🛡CAPÍTULO VII🛡

5 2 1
                                    

Capítulo Siete

Tres años después.

-Dolor.

-Ninguno. -respondí a la psicóloga sentada en frente de mí.

Estaba en la rutina, no la misma de antes pero sí una mucho más exigente. Literalmente me trataban como una soldada más, podía asegurar sin arrogancia alguna que incluso estas me temían.

Y no era para menos.

Después de salir del consultorio pasé por uno de los baños más cercanos en el ala del campamento donde duermen, se entrenan y vigilan varias soldados, o casi todas. Aunque nuestra rutina era similar había algo diferente; mientras ellas iban al area de las chicas, yo permanecía aquí, en soledad y siendo vigilada por cámaras o mujeres con uniforme o en ropa casual.

Hice un recorrido desdé mi rostro hasta la cintura donde termina mi reflejo. Mis facciones habían madurado y de alguna forma, había aumentado la masa muscular por todo mi cuerpo. Ya no era flacucha, ni delgada, ni nada de eso. En mis brazos se marcaban disimuladamente los bíceps formados de tanto ejercicio, mientras que en mi abdomen y muslos sí se notaba todo el arduo trabajo que había realizado durante todos estos años.

En mi piel ya no habían rastros de palidez poco sana, ahora contaba con una piel broceada debido al sol, que me daba un aspecto saludable. Mi cabello creció de nuevo, muchas veces, y todas esas lo cortaba al ras de mi mandíbula.

Para mí, tener el cabello largo de nuevo traería innumerables recuerdos que ya había guardo y enterrado en lo más profundo de mi ser. Ya no era aquella Sharon, y por ende, no quería volver a saber de ella.

Termino de asearme y salgo, antes doblar a uno de los pasillos una de las soldadas mas jóvenes se detiene a mi lado y me lanza una gorra para luego exclamar:

-En la oficina, Sharon.

Asintiendo trazo el camino directo a la oficina central, donde seguramente se encuentra Margot Dallas. Ya no era extraño que esta me citara, era algo habitual y necesario.

-Sientate. -pide.

Obedezco sin rechistar, sólo con mi expresión neutra. Una que para todas ya era normal. Esa era yo, una tumba de sentimientos y emociones.

-¿Cómo estás, Sharon?

Entrecierro los ojos analizando a la mujer, pues era imposible que Dallas me haya situado para saber cómo me encontraba.

-Si va directo al grano puede ahorrarnos tiempo a ambas. -esta lejos de enojarse, sonríe.

-Según Mirla ya estás lista para cumplir un papel como cualquier otra soldada. -dice resaltando las palabras de mi última psicóloga. -Sólo necesitamos un último diagnóstico y puedes empezar el lunes.

Sonrío para mis adentros.

Primer objetivo casi listo.

-De acuerdo. -sabía que ese pase estaba listo, Mirla ya era demasiado predecible para mí. Sabía como actuar para que la mujer me creyese alguien sin sentimientos y aunque me esforzaba por cumplir eso, era difícil no sentir siendo humana.

-257.

-Sin sentimientos, sin remordimiento, sólo destruir. -recité, Dallas asintió dejandome saber que podía retirarme a descansar.

Salí de aquella oficina torciendo mis labios en una sonrisa triunfadora.
Faltaba poco, muy poco.

🏹
Mis ojos no dejaban de inspeccionar a la mujer con bata blanca a mi lado, sabía que mi mirada la incomodaba pero no me importaba en lo mas mínimo. Ella no era Mirla, sólo era una mujer cruzando lo treinta con cabello claro y ojos oscuros.

Margot me la había jugado.

Como no logré predecirlo, era obvio que la mujer iba a cambiar la psicóloga en mi último diagnóstico. Necesitaba una opinión nueva, una persona a la cual yo no conociera.

Suspiro internamente soltando todo sentimiento de angustia y dejándome llevar por esa cálida sensación de no sentir nada.

La mujer sólo me observaba y anotaba, no hablaba. Aunque eso en algún momento llegó a frustrarme, decidí utilizar su inquietud a mi favor. Ya que, a juzgar por su actitud, ella sabía de mi inestable personalidad.

-¿Cómo estás, Sharon? -preguntó ella.

Sabía que saldría con esa estúpida pregunta.

Controlé las ganas de torcer los ojos y de responder irónicamente.

-Bastante bien. -respondí.

Sus ojos buscaron algo que le afirmaran eso, pero obviamente no encontró nada.

-Según tu historial tienes una especie de trastorno agresivo que aún no controlas. -formuló y me miró esperando una respuesta de mi parte.

-No. Padezco de un trastorno disociativo. -aclaré.

Ella fruncio el ceño y volvio la vista a la hoja en su regazo.

-Eso no tiene sentido. -cuenta. -No puedes tener un trastorno disociativo si eres conciente de lo que haces. -explica logrando en mí una expresión confundida. ¿De qué diablos hablaba? -Oh, no lo sabías. ¿Cierto?

Un fuerte impacto contra la mesa a mi derecha la hizo saltar en su lugar.

Trastorno agresivo compulsivo, sabía perfectamente lo que era y también sabía que ella no pudo decirlo por error. Y aunque un torrente de dudas me inundaron haciendo que mi cuerpo se acelerara y reaccionara de mala manera, me obligué a calmarme tomando un gran respiro para después inclinarme hacia ella y susurrar.

-No, pero sí sé que ustedes están tan bien entrenadas que algo así no se le escapó por error. -me levanto y camino hacia la puerta. -Digale a Margot que soy lo suficientemente insensible para matarla a ella si se me da la oportunidad.

Salí y a paso rápido me dirigí a mi habitación, una que gracias a Dios no compartía con nadie.

Dudas. Preguntas. Hipótesis.

Un grito ahogado escapó desde lo más profundo de mi garganta.

¿Por qué hacerme creer que padecía de un trastorno disociativo cuando en realidad sabían que no era así? Y ¿por qué esperaron para revelarlo hasta ahora?

«Quieren desestabilizarte.»

Llevé las manos a mi cabello y tire de el en un acto de frustración. Esa Margot me había tendido una trampa y yo había caido, y todo por no poder controlar las emociones. Era obvio que ese era su plan, Margot no estaba lo suficientemente segura de que había dejado todo sentimentalismo y dolor.

Que equivocada estaba.

Admitía que una parte de mí cumplía con sus expectativas, pero había una pequeñisima parte -que me anexaba a mi lado mas humano- temía por cuál sería mi reacción al ver a todas esas chicas.

¿Sentiría tristeza? ¿O melancolía? Tal vez dolor... Si los pensamientos de Dallas eran semejantes a los míos, entonces entendía su temor. Pero eso no quitaba que yo tenía un plan por cumplir, uno que se vería truncado si no me dejaban ir al ala de las chicas.

Piensa, piensa, piensa.

Suspiré.

No había nada que pensar... Diablos, había arruinado todo. Si esa psicóloga le contaba lo sucedido a Margot estaba frita y me vería obligada a retrasar mis planes... Nuevamente.

Arrastrando los píes me lancé a mi cama, empezando con mi rutina de inhalación y exhalación para controlar mi acelerada respiración, mientras en mi mente corregía los planes. Así pasaran años y años los iba a cumplir.

Por Lea, iba a hacerlo.

Otro cap😋
No olvides comentar que te ha parecido🙂

PROYECTO ARES.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora