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MICHAEL Seymur bajó la ventanilla de su coche para preguntar por una dirección. Se dirigió a dos vaqueros que estaban llenando el tanque de su camioneta.

Los dos hermanos sonrieron jovialmente al viajero, pero este no les respondió con la misma cortesía. Ninguno de los hermanos Seymur estaba de buen humor desde que se habían enterado del engaño de su hermana ____.

Al parecer, el hombre para el que trabajaba tenía efectivamente treinta y tres años, y no ochenta y tres como ella había dicho. En el instante en que se habían enterado, habían decidido reorganizar sus agendas para realizar aquel viaje a ninguna parte. Habían averiguado, además, que el hombre estaba divorciado y, probablemente, se estaría aprovechando de su hermana.

Durante años, Michael y los demás Seymur se habían encargado de que su hermana no se mezclara con hombres inconvenientes.

Hasta el instante en que ella decidió marcharse a aquel lugar alejado de ellos, habían tenido el control absoluto de la situación. Le habían prometido a su padre que cuidarían, de su hermana, y era una promesa que estaban dispuestos a cumplir.

Si Harry Styles, el perverso, había pensado que podía aprovecharse de ella y la había forzado a darles a sus hermanos información falsa, iba a sufrir las consecuencias. Los cuatro hombres que estaban sentados en aquel momento en el Cadillac negro se encargarían de ello.

—¿A quién buscáis? —le preguntó uno de los vaqueros.

—Tenemos entendido que ____ Seymur está trabajando para un tal Harry Styles. ¿Alguna idea de dónde podríamos encontrarlos?

Michael notó el que vaquero levantaba las cejas en un gesto de sorpresa.

—¡Claro! —dijo—. Pero ____ ya está comprometida. Harry no deja que nadie se le acerque. Así que puedes olvidarte de recibir ninguna atención de ella.

Un arrebato de furia poseyó a Michael, que agarró el volante con fuerza.

—Es nuestra hermana —dijo.

El vaquero le dio unas complejas explicaciones sobre la situación de la casa que dejaron a los Seymur más confusos que antes.

—Allí veréis el rancho Styles. No os preocupéis por el perro. Solo atacará a uno, así que tres de vosotros podréis llegar a la casa de una pieza.

Michael cerró el cristal de su espectacular coche sin dar las gracias y se puso en marcha.

—Deberíamos haber venido a ver cómo estaba mucho antes —dijo Jerret—. Seguro que ese bastardo le ha quitado el móvil y ha cortado la línea para que ____ no pueda pedir ayuda.

—Me importa bien poco que haya firmado un contrato para dar clases aquí el próximo año. Ella se vuelve con nosotros a casa.

Michael no dijo una palabra. Estaba demasiado ocupado planeando lo que le iba a hacer a Styles. Aquel hombre lo iba a pasar mal, muy mal...

—¿No crees que nos hemos pasado un poco con esos Seymur? —dijo Quint mientras se subía a la camioneta—. Se van a pasar un buen rato dando vueltas.

—Les hemos dado justo lo que merecen.

—Tienes razón. Son unos malditos snobs — respondió Quint—. Me sorprende que ____ haya salido tan bien.

—Deberíamos ir a casa de Harry, para ver el espectáculo en primera línea —le dijo Vance a Quint.

—A Harry le van a quedar solo dos opciones: o dejarse asesinar o casarse con ____. Quizás la aparición de estos tipos no haga sino adelantar lo inevitable — aseguró Quint—. A esos dos tortolitos no hay modo de separarlos últimamente.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora