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EN el instante en que ella entró por la puerta, Harry Styles supo que iba a haber problemas.

Sus dos primos. Vance y Quint Styles no podían apartar sus respectivas miradas de la espectacular rubia que acababa de hacer su aparición. Había sido contratada temporalmente para encargarse del trabajo doméstico de la casa de Harry.

La diosa, que iba vestida con unos ajustados vaqueros de diseño y una diminuta y apretada camiseta rosa, sonrió amablemente.

Al ver que dos maravillosos hoyuelos aparecían en sus mejillas, el corazón de Harry dio un salto mortal dentro de su pecho. Maldijo el efecto que aquella mujer tenía sobre él.

Era la imagen perfecta del estilo, la clase y la elegancia, y al mismo tiempo lucía con exuberancia unas impresionantes curvas.

En definitiva, era muy peligrosa.

Por propia experiencia sabía que una mujer cuanto más hermosa más exigía de un hombre. Aquella era impresionante y eso significaba que iba provocar muchos problemas.

Sintió rabia y resentimiento, por verse postrado en aquella silla, con aquel aspecto patético, mientras ella estaba tan radiante.

Harry llevaba una escayola en la pierna, desde la rodilla hasta los dedos del pie, y el brazo en cabestrillo. Tenía el pelo revuelto de tanto pasarse la mano sana y, sin duda, necesitaba un buen corte que ordenara aquella mata oscura y abundante. Su ojo izquierdo lucía morado y dolorido.

Tenía la sensación de que todas sus debilidades e inseguridades estuvieran expuestas, lo que no mejoraba con la invasión que aquella mujer acababa de hacer de su santuario masculino.

Harry miró a sus sonrientes primos.

—Déjalo todo en nuestras manos —le habían dicho.

Así lo había hecho, y había aceptado su idea de encontrar alguien que se encargara de la casa solo porque el dolor y el estado en que se encontraba lo habían debilitado. Craso error.

Sus primos sabían que no quería tener nada que ver con mujeres y que tenía sus motivos. Eso significaba que los desgraciados de ellos habían provocado aquella situación para poderse reír un rato a su costa. ¡Se lo iba a hacer pagar en cuanto se recuperara!

Quint Styles miró de arriba abajo a la impresionante diosa y se la presentó a su primo.

—Harry, esta es ____ Seymur —sonrió malévolamente—. Te hemos encontrado a la empleada perfecta que te ayudará mientras te recuperas.

Pero Harry pensaba que lejos de ayudarlo lo único que podría hacer sería incrementar aún más su frustración.

Maldijo una y otra vez al toro que lo había pisoteado. ¡Esa bestia iba a convertirse muy pronto en hamburguesas!

____ Seymur se aproximó a él y le tendió la mano.

—Siento lo de su accidente, señor Styles. Es un placer conocerlo.

—¿Qué tiene de placentero? —Harry miro su mano perfecta y se negó a estrechársela. No estaba dispuesto a que hubiera ningún tipo de contacto físico y no tenían intención alguna de admitirla como empleada.

Ella se quedó un rato con la mano extendida, hasta que se dio cuenta de que no iba a haber saludo y la retiro al unísono con su sonrisa.

Se apartó un poco avergonzada y él se sintió mal por su comportamiento, pero no rectificó.

Vance Styles se adelantó y trató de suavizar la tensa situación.

—Como puedes ver. ____, nuestro primo no se encuentra muy bien. No hagas caso de sus impertinencias. Será más sociable cuando empiece a sentirse mejor.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora