-PODRÍAS haber puesto un anuncio en todas las revistas para que todo
Hoofs Roost supiera lo que ha ocurrido entre nosotros —le dijo Harry a ____ al llegar al aparcamiento—. Cuando mis primos se enteran de una noticia así, corre como llama en la pólvora.—Tendremos que enfrentamos a lo que haya de venir —respondió ella—. La realidad es que me gustas y creo que yo también te gusto a ti, aunque tu miedo a las mujeres te impida admitirlo —al ver que no la contradecía, continuó diciendo—Creo, además, que ha llegado el momento de que acabemos este estúpido juego. Al menos yo voy a empezar a comportarme como una adulta sensata. Y ahora siéntate en el asiento.
Su tono era suave y disciplinario al mismo tiempo, como el que usaba con sus alumnos.
—Sí, señora —respondió él—. ¿Te he dicho lo sexy que estás con ese vestido azul?
—Me alegro de que lo hayas notado —respondió ella.
—Tendría que estar completamente ciego para no darme cuenta —le dijo Harry mientras trataba de meter su pierna lesionada en el deportivo. Después de varios intentos se dio por vencido y decidió sacar la pierna por la ventanilla.
—Me alegro de saberlo. También me gustaría que supieras que, cuando los tres primos entrasteis en el bar, todas las mujeres se volvieron a miraros. Fue una aparición impresionante.
—¿De verdad? No me di cuenta. Estaba demasiado ocupado vigilando a ese Kevin y a todos los demás impresentables que te miraban con deseo.
____ se volvió hacia él y le costó mantener el gesto serio viéndolo con media pierna asomada fuera del coche.
—Quiero pedirte un favor, Harry.
—Si incluye cadenas y látigos además de sirope de chocolate y nata, la respuesta es no. Ya he sufrido bastantes vejaciones durante el último mes, como para pedir más.
La sonrisa burlona que había en sus labios incitó a ____ a seguir con el mismo tono.
—Lo tendré en cuenta. Pero lo que te quiero pedir es que dejes de evitarme, porque necesitas descansar para que tu pierna se recupere. Tampoco quiero que sientas un ataque de pánico porque diga que no voy a salir con nadie más. Solo quiero que seas mi esclavo de amor y prometo no pedir nada más.
Acababa de establecer la regla de juego de la relación que quería tener con Harry.
—Así que piensas usarme como juguete sexual sin que corra el riesgo de que me robes la camioneta, la casa, el perro y el caballo. ¿Es ese un buen resumen?
Ella asintió.
—También te puedo asegurar que no voy detrás de tu dinero.
Él fingió un gesto pensativo.
—Ya. Así que solo te interesa mi cuerpo.
____ dio marcha atrás.
—Exacto. Me pones cardiaca, Styles, y eso me ha convertido en una perversa que solo está interesada en usarte para satisfacer eróticos y pecaminosos deseos de carne.
—Estupendo. Entonces vayamos a casa y déjame que te enseñe una serie de cosas que no tuve tiempo de mostrarte la primera vez.
____ pisó el freno en mitad del aparcamiento y lo miró fijamente.
—¿Ha sido por eso que me has estado evitando?
Él apartó los ojos y asintió. ____ sintió deseos de abrazarlo por ser tan dulce. Era más considerado de lo que jamás habría sido capaz de admitir, y había estado preocupado porque no sabía si la había satisfecho.
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