Lío.

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El ruso rompió la distancia en un beso, no supo de dónde sacó los cojones para hacerle, pero estaba agradecido. El beso duró instantes, apenas y lograron juntar sus labios. Horacio ni siquiera lo vió venir, con decir que ni siquiera le dió tiempo de cerrar los ojos para disfrutarlo. Estaba confundido, quería darle alguna explicación a lo que acababa de pasar, pero le era imposible pensar en ese momento. Viktor Volkov, el ruso de tercer grado, le había besado, ¿estaba soñando?, Que no le extrañaría si fuese así, de hecho era mucho más "normal" que fuese un sueño, pero no y lo comprobó al no lograr despertarse. Aún.


—Lo siento— decía Volkov, levemente sonrojado, evitando hacer contacto visual.

—No-no se preocupe. Entiendo que fue... No sé, un- un ¿accidente?, O tal vez... Yo qué sé, en Rusia un beso en los labios tiene otro significado— el nerviosismo evidente lo estaban haciendo hablar de más. —No-no digo que este beso haya significado algo para mí eh— decía soltando una risa nerviosa.

—Tranquilo Horacio. No fue un accidente y tampoco tiene otro significado— le sonreía amablemente.

—Eh.. ¿qué?, ¿Se- se encuentra bien?

—Mejor que nunca...

—No me estoy enterando de nada y creo que mejor me voy— se intentó levantar pero el ruso no lo dejó.

—No se vaya — le tomó de la muñeca para detenerlo. —tengo que decirle algo— lo miró a los ojos.

—Va-vale, dígame— tragó saliva con pesadez.

...

El ruso después de pensarlo se dió cuenta de que ése no era el lugar indicado para declararse, no en los sanitarios, tenía que ser especial, ya suficiente tenía con que su primer beso con el chico que tanto le gustaba haya sido en los baños.

—Páseme su número.— era increíble la seguridad con la que hablaba Viktor, a pesar de sentirse nervioso lo estaba sobrellevando  bastante bien.

El pelirojo se sorprendió ante lo dicho por el ruso. Quería gritar de la emoción.

—Présteme su móvil— disimuló su emoción.

Viktor lo sacó de su bolsillo izquierdo del pantalón de pinza, lo desbloqueo y se lo dió, pudo ver cómo el otro guardaba su número de contacto.

—Me manda un mensaje para guardar el suyo. —decía mientras le devolvió el móvil al ruso.

El pelo grisáceo lo tomó y se lo mandó, para después guardarlo donde mismo.

—Ya se lo envíe

—Vale...

El silencio se hizo presente por un instante, se le estaba acabando la seguridad con la que hablaba y éso significaba acobardarce, tenía que actuar rápido antes de cagar todo lo que había conseguido, aunque no estaba del todo seguro si había conseguido algo.

—¿Se-se encuentra mejor?— preguntó Volkov.

—Sí, gracias— con voz suave le respondía, haciéndose presente un ligero rubor en sus mejillas.

La voz de Horacio tan soft, junto con ese sonrojo de niño pequeño le había causado tanta ternura que le daba hasta pena imaginar que lo abrazaba y le apretaba las mejillas.

—Me quisiera quedar con usted, pero... tengo que ir a clases— su voz era desganada.

—No se preocupe Viktor— se levantó y le dió la mano al ruso para ayudarlo a que él también lo hiciera. —Muchas gracias por quedarse por un momento conmigo, créame que lo aprecio bastante.— le sonreía con gratitud.

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