Capítulo 9

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Una parte de la profecía está hecha...

Esas palabras retumbaban en mi mente, mientras Yue y yo nadábamos por la cueva subacuática que apareció ante nosotros tras atravesar el portal. El agua estaba turbia y fría, lo que hacía trabajoso orientarse y nadar fluidamente. Así que Yue optó por nadar delante de mí y tirar de mi mano.

La gruta estaba llena de estalactitas y estalagmitas, las cuales nos pasaban rozando la piel. En el fondo, pude notar varios esqueletos con forma humanoide y de criaturas desconocidas. Eso ultimo solo hizo que mi estómago se revolviera.

Yue no dejaba de mirar hacia el frente. Me pregunté cuanto tiempo habíamos estado nadando y cuanta distancia aún faltaba. De pronto, sentí un tirón más fuerte y Yue me jaló hacia él, abrazándome contra su pecho.

Sujétate fuerte.

Su voz la había escuchado perfectamente en mi mente. El me miraba con una amplia sonrisa, pero jamás había abierto la boca. ¿Yue podía comunicarse telepáticamente?

Yue se encogió y me apretó contra su pecho, sujetándome la cabeza. Inesperadamente, la corriente del agua salió a gran presión y fuimos empujados hacia otro portal en forma de espiral que se formaba a unos metros de distancia. La presión era muy fuerte y el agua había pasado a ser brusca y turbulenta. Atravesamos el portal e inmediatamente todo cesó. La corriente se calmó y nosotros dos dimos unas maromas dentro del agua antes de podernos orientar nuevamente.

Yue me indica hacia arriba y nadamos hacia la luz que bailaba en la superficie del agua. Salimos a la superficie y dimos una gran bocanada de aire, siendo mis ojos bombardeados por una luz blanca que poco a poco se fue suavizando y me permitió ver el panorama.

Estábamos dentro de un gran cenote de quizá unos quince metros de altura. Giré la vista y vi un enorme árbol de amate enraizado en el fondo del cenote. El agua del cenote, tan cristalina y fresca, llegaba a menos de la mitad del árbol. El tronco y las enormes ramas sobresalían del cenote. El follaje del gran árbol había creado una especie de cúpula sobre el cenote y caían varias lianas verdes de sus ramas.

Nadé hacia una de las lianas y me sujeté de ella, descansando un poco. Yue llega conmigo y se sujeta de la misma liana que yo.

- ¿Todo bien? -preguntó.

-Si.

Él me dedica una amplia sonrisa. Yo se la devolví y mi atención pasó nuevamente hacia el cenote. Era una verdadera maravilla natural. No era ni capaz de articular alguna palabra que me permitiera expresar mi gran admiración.

-Lo sé. Es un lugar que te deja sin aliento. -dijo Yue, sonriendo.

- ¿Dónde estamos? -pregunté, sin dejar de pasear la mirada por mi alrededor.

-Estamos dentro del Cenote Sagrado, el portal que conecta nuestro mundo con el Mundo Antiguo. Y este árbol frente a nosotros es El Árbol de la Gran Magia.

-Tienes razón. Es un lugar que te deja sin aliento.

-Pero aún tienes mucho por ver, mi querida Aknei. ¿Quieres ver el amanecer de Tarott?

Sonreí ampliamente. Eso fue suficiente para darme energías y subir por la liana que tenía en mano. Escuché reír a Yue y luego el subió por la misma liana.

- ¡Apúrate, tortuga! -le grité.

Y continué, sintiendo como los músculos de mis brazos se contraían y tensaban cada que subía. No pude evitar reírme mientras subía emocionada por la liana. Yue también empezó a reír. Su risa ahogó la mía y llenó todo el cenote.

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