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— ¿Seguro que llevas todo lo que necesitas? — preguntó por vigésima vez al canadiense quien volvió asentir.

— Si. — sonrió fastidiado.

— Me preocupa que no puedas dormir sin tu peluche de Sandía — dijo con una mueca, entre broma y media verdad.

— Porfavor, no soy un niño hyung. — bufó.

— ¿No lo trajiste por eso? — preguntó ladeando su cabeza.

El otro negó.

— No cabía en mi maleta. — dijo con una mueca.

— Ya me lo esperaba...— suspiró con una sonrisita.

•  •  •

Ya estaban dentro de avión, pero Mark se veía muy pálido.

— ¿Te sientes bien? — preguntó preocupado.

— Hace mucho que no viajaba en avión. — contestó un Mark mareado.

— Hmmm, duerme un rato...— sugirió.

Y así, el canadiense cayó dormido en su asiento.

Realmente había sido mucho tiempo que no viajaba en avión, talvez desde que viajo a Corea.

Por su parte, el japonés planeaba bien lo que iban hacer esa corta semana que se quedarían.

No estaba realmente preocupado por la situación en la que pudiera estar su hogar japonés en estos momentos.

Puesto, que ahora, volvía a tener a su jefe con el. Es decir, casi tres cuartos de la mafia japonesa de su lado.

El problema que seguia teniendo eran los chinos.

WinWin y Lucas, eran dos de los "buenos" hombres que tenía esa mafia, pero, el se los arrebato.

Así que, por lo que realmente temía, era, a quien iban a enviar después.

A su cabeza no llegaba ningún nombre chino.

Realmente, su fuerte nunca fue la mafia china, nunca tuvo mucho contacto con ellos, más que un pequeño trabajo con un chiquillo que según el, hablaba alemán.

Y hasta ahi, ni siquiera recordaba el nombre de tal chino.

Bueno, podía llegar a su cabeza un solo nombre.

Alguien que estaba a su mismo nivel, que era recientemente famoso, y que porsupuesto conocía.

Lamentablemente sus personalidades chocaban y nunca pudieron hablar sin ser sarcásticos...

Por lo que para el japonés, recordar siquiera el nombre de ese tipo, le revolvía el estómago.

Cansado de escribir, retiro sus lentes y dejo su agenda a un lado.


Mark estaba dormido a un lado, con los labios abultados mientras decía cosas sin sentido.

Eso enterneció a Yuta, quien no desperdició la oportunidad y acarició su mejilla suavemente.

Para después acurrucarse también, y dormir un rato.

Alrededor de una hora pasó, el vuelo era corto.

Ex- Assasin Nakamoto Yuta | YuMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora