🛡CAPÍTULO III🛡

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Capítulo Tres

Habían pasado varias semanas desdé que Mia y su grupito me habían propinado la golpisa de mi vida y me dejaron sin lo único que valoraba. Y en todos estos días Lea, Milena y Tammy no dejaron de velar por mi salud, sobretodo Lea. Estaba tan agradecida con ella. A pesar de pasarse todo el día en la rutina y enfrentarse a peleas siempre venía a verme y a tratar de distraerme. Me contaba historas con finales felices que me hacían sonreír, también contaba chistes que de no ser por mis costillas fracturas habría podido disfrutar. Fueron muchas veces las que me hizo reír, alejando las ganas de llorar que me embargaban cada vez que recordaba mi reflejo el día en el que me usaron como saco de boxeo.

Cabe aclarar que desdé ese día no me había vuelto a ver en un espejo.

El diagnóstico había sido de tres costillas rotas, la mandíbula fracturada y varios moretones, sorprendentemente nada grave. Digo, algo más grave sería tener, aunado a la mandibula fracturada, las dos piernas y los dos brazos rotos, por ejemplo.

Con el pasar de las semanas y que Lea me llevara constantemente a la enfermería todo mejoró, ya no sentía mi cuerpo doler tanto y la mandíbula estaba casi curada. Lo único que no se había curado y que presentía que nunca iba a hacerlo era mi corazón. Si antes lloraba silenciosamente por las noches cuando me recriminaba a mi misma tener este cuerpo, por ser débil, ahora los arranques depresivos eran preocupantes. No paraba de pensar que todo era mi culpa. Que tal vez, sólo tal vez habría podido combatir a esas estúpidas chicas e impedir que me hiciesen daño a mí y a Lea.

Sin embargo, toda esa tristeza se alejaba cuando me encontraba con la castaña en su papel de madre sobre protectora. Me sentía en mi propia burbuja, que nada podría salir mal y que lo peor ya había pasado. Que estúpida fui al creer eso, dado a que estaba totalmente errada.

Sólo bastaron tres días y ocho horas para darme cuenta de ello.

🏹
Me encontraba sentada en la cancha junto a Tammy, en orden como siempre, a la espera de saber quiénes serían las siguientes que se enfrentarían esta tarde. Tammy no dejaba de parlotear y formular quienes serían las posibles candidatas. Yo por mi parte me retorcía de los nervios al pensar que podría ser una de nosotras, dado a que ya habían pasado Bethany y otra chica con el código 231 en su uniforme. Obviamente Bethany la había dejado comiendo tierra, la pobre chica apenas y pudo arrastrase fuera del centro con pesar.

Cuando mis ojos se posaron en Mia caminando al centro todos mis músculos se relajaron, la secuencia había cambiado aparentemente. O eso pensaba. Los siguientes números formulados en voz alta por la soldada encargada de dar los anuncios me congelaron en mi sitio.

<<Doscientos cincuenta y siete, ven al centro>>

Yo era la doscientos cincuenta y siete.

Rígida en mi lugar rogué haber escuchado mal. En ese momento pedí que en la paliza también se hubiesen jodido mis oídos. No podía ser cierto, estaban jugando conmigo. No podían permitir que pelease, aún estaba debil. Curada pero debil. Además de eso, no iba a pelear con Tammy, Milena, Josey o cualquier otra de mi contextura, querían que peleara con Mia. ¡Iban a hacerme pelear con Mia! Esa chica iba a matarme si le daban la oportunidad.

Con todos los pares de ojos puestos en mí y un apretón de mano por parte de Tammy, empecé a descender al lugar indicado. Rayos, estaba frita. Aún no había recibido ni un solo golpe y ya me dolían los tendones.

Al estar frente a Mia esta me sonrío con aires de suficiencia y arrogancia. Sabía que podía e iba a ganarme con tan sólo chasquear los dedos, y eso me enfurecía, aunque también estaba que me orinaba del miedo. Sin saber cuándo la soldada dio la señal que le permitió atacarme, sólo reaccioné al sentir el dolor. Me golpeo el estómago sacando todo el oxígeno de mis pulmones, cosa que hizo que cayera al suelo jadeando. No esperó a que me estabilizara para propinarle una parada a mi estómago de nuevo.

PROYECTO ARES.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora