Capítulo 7

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-Hey, hey, ¿Qué pasa? Todo va estar bien...-susurró Harry contra su cabello.

A Lexie le habría gustado tener la suficiente entereza para explicar porque estaba tan hecha pedazos en ese ascensor, pero eso le llevaría muchísimo tiempo y muchísima energía y apenas podía luchar por llegar a casa con su papá.

-¡Desbloquéalo! ¡Abre esta maldita cosa! -dijo entre sollozos la doctora, sin embargo sus manos se aferraban a las mangas de la camiseta del joven, como si no quisiera soltarlo-. Por favor, por favor, tengo que llegar...

-¿Llegar a donde? Así no te dejaré ir a ningún sitio.

-¡Harry ábrelo por favor! ¡Mi papá podría estar muriendo ahora mismo! -gritó ahogada por sus lagrimas.

Harry abrió los ojos como platos al escucharla, sus labios también se habían separado y dejaron escapar un jadeo. Sin alejarse realmente de Lexie estiró una mano hacia el botón y lo haló hacia adelante para que el ascensor continuara en marcha.

-¿A dónde necesitas que te lleve? No puedes manejar así.

-¡Sí puedo!

-¡No te dejaré!

-¿Quién te crees? ¡Esto no es tu asunto!

-¡Lexie a dónde te llevo! -gritó tan fuerte como ella, pero aquello no era una pregunta, Harry le estaba haciendo saber que no había forma de que ella se marchara de ahí por su cuenta.

-Maldición niño, vas a volverme loca. Pon ese maldito auto en marcha, yo te guiaré-aceptó resignada Lexie Grey más asustada y sensible que furiosa.

Tal como habían corrido hace unas horas por Desmond, Harry y Lexie lo hicieron nuevamente, en unos cuantos segundos estaban dentro de aquella camioneta negra y saliendo del estacionamiento.

Lexie ni siquiera había notado que llevaba su bata blanca encima, se la sacó apenas encontraron el primer semáforo y se quedó en uniforme azul marino que usaba dentro del hospital. No se le ocurrió siquiera cambiarse. Recogió su ondulado cabello en una alta cola dejando desnudo su cuello que empezaba a enrojecer como siempre que estaba bajo demasiada tensión.

-¿Puedes evitar el centro? -preguntó Lexie acabando con el silencio como Harry no se había atrevido.

El joven de ojos verdes asintió sin mirarla y tomó el primer desvió a la derecha para encontrar una calle que no condujera al apretado trafico del centro. No era su ciudad, ni siquiera era su país, pero el joven hacía lo posible por orientarse por donde ella le indicaba.

-¿Tu padre...-Harry quería preguntar, pero también tenía miedo de herir a Lexie, o de desatar su ira-, él... está enfermo? -dijo por fin.

Lexie suspiró sin darse cuenta, sus ojos estaban fijos en sus manos unidas encima de su regazo.

-Hace 2 años le hicieron un trasplante... mi hermana le donó parte de su hígado porque...bueno, el asunto es que hace unos meses empezó a fallar de nuevo, estábamos intentando todo, ya sabes, pero conseguir un nuevo trasplante no es fácil y mi otra hermana y yo no somos compatibles...

Harry largó una mano hacia el puesto de Lexie y apretó las suyas unidas, cortando el habla de la doctora que no pudo hacer otra cosa que empezar a sollozar con ese contacto, necesitaba tanto un abrazo y sostenía una lucha campal en su interior para no pedírselo.

-Ya, ya, va a estar bien, tranquila, mejor dime hacia donde giro ahora.

Lexie alzó la vista borrosa por el agua en sus ojos y sorbió su nariz.

-A la derecha de nuevo, y luego siempre recto hasta una reja alta que es la entrada de la residencia-le explico con la voz ronca.

-Bien, bien. Hablemos ¿sí? ¿Cuéntame cuantas hermanas tienes? -intentó animarla Harry, su mirada iba del frente a ella por segundos y una sonrisa modesta de labios apretados le infundía mucha simpatía a la doctora, incluso sintió como sus hombros se deshacían de tanta tensión al verla.

En dirección al Grey Shepherd MemorialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora