Capítulo 4

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La luna llena estaba en su punto más alto, encerrando con ella, los misterios del bosque. Abrí los ojos nuevamente e iba recobrando poco a poco la noción. Estaba en brazos de Yue. Luego me di cuenta que estaba completamente mojada y cuando alcé la mirada, vi la barbilla de Yue. Pero también, lo vi mal herido.

- ¿Yue? –pregunté, confundida.

Él baja la mirada y me sonríe.

-Al fin has despertado. ¡Qué alivio! -exclamó con un suspiro.

Y de pronto, Yue puso los ojos en blanco y colapsó, cayendo ambos al suelo; yo de sentón y él sobre mí, boca abajo. Rápidamente salí de debajo de su cuerpo y me arrodillé a su lado, volteándolo para acostarlo boca arriba. Tomé su cabeza y la apoyé en mi brazo.

- ¡Yue! -lo llamé, preocupada. - ¡Yue, despierta!

Pero él no respondía, estaba inconsciente. Me di cuenta de que tenía muchas lesiones en el cuerpo y era muy notorio que había usado sus últimas fuerzas para cargarme y ponerme a salvo. ¿Qué había sucedió mientras yo dormía?

Decidí no perder más tiempo y metí los brazos bajo sus axilas, arrastrándolo hasta el primer tronco caído que encontré. Miré a mí alrededor y alcancé a ver un río con poco caudal. Así que rasgué un trozo de mi falda con todas mis fuerzas y corrí al río; para luego humedecer el trapo y volver con Yue. Le coloco el trapo húmedo en la frente y volví a correr, entrando en el bosque para buscar flores de árnica. Corté unas cuantas flores y corrí de regreso con Yue. Me arrodillé junto a Yue y le froto la tela húmeda en la frente y en el contorno del rostro. El parecía estar reaccionando.

- ¡Yue! -lo llamé con tono preocupado. - ¡Yue, por favor!

Yue suelta un pequeño gruñido y poco a poco recuperó la noción.

- ¿Guardiana Aknei...? -murmuró, confundido.

-Aquí estoy. –dije, cálida. - ¡Qué susto me has dado!

Yue se levanta y se lleva la mano a la cabeza con cierta molestia. Se crispa del dolor y jadea.

- ¡No te levantes! -lo detuve poniendo mis manos en su pecho. - ¡Estás mal herido!

Él se quejó y volvió a recostarse en el tronco. Al parecer, Yue no era la clase de chico que le gustaba reposar tras recibir una paliza. Yue miró a nuestro alrededor y luego, posó su mirada preocupada sobre mí.

- ¿Te encuentras bien? ¿Nada roto? -sonó serio y algo melancólico.

-Creo más bien debo ser yo quien pregunte eso. – dije, confundida. - ¿Cómo es que tienes tantas heridas? ¿Qué ha ocurrido?

- ¿No lo recuerdas? –preguntó, incrédulo.

- ¿De qué estás hablando? –pregunté, confundida.

Entonces Yue miró hacia el cielo nocturno, mirando con nostalgia a la luna que anunciaba la madrugada. Soltó un suspiro y regresó su vista hacia mí.

-Tú fuiste quien me lastimó. - dijo entonces. Se acomodó e hizo una mueca. - O más bien, fue la Gotta quien me lastimó.

- ¿La Gotta? –pregunté, aún más confundida. - ¿Qué es eso?

Yue me dedicó una pequeña sonrisa e hizo ademan de que me sentara a su lado. Así lo hice y el respiró hondo. Al parecer, él tenía una historia algo larga que contar.

-Yo provengo de un mundo distinto a este...-comenzó a relatar. - Creo ya te has dado cuenta por la batalla que tuvimos contra esas aves monstruosas.

SELLADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora