Retrocedí hasta chocar de espaldas contra el árbol y me dejé deslizar, hasta sentarme con las piernas recogidas y mis brazos, abrazándolas. No pude aguantar más y lloré. Lloré por la discusión entre Yue y yo. Lloré porque jamás me había sentido tan asustada al ver sus ojos de dragón manifestados. Y, sobre todo, lloré porque acababa de descubrir que amaba a Yue...
Un rato más tarde, decidí caminar en una dirección diferente. La nieve caía por todas partes y los pies se hundían con cada paso. Me abracé a mí misma, tratando de mantener el calor y maldiciendo entre murmuras a Yue por abandonarme.
No sé cuánto tiempo estuve caminando, solo sé que fue bastante, ya que los pies me dolían de tanto caminar y del frío. No llevaba ropas especiales para el invierno, y mi cuerpo no generaba el suficiente calor. Los dioses parecieron favorecerme, pues después de un rato, llegué a un manantial de aguas termales con ricos vapores.
Observé a mi alrededor. Estaba sola. Por tanto, me desvestí y entré al manantial. Era una gloria tras el frío del viento y la nieve. Cerré los ojos y me dejé hundir hasta la nariz, sintiendo como se sonrojaban mis mejillas del calor y mi vista se nublaba gracias al vapor. Suspiré en mis adentros, dejando que las aguas calentaran mi cuerpo y me dieran la relajación que necesitaba. Sin embargo, mi mente no dejaba de proyectar lo sucedido con anterioridad, principalmente el rostro colerizado de Yue.
Abro los ojos. Me sentía tonta por no poder deshacerme de esas imágenes reciente. Fue entonces cuando vi que se dibujaba una ligera sombra en el vapor, justo frente a mí. Me enderecé y me armé de valor.
- ¿Quién anda ahí? - pregunté en dirección a la sombra.
La sombra parecía acercarse más. Y con cuidado y sin ruido, saqué una piedra del fondo del manantial y aguardé.
- ¡Fuera de aquí! -grité.
Arrojo la piedra hacia la sombra. Se escucha un golpe sordo. Un quejido y Yue sale de entre el vapor. Yo grité de la vergüenza y Yue abre los ojos con asombro. Me cubrí los senos y entré nuevamente al agua. Yue me dio la espalda.
- A... Aknei. -tartamudeó.
- ¡Lárgate de aquí! -grité, avergonzada.
Le lanzo a la cabeza otra piedra y el la esquiva. Se resbala y se sujeta del árbol donde tenía colgadas mis prendas. Tira la ropa y caen al agua del manantial.
- ¡Mojaste mi ropa! -le reclamé.
- ¡Fue un accidente! –dijo sin mirarme. - ¡Además, tú me apedreaste!
- ¡Y tú me asustaste! ¡Era lógico que reaccionara así! -le recordé. - ¡Ahora ve a traerme otra prenda! -le ordené, furiosa.
-Ya voy. Ya voy. -refunfuñó.
Yue se levanta y se marcha. Lo pierdo de vista y yo sacó mis ropas del agua, dejándolas en la orilla. Me volví a hundir en el agua, deseando que me tragara la tierra.
Media hora más tarde, Yue apareció con ropa nueva en las manos. Deja las prendas en el mismo árbol y él se sentó tras un arbusto, dándome la espalda. Yo salí del agua y me coloqué del otro lado del mismo arbusto para cubrir mi cuerpo mientras me vestía.
-No veré. -me avisó.
-Más te vale. -le advertí.
Descolgué las prendas y primero me puse la ropa interior. Luego calcé los botines de cuero oscuro y seguí con el vestido estilo celta color uva y detalles de hilo dorado, con escote en "V" y mangas largas.

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SELLADA
FantasyLa vida de Aknei da un giro total cuando un día su aldea es atacada por unas aves come humanos, y ella es rescatada por un joven misterioso, quien le revela su verdadera identidad y misión: Ella es la Última Guardiana de la Gotta y su deber es encon...