfavor. — indicó apuntando al traje.

— Te ves igual que antes. ¿Lo sabes? — preguntó.