Estaba derrumbado, sentía como si alguien hubiera agujereado su pecho y en parte lo habían hecho. Se sentía estúpido, patético e ingenuo al creer que tal vez Viktor y el podrían llegar a ser algo más, que tal vez Viktor también sentía lo mismo, veía tan cerca y tan posible la idea de poder estar juntos, pero todo se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos.
—Gilipollas, éso es lo que soy— sonreía amargamente a la nada mientras estaba recostado sobre la cama de Gustabo.
La habitación de Gustabo se veía bastante fresca y con mucha armonía, cosa bastante contradictoria a como era el rubio, claramente la decoración no había sido a su gusto si no a la de su madre. Las paredes eran blancas, las ventanas tenían cortinas del mismo color, su cama era una individual con sábanas de color amarillo mostaza y hacía juego con las fundas de las almohadas, había muebles de madera pintados de negro en los que solo había sobre ellos decoraciónes como una que otra planta, una lámpara y retratos de él y su madre, pero ninguno de su padre. En las paredes habían cuadros colgados de girasoles y amaneceres para que combinara con su cama. Había un esquinero de color negro, en el había una televisión y debajo de ella estaba una nintendo 64 de color verde chillón la cual estaba conectada a la tv ya que el rubio se encontraba jugando, había decidido hacerlo ya que no soportaba la ansiedad que llevaba tener a Horacio en su habitación, estando completamente a solas. No era la primera vez que el pelirojo estaba allí, pero ésta vez sentía que era diferente.
—No vale la pena que sigas con éso— decía el rubio con el control en sus manos y sin apartar la mirada del televisor.
—Tienes razón, es que siempre la tienes, joder. Tú me dijiste que él estaba jugando conmigo y yo no te creí.—se levantó de la cama para sentarse al lado de Gustabo que estaba en el borde de esta misma. —Ahora sé que en el único que puedo confiar es en tí y aunque siempre lo supe, me cegué completamente por lo que sentía por Viktor. —agachó la mirada. El rubio que lo veía de reojo decidió pausar el videojuego y voltear a ver a su amigo.
—No es tu culpa. Las personas son así, Horacio, no saben apreciar lo increíble que eres. Créeme que ellos se lo pierden.—lo intentaba animar.
—Gracias, Gustabo. Tú siempre encuentras las palabras para hacerme sentir mejor.— le regaló una sonrisa en forma de agradecimiento.—¿Te puedo pedir algo?— preguntó tímido.
—Adelante.
—Quédate a mi lado.—levantó la mirada para buscar la de ojos turquesa.—No tiene que ser para siempre, aunque sea sólo por ahora.
A Gustabo se le aceleró el corazón tanto que creía que estaba apunto de estallar, tenía la sangre helada y sólo quería abrazar al pelirojo para sentir su cálido ser.
—Me quedaré contigo hasta el final de mis días, es una promesa Horacio.— le tomó de la mano derecha sin ser conciente y la entrelazó con la suya. —Siempre juntos.
— Siempre juntos, Gustabo.—Se acercó más al rubio para cerrar su promesa en un tierno abrazo que fue correspondido sin rechistar.
—Horacio...— decía en un susurro muy cerca de su oído ya que aún no se separaban del abrazo.
—¿Sí?
—Yo... Te... Tengo hambre.— se retractó.
—Bonita manera de joder un momento tan emotivo.—se separó del rubio.
—Pues qué quieres que haga, ¿que me espere hasta que dejes de decir cursilerías?—se burló.
—Jóhder. Entonces pidamos algo de comer, porque yo no cocino ni mierda, tú mucho menos y yo no quiero que Julia cuando regrese se encuentre con su casa e hijo hecho cenizas.
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Bonito
FanfictionHoracio en el colegio intentando sobrellevar el día a día. Está basado en los personajes de gta rolplay y nada más en los personajes. La historia tendrá Volkacio y Gustacio. Si no les agrada alguno de los dos shippeos solo pasen de largo. Gracias.