08

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____ se despertó con el dulce piar de los pájaros y los rayos de luz que se colaban por las ventanas del salón. Rodó hacia un lado y se dio cuenta de que tenía una almohada bajo la cabeza y un edredón envolviendo su cuerpo desnudo. Sonrió al pensar en Harry tomándose la molestia de hacer que se encontrara más cómoda.

Se sentía bien con lo que había sucedido la noche anterior. No tenía nada que recriminar ni a Harry ni a sí misma.

Pero sospechaba que él estaría librando una complicada batalla, sintiéndose culpable y arrepentido.

A pesar de lo que quería hacer ver, era un hombre chapado a la antigua. El gesto de su rostro al darse cuenta de que había sido su primera vez había hablado por sí solo.

Sabía que la culparía de lo ocurrido y que iba a pasar una confusa etapa teniendo que convivir con una empleada con la que había mantenido una relación tan íntima.

____ sonrió y se acurrucó en el edredón. Aquello iba a resultar interesante. Estaba enamorada de un misógino que, probablemente, pondría un millón de excusas para justificar por qué no debían estar juntos. Sabía a ciencia cierta que un estado de permanencia era impensable, pues jamás podría confiar en nadie lo suficiente como para entregarle su corazón.

Tenía que encontrar un modo de demostrarle que ella no se parecía en nada a Bobbie Lynn, ni a ninguna otra de las mujeres de las que solía rodearse.

No le importaba ni su dinero ni su físico, sino el hombre que era. Su amor era incondicional y llegaría a hacérselo entender. Lo único que tenía que hacer ella era disfrutar del tiempo que estuvieran juntos sin preocuparse de más.

Si acababa con el corazón roto, ya se encargaría de ese problema cuando llegara el momento. En aquel instante, se sentía más feliz de lo que había sido jamás, enamorada y libre.

Harry se había estado maldiciendo a sí mismo desde que se había despertado aquella mañana.

No había sido capaz de enfrentarse a ____, así que se había duchado, vestido y encaminado al rancho de sus primos con intención de trabajar.

Al verlo aparecer en su camioneta. Vance frunció el ceño y lo miró curioso. Los chicos estaban tratando de meter en el camión al mismo toro que lo había atacado.

—¿Has venido a recibir algún golpe más? —le preguntó Vance.

Harry miró al toro furioso.

—No —respondió—. Pero estaba sufriendo un ataque de ansiedad en la casa y he tenido que venir a ayudar.

Quint le pasó a Harry un látigo.

—Quédate detrás del toro y en la parte de fuera. A ver si desde ahí puedes persuadir a esta bestia tozuda de que se meta en el camión. Vance y yo lo provocaremos desde dentro.

—No dejéis que os pille —les aconsejó Harry—. Os aseguro que no es divertido tener que estar semanas con una escayola.

—Si este maníaco ataca a alguien más lo convertiremos en hamburguesas.

Con habilidad y rapidez, condujeron al toro hasta el remolque del camión. En cuanto estuvo dentro, cerraron la puerta de metal.

—¡Lo tenemos! —dijo Quint en un tono triunfalista y miró a Harry—. ¿Podrías llevar el camión hasta el rancho de Vance?

—Hecho —dijo Harry y se subió con dificultad.

—Estupendo. Eso nos va a ahorrar un montón de tiempo —dijo Quint—. Vance quiere llevar su ganado a los pastos del Norte.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora