Dieron las cinco de la tarde. Habían pasado varias horas desde lo ocurrido en el bosque. Comía la sopa de verduras que había cocinado la anciana Aimara, tratando de no pensar en lo ocurrido. Estaba sola en la casa. La anciana Aimara había desaparecido como de costumbre cada tercer día y se me ocurrió el irme también a otro lugar que me llenara de otros aires.
Terminé de comer, lavé trastes y me animé a salir con el velo en la cabeza, por si acaso. Me aseguré que nadie me viera y me dirigí a un lugar de gran importancia para mí, tomando un sendero que me apartaba de la aldea, a lo más alto de la montaña, y así llegar a la cima de una loma donde yace un amate gigante, el más grande de la región y que también, es mi libro de recuerdos y mi santuario especial.
Alcé la mirada hacia el gran follaje del árbol, observando como el viento que soplaba hacia bailar las hojas del árbol. Recorrí con la mirada el árbol, de arriba hacia abajo, colocando mi mano después, en el grueso tronco que parecía palpitar de vida y sabiduría.
Cerré los ojos y suspiré. Aquel árbol había sido testigo fiel y único de ese día trágico. No pude evitar derramar lágrimas de dolor. La muerte de mis padres y la terrible soledad y miedo que trajo ese evento en mi vida, empezó a invadir mi memoria. Aún después de tantos años, seguía siendo muy doloroso.
Mis padres habían muerto un día antes de mi cumpleaños número seis. Habíamos ido a ese amate para jugar. Y fue al atardecer que íbamos bajando a la aldea, cuando un grupo de aldeanos, con antorchas y lanzas, nos acorralaron y atacaron con el fin de matarnos. Mi madre corrió conmigo en brazos de vuelta al amate y una vez en la loma, mi madre me pidió subir a la copa del amate y ocultarme entre las ramas, y con lágrimas en los ojos, me prometió volver por mí, para luego correr en otra dirección. Pasaron las horas y la lluvia se soltó casi entrada la noche. Permanecí ahí hasta que una mujer madura, la anciana Aimara, me encontró entre las ramas y me ayudó a bajar. Una vez abajo, me abrazó fuertemente y ella se soltó en llanto. En ese momento comprendí, aun siendo muy pequeña, que mis padres no volverían por mí...
Abrí los ojos y me recargué con el hombro en el tronco del árbol, deslizándome hasta sentarme en las raíces del amate.
Había tanto que decirles y tanto que contarles. Extrañaba sus abrazos y sus besos; extrañaba sus voces y sus sonrisas. Pero no había nada que yo pudiera hacer, salvo poner incienso en las frías lapidas que, días después de su asesinato, la anciana Aimara y yo vinimos a poner ante el amate.
Las pequeñas lapidas tenían grabadas los nombres de mis padres, y cada que los leía, sentía que, pronunciando sus nombres, ellos no serían olvidados jamás. Sus nombres eran Akinea y Koleos.
Cerré los ojos dentro de mi sollozo. Sabía que mis padres jamás volverían a mí, así que solo imploraba a los dioses poder olvidar ese horrible día, para siquiera, vivir dignamente y sin tantos demonios en mi interior.
Cuando volví a abrir los ojos, ya era de noche. Me había quedado dormida mientras lloraba. En cuanto fui consciente de eso, me paré de un saltó y miré a mi alrededor. No había nadie para mi suerte, pero eso no disminuía el nivel de peligro. Así que me acomodé el velo de nuevo en la cabeza y corrí colina abajo de regreso a la casa. Era peligroso para alguien como yo salir de noche, y para mi mala suerte, el camino era algo largo y solitario. Solo me encomendé a los dioses porque nada malo me sucediera esta noche.
Me detuve en un claro del bosque a recobrar el aliento. Incluso me había enorgullecido de haber corrido tanto y tan sigilosamente. Entonces vi pasar una mariposa blanca frente a mí y la seguí con la mirada. Era extraño ver a una mariposa a esas horas de la noche en pleno invierno. La mariposa volaba pausadamente y luego se elevó, confundiéndose inmediatamente con la inmensa luna llena que reinaba en el cielo. Fue justo cuando vi la luna, que mi cuerpo lo sentí flojo y mi vista comenzó a nublarse...
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SELLADA
FantasyLa vida de Aknei da un giro total cuando un día su aldea es atacada por unas aves come humanos, y ella es rescatada por un joven misterioso, quien le revela su verdadera identidad y misión: Ella es la Última Guardiana de la Gotta y su deber es encon...