Capítulo 8

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Yue y yo emprendimos nuevamente nuestro viaje ya bien entrado el medio día. Estaba algo soñolienta, ya que solo había dormido unas cuantas horas. Sin embargo, pese a la fuerte experiencia con la Gotta, mi cuerpo no estaba resentido.

Yue me había narrado lo que había ocurrido mientras yo estaba en ese oscuro abismo y sufría esa atroz experiencia.

Según su relato, mi cuerpo se volvió una marioneta una vez que miré la Luna llena. Tras eso, me había arrancado la montura del cuello y mi cuerpo se elevó hasta salir sobre la copa de los árboles, siendo posteriormente golpeada por un diminuto cometa azul que descendió del cielo como un proyectil. Ese cometa era la famosa Gotta, la cual rápidamente me cubrió con su poder e intentó adueñarse de mi cuerpo. Fue entonces cuando Yue había intervenido; y tras pelear contra mi cuerpo manipulado, venció a la Gotta, poniéndome la montura sobre el pecho. La montura atrapó la joya y la selló rápidamente, liberándome de la manipulación. Habían sido dos batallas contra la Gotta, y ambos, tanto Yue como yo, habíamos triunfado...

Caminaba con la mirada agachada, contemplando la joya de la que ahora era portadora. Alcé la mirada para no tropezar con una piedra, cuando vi de reojo la sonrisa dibujada en el rostro de Yue.

- ¿Y esa sonrisa?

Yue ríe gutural.

-He descansado. Por fin he cumplido una parte de mi deber y de la profecía.

- ¿No crees que elegiste un trabajo muy difícil?

-Me siento honrado por tener el honor de proteger al Guardián. -respondió con orgullo.

-Te lo tomas muy en serio.

-Es un honor tener esta responsabilidad. Aunque si admito, es cansado.

Tuve un momento infantil y me balanceé a su lado, dándole un empujón con el hombro. Yue me lo devuelve y yo volví a darle un empujón un tanto más fuerte con el brazo. Yue se tropieza con una piedra y cae al suelo de bruces, enterrando la cara en el fango fresco. No pude evitar reprimir la risa y Yue se enderezó, escupiendo el lodo que le había entrado a la boca.

- ¿Sabe bien? -pregunté, burlona.

- ¿Por qué no lo pruebas? -me dijo, ha tiempo que me lanzaba un poco de fango a la cara.

Yo lo esquivo fácilmente y me echo a correr, riéndome como una niña. Yue me da alcance, me bloquea el paso y salta sobre mí. Caemos al suelo y rodamos mientras peleábamos entre risas. Giramos unas cuantas veces, hasta que quedamos exhaustos. Yue terminó debajo de mí, así que me senté en su vientre y someto sus manos contra el suelo.

- ¡Gané! -dije triunfante.

- ¿En serio? -sonrió retador.

Enreda sus piernas en mi cintura y me tira. Rodamos y yo forcejeó para volver a retomar el control, pero era evidente de que él había reclamado ese derecho para sí. Terminé en el suelo, y Yue me toma de las muñecas y se inclina para someterlas contra el piso. Se sienta en mis muslos y se sonríe victorioso. Desde esa posición, pude apreciar la belleza de sus ojos color miel. Tan profundos, tan penetrantes. Sentía que me desnudaba con la mirada. Como si pudiera ver hasta el fondo de mi alma.

-Tus ojos son los de un dragón... -pensé en voz alta.

Yue se sorprendió y se levanta, sentándose a mi lado con las piernas dobladas. Me levanté y noté que él estaba nervioso. ¿Habría preguntado algo indebido?

- ¿Cómo sabes que soy un dragón?

-Mi padre una vez me contó sobre ustedes cuando era niña. Y tú tienes todas las cualidades. El fuego, la fuerza, la velocidad... Los ojos en especial.

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