El Marín

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" Querido padre

Espero en estos momentos se encuentre en excelentes condiciones, en la mejor forma en la que pueda estar, en el nuevo estilo de vida recién adquirido. 

Me alegra saber que ya se encuentra establecido y me llena de profundo entusiasmo darme cuenta que encontró la manera de contactarme de nuevo. Los meses sin saber de usted casi logran acabar conmigo, por suerte he podido resistir, la recompensa a mi paciencia vendrá pronto, lo sé. 

Permítame pues, padre, llamarlo con afecto, mi respeto y admiración ya los tiene, pero deseo darle más, usted merece más. Si tan sólo me encontrara digno...

Esta vez no fallaré padre, ahora mismo me dirijo a su encuentro, pronto llegaré a tierra. Espéreme.

RD "



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El país de Leidenschaftlich, al sur del continente, es una nación militar cuyas fuerzas bélicas se dividen entre la armada y el ejército. Sus principales ciudades se encuentran a lo largo de toda la costa, siendo Leiden la capital y puerto comercial más importante de la nación.

Todos los días los barcos llegan a puerto provenientes de distintos lugares, trayendo consigo toda clase de mercancía y personajes interesantes, por lo que la vida cercana a los puertos, sobre todo en Leiden, tiende a ser excitante por naturaleza; sin embargo, cuando la armada llega, dicha cotidianidad  toma una nueva dimensión.

Al ser Leidenschaftlich un país altamente bélico y con un conflicto armado recién terminado, el arribo de buques de guerra no era una ocasión menor, cuando los ciudadanos alcanzaban a divisar dichos navíos la voz se corría inmediatamente, las familias esperaban impacientes poder ver de nuevo a sus seres queridos, si es que éstos volvían, y el comercio local se beneficiaba con  la llegada de marineros novatos y veteranos que ansiosos bajan a tierra, en ocasiones después de largos meses,  para abastecerse , probar comida decente, hacer compras y estar con mujeres. Lo último no era el caso de Alberto Dupot, quien bajaba a tierra por algo un poco más serio que aventuras de una noche. 



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 — ¡ Mujeres... Mujeres como esa es justo lo que necesito ahora mismo !— se animó a decir un viejo marinero pendiente de los transeúntes que pasaban por fuera de la taberna en donde se encontraba, con la mirada fija en las piernas descubiertas de una atractiva chica que incauta se atrevía a adentrarse en aquel sitio. 

— ¡No te emociones tanto Dominic!—, se escuchó al fondo de la mesa, — ¡ A tu edad no creo que algo te funcione, más que los órganos necesario para mantenerte con vida, además, mujeres como esa no se acercarían ni de broma a un tipo como tú! – Dijo con sumo desprecio un joven marinero.

— ¡Pequeño bastardo!, a tu edad yo ya había estado con cada mujer hermosa de cada puerto al que llegaba, decenas de cuerpos como ese tuve entregándose a mí por voluntad propia, no creas que no conozco lo que es una buena cama, tú en cambio, aún llevas el sello de virgen tatuado en la frente, tienes que pagar por un acostón, y si te enamoras, tendrás que rogar por la prueba de amor, e incluso casado, dudo que tu mujer quiera entregarte algo cuando se de cuenta de la clase de hombre que eres ! —

Aquel ácido comentario no había sido lanzado a la ligera, había de por medio suficiente conocimiento de causa, por lo que la intención de las palabras lograron su cometido, desatando la furia de su receptor. 

Sentimientos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora