CAPÍTULO 4 - MI ANGEL DE LA GUARDIA
El próximo mes de vida estuvo lleno de altibajos. Aprendí que dejar las drogas y el alcoholismo no es cosa fácil, pero yo tenía la mejor compañía para hacerlo. Fue un mes de sudores, gritos, no comer y estar encerrado en una habitación de 10 metros cuadrados.
Mía aguantó lo inaguantable y a día de hoy sigo sin entender por qué decidió hacerlo.Los primeros días fueron los peores, desde que me levantaba hasta que me acostaba mi cuerpo me pedía mi dosis. Sufría alucinaciones, mi mente se dividió en dos, la conocida paradoja del ángel y el diablo, yo la viví en mis carnes. Mi mente me pedía calma y mi cuerpo droga. Cuando acostumbras a tu cuerpo a vivir en base a algo, es difícil quitárselo. Es como cuando enseñas a un niño pequeño a dormir con su peluche y luego se lo quieres quitar a la fuerza. Lo peor eran los ataques inesperados que me hacía mi propia mente, cuando mejor estaba, mi cuerpo contra atacaba pidiendo su dosis.
Pero ella estaba ahí.
Cuando Mía se iba a trabajar cerraba el pestillo de mi habitación. En su momento no lo entendía, mi mente me quería hacer ver que ella me quería débil y por eso me encerraba, pero nada más lejos de la realidad. Cuando llegaba a casa se pasaba las horas agarrándome la mano mientras temblaba sudando en la cama, me daba de comer y me leía algunos de los libros de la vieja estantería del salón.
Cuando pasaron un par de semanas, aprendí que no necesitaba de la droga y el alcohol para ser feliz, mi felicidad tenía nombre y apellido, Mía Smith. Encontré mi nueva adicción, una buena que no me hacía daño.
Pasaron un par de meses y Mía me consiguió un trabajo por un viejo conocido suyo que vivía en el norte. Era un trabajo sencillo a simple vista, pero que pondría a prueba mi fuerza de voluntad. El trabajo consistía en ayudar en el almacén del Yelow Jack, un viejo bar de carretera que acabaría siendo como mi hogar. ¿La dificultad del trabajo?, un almacén lleno de alcohol.
Mía me dejaba en el trabajo y me venía a recoger cada día, durante meses, hasta que pude ahorrar lo suficiente para comprarme una vieja Daemon de segunda mano con más óxido que pintura. En el Yelow Jack conocí a mucha gente, muchos contactos que más adelante me servirían de ayuda. El dueño del bar se llamaba Richard, nunca me dijo su apellido. Era un puto norteño ambicioso como él solo, que mezclaba el whisky con agua y tabasco, y lo vendía como su receta secreta, con el único objetivo de sacarle 100 dólares a una botella de 10. Estuve trabajando en el Yellow cerca de 4 meses, hasta que me harté de que me pagara tarde y poco, aprovechando la excusa de que era conocido de Mía y me estaba haciendo "un favor".
Un sábado día 10, después de 14 horas de trabajo y harto de no cobrar, le esperé en la puerta de su caravana hasta que cerrase el bar. Una caravana mugrienta aparcada en la parte trasera del bar. Me planté en la puerta y le dije: "no me voy a mover de aquí hasta que me pagues todo lo que me debes"
Richard cometió el peor error de su vida, utilizó las palabras mágicas para sacar lo peor de mi - "Mira drogadicto de mierda, te pago cuando yo quiero, que es mi puto bar, suficiente que te doy un trabajo".
Había sufrido mucho para dejar esa mierda, y sus palabras sacaron lo peor de mí. Le cogí de los cuellos de la chaqueta y le empuje contra la caravana. En ese mismo instante, sentí lo mismo que sentí cuando salve a Snake en esa vieja fábrica. No podía pensar, solo ver como mis puños golpeaban su cara hasta dejarla llena de sangre. Entré en el bar por la puerta trasera, con las llaves que tenía RIchard en su bolsillo izquierdo, y me lleve todo el dinero que tenía la caja, como precio de la deuda que tenía conmigo. Nunca se lo conté a Mía, no quería decepcionarla y ese sucio norteño se lo merecía, él lo sabía y nunca contó nada.
Llegué a casa de Mia y le conté que había dejado el trabajo, y se llevó bastante decepción. Le prometí que buscaría un nuevo trabajo y que la haría sentirse orgullosa. Tras días y días buscando, conseguí una oportunidad trabajando en el matadero. No era el trabajo de mis sueños, pero era un trabajo.
Después de varios meses viviendo con Mía y de todo lo que había hecho por mi, pasó lo inevitable. Empecé a sentir cosas por ella, que ni siquiera entendía, que nunca había sentido antes. Todo surgió un miércoles a la noche, cuando ella volvía de trabajar. Estaba feliz porque le habían ascendido a jefa de tienda, aunque eso supusiera cambiar de zona de trabajo, en este caso en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Pero ya hablaremos de eso más adelante. Llegó a casa con comida china, para darme la nueva noticia, y el vino, la felicidad y el cariño, hicieron el resto.
Nunca olvidaré ese día, nunca.
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Jack Dallas "Recuerdos Manchadod De Sangre"
Kısa HikayeJack Dallas es un joven adolescente de Canadá que ve cambiar su vida por completo y convertirse en lo que el más miedo tenía. Acompañado de personajes como su hermana pequeña y sus compañeros de carretera cuenta su vida en primera persona