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— Oh, ¿Y cuando me lo presentas? — dijo con una sonrisa fingiendo inocencia.

— Hmmm, si se puede...— pensó un poco — Nunca — sonrío y se quitó la playera.

En consecuencia el tailandés le silbo con picardía.

— Quien fuera Mark...— suspiró y se acerco al armario que tenía cerca, y de ahí saco varias prendas — Aquí tiene, Sr. Nakamoto.

— Gracias, Sr. Ten — tomó las prendas y comenzó a ponerselas.

— ¿Crees que este tipo nos vaya a dar la información que queremos — preguntó Ten, sentando en la esquina de la cama.

— Pues, supongo que de una u otra manera nos la dirá — pronunció con una mueca al terminar de cambiarse.

— Ya lo creo  — sonrió ladinamente al entender.

Y tras esa corta plática fueron a hacer lo que mejor sabían hacer.

———[•  •  •]———

— ¿Volverás a Japón a trabajar? — preguntó limpiándose un poco.

— Solo volveré a encargarme de algunos problemas — dijo con una mueca frente al tailandés.

— ¿Que pasará con Mark? — .

Y esa pregunta le heló la sangre al japonés.

Era una pregunta que antes se había hecho — Y a la que decidió no encontrar respuesta — pues ¿Que sucedería con el?
¿Tendría que abandonarlo?

Bueno, hasta hace unos días, podría haberlo dejado para su seguridad, ahí en Corea, pero, la situación había cambiado.

Quienes lo perseguían sabían de la existencia de Mark, dejarlo solo, podría ser incluso más peligroso.

La única opción era llevarlo con el, pero, había un inconveniente...

¿Mark quedría ir a Japón con el?

No sabía exactamente la respuesta, pero, deseaba que fuera un si.

— ¿Qué hora es? — pregunto el japonés.

En estos momentos se encontraba desesperado por esa respuesta.

— 2:23 A.M — contestó tras revisar su teléfono.

— gracias — tomó su ropa y las llaves del auto de Ten  — Mañana te lo devuelvo — y salió, antes de que el tailandés pudiera reclamar.

Iba conduciendo lo más rápida que podía, quería llegar cuanto antes y recibir la respuesta.

Tras unos minutos de conducir, llegó a la casa, estacionó y abrió la puerta con sus llaves. Aunque hizo un poco de esfuerzo pues algo bloqueaba la puerta del otro lado, pero tras un fuerte empujon lo quito, no era imposible de abrir.

Pero vaya fue su sorpresa al encontrar a un canadiense dormido hecho bolita en uno de los sillones de la sala.

Tanta fue la ternura y tranquilidad que le dio verlo así que solo se sentó a su lado y acarició suavemente su cabello.

La desesperación por aquella respuesta desapareció más rápido que la sandía en esa casa...

— Mark...— habló suave.

Y el otro se movió muy poco.

— Mark... — intento nuevamente.

— ¿..H..Hyung...? — balbuceo medio dormido.

— Si, ¿Te llevo a tu cuarto?...— pregunto todavía con el mismo tono de voz.

El otro asintió levemente dormido con los labios ligeramente abultados.

Ex- Assasin Nakamoto Yuta | YuMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora