En el escribía mis alegrías, mis tristezas, mis miedos, mis pesadillas, mi amor por él...
Jamás imaginé que llegaría a sus manos, que sus ojos leyeran las páginas escritas en esas noches en que el insomnio me atacaba. Páginas dedicadas sólo para él...
609.- La sensación de calidez aún permanece en mi mejilla, puedo cerrar los ojos y reproducir en mi mente, una y otra vez, la imagen de Severus dejando un beso en mi mejilla...
El corazón me late aún más rápido cuando recuerdo el regalo que me ha dado por mi cumpleaños, es una bonita pulsera de plata con tres colgantes: un león, un libro y un cuervo...
Estoy segura que mañana tendré una sonrisa boba en el rostro...
- 19/09/96
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Ese sábado todos se dirigieron a la entrada del castillo luego del desayuno, y fueron ocupando los carrujes que nos dirigirían a Hogsmeade. Aún hacia un poco de frío y el cielo estaba despejado de nubes.
Ron, Harry, Ginny, Neville, y yo tomamos el siguiente carruaje, los demás irían directo a Honeydukes, mientras yo me vería con Severus en una pequeña plaza que se ubicaba en el centro del pueblo.
Una vez que el carruaje nos dejara en la entrada del pueblo, nos bajamos y me despedí de los chicos, encargandole a Ginny unas cuantas ranas de chocolate.
Camine con las manos en los bolsillos de mi abrigo, algunos niños de primero pasaron por mi lado corriendo, iba llegando a la plaza cuando sentí de nuevo esa sensación de ser observada. Volví mi vista hacia atrás pero no había nadie, así que ignore aquella sensación no quería arruinar mi día con Severus.
Llegué hasta nuestro punto de encuentro y tome asiento en una de las bancas, observe a otra pareja que estaba por ahí y espere a Severus...
Cinco minutos después, Snape apareció en mi campo de visión, y de un salto me levanté, corriendo a su encuentro, lo hice sin pensarlo, pues a ninguno de los dos nos gustaban las demostraciones de cariño en público. Pero, está era una situación especial, llevaba varias semanas sin verlo.
Él sin esperar aquello, sólo atinó a envolverme entre sus brazos, aguantando mi peso sin caer de espaldas al suelo.
- ¡Hola! - saludé.
- Hola, Jean - respondió dejando un beso en mi frente.
Me separé de él y bese sus labios suavemente, una sonrisa de boba se formo en mi rostro, y él me sonrió también con esa sonrisa que era sólo para mí. Me tomó de la mano y nos dirigimos al lugar donde lo había estado esperando.
Iniciamos una conversación de nuestro día a día. Él me comentó de su viaje a Australia para firmar un convenio con el hospital para ser su proveedor de pociones, y que posiblemente hará otro convenio con el hospital de Italia.
En verdad, estaba muy orgullosa de él y de que estuviera trabajando en lo que le gustaba.
Luego de un rato, comenzamos a caminar para estirar las piernas, y le hable de las clases, los trabajos que debíamos entregar en las clases de Pociones y Encantamientos, me prometió ayudarme con el de Pociones.
