Gustabo.

138 21 6
                                    

Los días habían pasado, Gustabo estaba hecho un verdadero lío a pesar de ya tener bien claro los sentimientos que sentía  hacia el de cresta, porque efectivamente, Gustabo García, alias el payaso, estaba irremediablemente enamorado de Horacio.

¿Qué se hacía en estos casos?, En los que sabía perfectamente que no era correspondido su amor, ¿debía de decírselo?, Por supuesto que no, en qué estaría pensando si decidía confesarlo. ¿Debía ocultarlo?, éso parecía más viable. El decirle a Horacio que estaba enamorado de él sabiendo que él no sentía lo mismo, solo iba a provocar que la relación que tenían se tornara incómoda y por ende que se  fuera a la mierda y ya había hecho bastante con haberse comportado como un idiota con él, en sus planes ya no estaba el seguir alejándose de ese chico, ya no, por más que se sintiera "débil" y "vulnerable" aunque a decir verdad se sentía más enfermo no estando cerca de él. No podía hacer nada por borrar ese sentimiento, estaba claro, lo intentó, inútilmente y solo provocó lastimar a Horacio y a sí mismo, ahora le quedaba intentar que todo volviera a cómo cuando se conocieron y si era necesario enterrar lo que sentía, estaba dispuesto a hacerlo, pero el alejarse de Horacio ya no era para nada una opción.

En resumidas palabras, estaba en la mierda y no podía hacer nada para cambiarlo.



Dos días habían pasado desde ese beso que le provocaba posarse una sonrisa tonta en sus labios y dolor increíble en el pecho al saber que ya nunca más los iba a poder besar. En esos dos días Horacio le había estado llamando, mandando mensajes y lo había estado buscando a su casa, pero el rubio aún no se sentía preparado para dar la cara, cómo cojones se supone que le iba a ver a los ojos después de haberle besado, pero el estarse escondiendo estaba apunto de acabar, ya era Lunes y era inevitable seguir huyendo.



Su corazón latía a mil por hora al ver al de ojos bicolor caminar por los pasillos y aún más parecía alterarse al ver que ahora se acercaba en dirección hacia él. Iba tenerle de frente, este momento iba a llegar tarde o temprano, ya no podía seguir huyendo y tampoco quería seguir haciéndolo. Gustabo intentaba desviar la mirada del otro chico que se acercaba cada vez más, pero le fue imposible, cada que lo intentaba, cada intento era inútil. Pero no era su culpa, el de cresta se veía increíble, a pesar de ir vestido con el uniforme de regla, al parecer conforme pasaban los días, más le gustaba ése chico, usara lo que usara, joder, vaya tela. No sabía qué cara poner, ¿debía sonreír?, ¿estar serio?, ¿enojado?, Se sentía estúpido, era una puta mierda el estar enamorado, éso estaba claro para el rubio.

—¡Hey Gus!— decía levantando la mano derecha en forma de saludo. Su expresión era bastante normal. Con una sonrisa deslumbrante y una amabilidad que transmitía y contagiaba hasta la persona más seria.

—H-hola, tío, ¿qué pasa?— movió la cabeza en forma de saludo e intentó devolver la sonrisa, lo que solo provocó que el peliteñido se burlara.

—Jajaja ¿qué te pasa tío?, ¿Tienes entumida la cara o algo asi?— se encorvo para mirarle  fijamente y ver si le ocurría algo en el rostro.

Gustabo al ver que Horacio estaba tan cerca, le miró a los labios inconscientemente, al parecer traía un poco de brillo en estos y al estar tan cerca se podía percatar del olor a fresa que emanaba. Cuando se dió cuenta del trance en el que había estado por escasos segundos que para él habían sido más largos que las clases de su profesor Brown, se sonrojó en demasía al imaginar volverlos a besar.

—¡No tengo nada!— con la palma de la mano derecha y sin un poco de tacto, Gustabo empujaba de la frente del otro para alejarlo de su rostro. —¡Aléjate, tío!

—Ya vamos a empezar...— Horacio se alejó lentamente del otro y suspiró con pesadez. —Primero nos comemos todo el morro y ahora de nuevo no me quieres tener ni cerca.

BonitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora