🛡CAPÍTULO I🛡

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Capítulo Uno

Recuerdo perfectamente el día en que me quitaron todo para ser feliz, cuando tan sólo contaba con cinco años y mi hermano con siete. Ambos vimos morir a nuestros padres de la manera más traumática para dos niños a quienes ni siquiera se les permitía ver Space. Primero les dispararon en la frente a ambos y luego nos separaron a nosotros.

La voz del presidente Raymond decían muchas sandeces, prometía muchas mentiras y de alguna forma jugaba con nuestras pequeñas y asustadas mentes. Y ahora estoy aquí, cumpliendo mi décimo quinto cumpleaños encerrada en este campamento junto a otras chicas de mi edad, mayores e incluso menores.

El límite era de catorce a diecisiete, no me pregunten porqué.

Todas teníamos una rutina que consistía en levantarse, comer, entrenar y dormir. Había días en los que presenciábamos e incluso participábamos en peleas. Pero todo era por horarios y selección de edad. También estábamos en orden por mejor físico. No piensen que hablo del físico-belleza, me refiero al físico que diera mejor aspecto de chica fuerte, aunado a ello el desempeño que presentásemos en las practicas y peleas.

El grupo de mi edad lo lideraba Bethany Michigan, quien poseía mejor aspecto; Altura, musculatura y fuerza. Seguido de ella se encontraban veinte chicas con las mismas similitudes, entre las cuales no estaba yo.

Sí, Sharon Lynne lideraba el grupo de escuálidas adolescentes, sin musculo ni fuerza para matar una mosca. Suena bastante deprimente, lo sé, pero no quedaba de otra.

Yo y veinticinco chicas más no contábamos con ningún atributo, pareciamos tablas en fila. Y eso que el régimen alimenticio de todas era igual, las vitaminas y entrenamiento era el mismo. Nadie entendía porqué no podíamos ser como las demás, sobretodo yo, que era la más delgada y frágil chica del grupo.

Esto era a diario un campo de competencia donde yo sólo era espectadora. Como si se tratase de un colegio, habían chicas que se sobrepasaban con las demás por creerse las más fuertes y sentir el apoyo de las soldadas. Mismo que tenían. No sufrí más que bullying verbal y me sentía agradecida de no haber pasado por la agresión física como otras chicas.

En gran parte le daba las gracias a Lea Duane, sino fuera la mamá gallina de casi todas las debiluchas, la mayoría estuviésemos sepultadas en el patio del campamento. Así que Lea tenía todo nuestro apoyo y cariño incondicional. Nos defendía fielmente, sin esperar nada a cambio, y eso era de admirar. Claro que se permitía todo eso gracias a que era la mas fuerte del grupo de las mayores.

Su competencia y enemiga declarada era Mia Nicholson, la misma que aprovechaba sus horas libres haciendo a las demás sufrir junto a su grupo de amigas.

Lea era la buena, Mia la mala.

—¡Rayos, Lea le está dando una paliza! —chilla una vez más Tammy desde que llegamos a la cancha. —Mia está comiendo tierra. ¡Si, Lea!

La cancha es el lugar donde se llevan a cabo las peleas, es como un estadio pero con mallas a los alrededores. Estamos organizadas por grupo en cada cuadro de asientos, lo que nos permite a todas apreciar lo que sucede en el centro del enorme sitio.

El lugar donde se pegan en las mejillas a puño cerrado unas a otras está un poco elevado y con piso de hormigón, casi parecido a un ring de boxeo, esos que veía con mi padre y hermano de pequeña. En cada puerta y fila de los primeros primeros asientos se encuentran soldadas de mayor rango observando como las dos chicas se golpean con fuerza y sin remordimiento.

PROYECTO ARES.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora