Convergencias (II)

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—Mírala nada más, pavoneándose entre toda esta gente como si fuera una gran dama... ¡Perra farsante!—. Dijo una mujer mayor mientras observaba de lejos a Violet siendo presentada a las amigas más íntimas de la señora Amelia.

—Si tan sólo estas estúpidas personas supiera todo lo que ha hecho, todo de lo que es capaz... No estarían admirándola como idiotas.— respondió un hombre de mediana edad sentado junto a ella.

—No te equivoques... no la admiran, sólo están impresionados por su apariencia y la fama que le precede como una Doll en ascenso, si supieran un poco de su pasado te aseguro que las miradas hacia ella serían muy distintas.— contestó la mujer.

—Aunque no hay ningún pecado en reconocer que es realmente hermosa, de hecho es casi imposible dejar de verla.— apuntó un apuesto joven quien recorría con la mirada de pies a cabeza el cuerpo de Violet.

—No te dejes engañar, su belleza no es "normal", no es de este mundo, ella no es un ser humano como nosotros. — volvió a intervenir la mujer mayor.

—¿A qué te refieres con eso? — preguntó el joven volteando a verla intrigado.

—Nadie sabe de dónde vino, ni ella misma lo recuerda, pero es capaz de hacer cosas inimaginables para alguien con su edad o apariencia, una persona común sería incapaz de realizar las destrezas que sólo ella puede hacer, de hecho su misma complexión debería ser un impedimento para llevarlas a cabo.—

—¡Es un monstruo!— aseguró el hombre de mediana edad.

—Lo es, y no sólo nosotros lo notamos, se de buena fuente que en Chevalier intentaron deshacerse de ella, entró por equivocación a Utopía, en donde enseguida la consideraron una semidiosa, pero huyó antes de poder ser capturada, aquella vez ella irrumpió en el destino de Lady Roses, asesinando a la que en aquel entonces era la principal administradora y protectora de Utopía, la hermana Lisbon.— Dijo un mesero que se acercaba a retirar los platos sobre la mesa.

—¿Qué estás diciendo? Supe de ese incidente pero creí que era una leyenda urbana, unos dicen que Lady Roses huyó usando su inteligencia, otros que entre las monjas había desertoras que ayudaron a escapar a la semidiosa, dicen que pudo haber sido una intervención de algún gobierno e incluso que fue la misma diosa de la guerra quien bajó y acabó con los insurrectos. ¿Estás diciendo que lo hizo ella sola?— preguntó atónito el hombre de mediana edad.

—No tengo los detalles pero sí, fue ella, asesinó a las monjas y robó a Lady Roses, parece inofensiva pero es bastante sanguinaria, no deben confiarse. — aseguró el mesero.

—Eso no me lo esperaba... ¿Qué fue entonces de Lady Roses? — preguntó la mujer.

—Ella está aquí, en esta fiesta, sólo tienes que poner atención.— respondió el joven apuesto.

—¡Debemos acabar con ambas, esta es nuestra oportunidad!— se apresuró a decir el hombre de mediana edad, dando un golpe sobre la mesa, poniéndose de pie, sobresaltando a todos.

La mujer lo tomó del brazo y lo regresó a su asiento. —No te desvíes de los objetivos, la otra chica realmente no nos interesa, de cualquier manera, el sacrificio ya se llevó a cabo mediante otro avatar.—

—¿Es toda una fichita cierto? Si su "futura suegra" supiera que es una asesina.— intervino el joven cambiando abruptamente el ambiente antes tenso.

—¡Pero por supuesto que lo sabe! sólo aparenta que ese hecho no significa nada, después de todo, su marido lo fue y sus hijos también lo son. — respondió la mujer.

—¡Toda su familia lo es! ¡Los Bougainvillea son son una raza de víboras!—

—Tranquilos todos, ellos recibirán lo que merecen, después de todo, ya estamos dentro, disfruten de la fiesta. —

Sentimientos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora