Amaneció. Los rayos del sol acariciaron mi piel y yo sentí cierto placer con ese calor adicional.
Abrí los ojos y lo primero que vi fueron los restos de la fogata. Me enderecé y me tallé un ojo, hasta que después caí en cuenta, de que estaba completamente sola.
De pronto escuché un crujido y en seguida, el árbol a mi espalda se partió al ras de mi cabeza, prometiendo caer sobre mí. Lo esquivo justo a tiempo y caen otros tres árboles, que también esquivé ágilmente. Lamentablemente no me fijé del último y cuarto árbol y ese logró atrapar mi pie derecho, haciéndome caer de bruces contra el suelo. Me levanté con las manos y me senté sobre el muslo izquierdo, jalando mi pie para liberarlo. El dolor me recorrió toda la pierna al jalar y grité. Jadeé y empecé a sudar frio. Muy probablemente, mi pie había sufrido un desgarre, o peor aún, pudo haberse astillado el hueso, incluso roto.
Trato de liberarme, ahogando los gemidos y aguantando el dolor que me causaba tirar. Luego me puse tensa al escuchar un crujido y, al levantar la mirada lentamente, la punta de una espada me amenazó bajo la barbilla. Lentamente seguí el filo de la espada con la mirada, hasta tener frente a mí a su portador: Un sujeto con barba y bigote negro, montado en un caballo color marrón.
Había varios hombres de mediana edad a los lados del caballo. Todos reían con malicié y yo gruñí desafiante.
-Libérenla. -ordenó el hombre de la espada.
Dos de los hombres se acercan y me sujetan de los brazos, jalándome bruscamente. No tuve de otra más que ahogar mis gemidos y aguantar el dolor. Tenía que mostrarme valiente. Me liberan y me ponen de pie. Lucho por soltarme de sus manos, pero ellos aprietan más, dejando moretones en los brazos.
- ¡Suéltenme! – exigí, furiosa.
- ¡Que mujer tan exótica! -dijo el hombre a mi lado derecho. Era delgado, con cabello largo y un arete en la oreja izquierda. Lo oí aspirar el perfume de mi cabello.
- ¡Esos ojos son muy extraños! – exclamó otro hombre, quien se encontraba cerca de hombre montado a caballo. - ¡Valdrá una fortuna si la vendemos!
- ¿Qué haremos con ella, capitán? -preguntó el hombre a mi lado izquierdo, quien era robusto y tenía un tatuaje en el cuello.
Lo volteamos a ver. El capitán, el hombre montado a caballo, simplemente no contestó.
-Llevémosla como esclava. –escuché a lo lejos.
-Mejor matémosla. Será divertido. –dijo otro que no alcance a identificar.
Yo gruñí gutural y me puse a la defensiva. Debía encontrar la manera de escapar, y pronto.
-Sería un desperdicio derramar la sangre de tan bella mujer. -habló el capitán con interés.
El capitán se baja del caballo y envaina la espada con la que me apuntaba. Di un suspiro en mi interior. Forcejeo nuevamente, pero no conté con que el capitán me tomara un mechón de cabello y lo oliera profundamente.
-Rosas silvestres y miel... -pronunció extasiado, como si hubiera descubierto una reliquia exótica.
Luego, el capitán tiró de mi mechón para acercar mi rostro al suyo. Gruño retadora, mientras el hombre entorna sus ojos y me examina el rostro.
-Eres una mujer bella y rebelde. -dijo interesado. - Eres perfecta para hacerte mi mujer.
-Antes muerta. -pronuncié entre dientes.
Y le escupí en la cara. Todos sus hombres se quedan boquiabiertos y atónitos. Sonrío para mis adentros mientras veo al capitán limpiarse el escupitajo. Pero tras limpiarse la saliva, el capitán me soltó un rápido golpe en la cara, aturdiéndome.
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SELLADA
FantasyLa vida de Aknei da un giro total cuando un día su aldea es atacada por unas aves come humanos, y ella es rescatada por un joven misterioso, quien le revela su verdadera identidad y misión: Ella es la Última Guardiana de la Gotta y su deber es encon...