Extra

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La primera navidad de Alan

Sabía que era mala idea que cocinarás la cena. – Dylan bufa por décima vez y me tiende a Alan mientras los bomberos se acercan para que firme algo.

Hoy era Nochebuena, la primera navidad de Alan, y teniendo un padre rico, el apartamento estaba superdecorado, lleno de juguetes y regalos. Tampoco es como si nuestro hogar fuera grande, incluso estábamos pensando en mudarnos a una casa ya que con un niño que tenía la energía de un toro, era difícil controlarlo en un apartamento de este tamaño.

Alan se aferra mas a mi cuello con sus bracitos regordetes y pone su cabeza en el hueco de este, mientras balbucea algunas palabras. Aprovecho para oler su cabello, amaba su olor a bebé.

Observo como la cocina ha quedado hecha cenizas mientras Dylan cocinaba, yo no sabia que estaba ocurriendo, ya que me encontraba bañando a Alan, solo había escuchado el grito (poco masculino)  de su padre y minutos después la alarma contra incendios se activó.

No era nada agradable estar en pijamas cuando los bomberos llegaron, ya que estas eran poco presentables, pero veran... no iba a ir a una fiesta y dejar a Alan y Dylan solos, éramos una familia, algo extraña por cierto, pero lo éramos. Nuestro plan era poner a Alan a dormir, comer y ver algunas típicas películas de Navidad...

Supongo que ya no se podría.

– Señor, esta es la tercera vez que venimos a su apartamento, las otras fueron pequeños descuidos, pero esto ya es grave.

Dylan agacha la cabeza, parece realmente apenado.

– Lo siento, me distraigo a menudo.

Es mi momento de intervenir, se que cuando hay otras personas, le es más difícil mentirme.

– ¿Como te distrajiste?

Muerde su labio, sus ojos divagan a cualquier punto del apartamento antes de suspirar y encararme:

– Estaban pasando en concierto de Beyonce en Coachella.

Ruedo los ojos, Alan parece avergonzado de su padre también, ya que lo mira con los ojos entrecerrados y luego me mira a mi.

– Esperemos que no pase nuevamente, si no tendremos que dictar una orden de restricción a las cocinas.

– ¿Eso existe?

– No, pero quizá por usted, se lleguen a inventar.

Me río y acompaño a los amables (y sensuales) bomberos a la puerta. Es normal que no intenten coquetear, a pesar que traigo un short pequeñísimo y una camiseta grande de hombre, como siempre, asumen que Dylan y yo somos pareja y Alan es nuestro.

Una vez regreso a la sala, escucho a Dylan hablar por teléfono, aprovecho y me siento en el sofá, Alan agarra el control y comienza a tocar los botones, eso parece entretenerlo, por lo cual no lo regaño.

– Celebraremos navidad al estilo chino, pedi unas cuantas cosas del delivery de la esquina.

Una vez se sienta a nuestro lado, su hijo olvida el control y gatea hacia el regazo de su padre.

– Eres un tonto.

– Y tu hermosa, Mayie.

Responde con sarcasmo.

Toma a Alan en brazos y comienza a lanzarlo por los aires, en una oportunidad casi no puede atraparlo, siento mi corazón salirse, pero cuando logra tomarlo, me da una mirada nerviosa.

– Ya dejaré de jugar con él así.

– Mas te vale, si no quieres que ese sea tu último hijo, ya que te arrancaré las bolas.

Abre la boca, pero llaman a la puerta, asique me dedico a pagarle al chico del delivery.

Ponemos algunas películas, y por suerte Alan tiene una pequeña despensa en su cuarto, por lo cual su leche no fue afectada por la estupidez de su padre, por lo cual toma su biberón mientras Dylan y yo nos turnamos para comer.

Luego de eso, vemos películas y esperamos que sean las doce, nos deseamos feliz navidad y nos tomamos una foto con Alan dormido en el medio de ambos.

Sobo el pequeño brazo de Alan, cubierto de su pijama de galletas de jengibre, le doy un beso en la frente.

Adoraba a este niño, la biología no importa. Alan era mi hijo.

SomedayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora