Siliconas y su pandilla

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Estaba de lo más tranquilo en la escuela, todo tranqui. Hasta que pasé cerca a un baño de chicas.
- ¡No te vuelvas a acercar a él, me entendiste, puta asquerosa!

Esa solo podía ser Chica Siliconas. Le estaba gritando a alguien que trataba de defenderse, pero al parecer estaba todo el grupo contra una sola. ¿Pero quién?

- ¡Una asquerosa, fea, enana y sabelotodo como tú no debe estar cerca de Gajeel-sama!
Ahí fue cuando mi cabeza prendió el foco. Sin esperar más, entré al baño y lo que me vi me encabronó como no tienen idea. Levy estaba rodeada por Siliconas y su pandilla, tenía marcas rojas en la cara, el pelo desordenado, el labio sangrando y se sostenía con dolor el costado de su vientre.

-Gajeel-sam...- empezó a decir Siliconas, pero la corte de frente.
- Quiero que tú y tus amigas me escuchen atentamente, Siliconas. Van a salir de aquí y no quiero volver a ver ninguno de sus teñidos cabellos cerca de nuevo. Ahora salgan de aquí, ¡ya!

Salieron todas rápidamente y yo me dirigí hacia Levy.
- Pon tus brazos al rededor de mi cuello.
- De acuerdo- dijo haciéndolo- ¿pero para...
Su pregunta quedó respondida cuando la alcé en mis brazos.

Así la llevé a la enfermería, que para colmo, no tenía enfermera. Dejando a la Enana en una camilla, empecé a buscar con qué curarla. Recordando todos los golpes que recibí en el pasado, busqué una pomada para los golpes, algodón y alcohol.

- ¿Gajeel, que vas a...
- Necesitas que alguien te cure esas heridas, Enana- dije sin voltear a verla.
Después de un silencio incómodo dijo,
- Gracias, Gajeel.
Yo sonreí
- Shhh, descansa un rato
- No me shushees, Gajeel, no me gusta.
Me reí y al rato encontré lo que buscaba.

Dejé todo en la mesa junto a la camilla de Levy y fui a lavarme las manos. Aunque sea súper rudo e impulsivo, sé que debo lavarme las manos.

Empece con el alcohol y el algodón. Lo acerqué a los labios de ella y me sentí celoso de ese algodón. La Enana solo cerró los ojos al primer contacto con el alcohol, pero luego los abrió. Tenía su boca un poco abierta, sentí como si esa boca de fresa me llamara, sentí que podía poner mis labios ahí y hacer bailar la lengua de la Enana con la mía, podía sentir ese fuego que me quemaba solo de un beso de la Enana.

-¿Gajeel, estás bien?- me preguntó la Enana.
Ahora lo único que sentía era la vergüenza de la cara de idiota que seguramente puse y de ver que todo había sido una fantasía.

-Sí- le dije- ¿cómo es que sucedió todo esto, eh?- Terminé de limpiar la herida de su labio y luego le eché pomada a los golpes de las mejillas y en los brazos.
- Me acorralaron en el baño. Nos vieron salir juntos ayer y malinterpretaron todo, se pusieron celosas, empezaron a tirarme cachetadas, la jefa me tiró una patada en el estómago, quisieron que prometa que no te hablaría ni me acercaría a ti y luego llegaste tú a rescatarme. Gracias.

- Ni lo menciones, Enana.
Vino un silencio incómodo y lo único que pude hacer fue seguir curándola.

Ahora va a venir la parte difícil.
- Enana, tengo que hecharle pomada a la herida del estómago.
Bien, Gajeel. Pídele de buena manera que se quite la flusa.

-Quítate la blusa.
Gajeel, eso sonó como que vas a violarla.
Me sonrojé y escuché a la Enana reírse. Pero, afortunadamente, me hizo caso.

Cuando reveló su vientre, tuve que tragar fuerte. La piel de la Enana era blanca y suave a la vista, solo arruinado por el moretón de la patada que le dio la estúpida de Siliconas.

Lo que más llamó mi atención, fue que tenía un piercing en el ombligo. Se la veía tan sexy, que por poco se me olvida que debo curarla.

Cuando puse mi dedo sobre el moretón de la Enana, ella soltó un gemido. Gajeel, ella gime porque la pomada está fría, así que cálmate.
-Lo siento- dijo la Enana algo sonrojada- la pomada está fría.
-Sí, y tu cuerpo está caliente- dije. ¡Gajeel, carajo, contrólate!- B-bueno, quiero decir que como tu cuerpo está todo abrigado y-y-y eso.
Ella solo soltó una risita.
-Sí, Gajeel. Sí entendí lo que quisiste decir.

***

Al final de la escuela, vi a la Enana a punto de irse.
-¡Enana!
-Hola, Gajeel- me sonrió- Gracias, de nuevo, por ayudarme.
-¿Puedo acompañarte a tu casa? No sería bueno que algo te pasara- tenía algo preguntarle.
- De acuerdo.

Caminamos hasta su casa, empezamos a hablar de muchas cosas y a burlarnos de otras más. Estar con la Enana me hace sentir diferente, como un mejor tipo.

Cuando llegamos a la casa de la Enana, me hizo pasar. Antes solo había llegado hasta la cosina, pero hoy pude entrar a su sala.
- ¡Mierda! ¿Enana, te has leído todos estos libros?
- Sí, Gajeel, he leído todos esos libros.

Su casa tenía estantes de libros desde el suelo hasta casi el techo. Pero tenía un espacio para un Home Theater como Kami-sama manda. Lo que me sorprendió fue que tenía todavía un reproductor de VH.
- ¿Por qué el VH, Enana?
- Todavía tengo los casetes de los clásicos de Disney. Me hacen recordar buenos tiempos.

La tarde se pasó entretenida, recordando viejos tiempos con Mulan y El Jorobado de Notre Dame. Cuando ya iba de salida, recordé la pregunta que tenía que hacerle a la Enana.
- Enana, ¿por qué simplemente no les dijiste a Siliconas que te alejarías de mi y ya- solté.
-Porque no quiero alejarme de ti, Gajeel. Te aprecio mucho y...
No la dejé terminar, me agaché y la abracé.
-Gracias- le dije. Vamos Gajeel, puedes hacerlo. Es solo un Le seguido de un Vy.
- Gracias...Levy.
- De nada Gajeel-dijo aún abrazándome - De nada.

Ya en mi casa me prometí a mi mismo que tenía que hacer de Levy McGarden, mi novia.

La vida de escuela de GajeelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora