CUANDO ____ se despertó por segunda vez, notó una agradable sensación que no recordaba de otras veces. Al principio se la atribuyó al efecto de las pastillas, no sin cierta sorpresa. Pero, finalmente, descubrió que de lo que se trataba era de que no estaba sola en la cama y que, junto a ella, yacía el cálido cuerpo de Harry.
Trató de apartarse, pero él la retuvo.
—Vuelve a dormirte.
_____ se quedó inmóvil y el corazón comenzó a latirle con fuerza. ¡Cielo santo! ¿Qué había hecho durante la noche para acabar allí, en brazos de Harry Styles?
—Estabas temblando —le susurró Harry—. Así que me tumbé contigo para hacerte entrar en calor.
Sin duda lo había conseguido, pues la recorría de arriba abajo una abrasadora sensación. No estaba segura de que en aquella proximidad pudiera controlarse, pues, inevitablemente, su mente había empezado a conjugar todo tipo de escenas íntimas.
Se apretó la sábana contra el cuerpo y miró el reloj que había en la mesilla. Eran las siete de la mañana. ¡Había perdido un día entero!
Harry se incorporó y se apoyó sobre un brazo, momento que ella aprovechó para levantarse de la cama, llevándose consigo la sábana.
Al verlo allí recostado, medio desnudo, con su magnífico cuerpo exhibiéndose como una obra de arte, se ruborizó.
—Siento mucho lo sucedido —dijo ella nerviosamente—. Te prepararé el desayuno después de darme una ducha. Y, sobre lo que ha pasado...
—Seymur —la interrumpió él.
—Esto no me sucede a menudo, solo dos o tres veces al año, así que no interferirá en mi trabajo...
—Seymur...
—Y, si he dicho o hecho algo inapropiado, pido disculpas. Nunca me acuerdo de lo que ha sucedido. Siento mucho las molestias que te haya podido causar.
Envuelta en la sábana. ____ salió de la habitación con más rapidez que dignidad. ¡Jamás se había sentido tan humillada!
Además, le había dado a Harry todas las armas posibles para que la despidiera.
Desmoralizada, se metió en el baño y se preparó para enfrentarse a un día que sabía sería infernal.
Harry se alegraba de que ____ no recordara lo sucedido el día anterior. Eso lo libraba de un juicio nefasto por sus miradas lascivas e inadecuadas.
Todo lo que le quedaba por hacer era darse una ducha fría que acabara con los restos de la excitación que la proximidad de su cuerpo cálido le había provocado por la noche.
Al salir del baño, le llegó un agradable aroma a beicon recién frito. Tal y como era de esperar, ____ había preparado un delicioso desayuno para compensarlo por lo sucedido.
—Eso huele muy bien —dijo él al entrar en la cocina. Se sentó ante la mesa y ____ se volvió a mirarlo sin hacer comentario alguno—. Por suerte ayer llovió. Ya hacía falta. Mis primos estuvieron embalando paja para que no se pudriera, así que supongo que hoy se habrán tomado el día libre.
Ella lo miró con sospecha. No estaba acostumbrada a aquella actitud tan sociable.
—¿Les has contado a tus primos lo sucedido?
—No.
—Pero lo vas a usar contra mí para poder despedirme, ¿verdad?
—No.
Ella lo observó confusa.
-Has cambiado las reglas de juego y ahora no sé a qué atenerme.
—¿No? ¿Por qué?
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