Capitulo 14

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Lamento la demoraaaa!

EDITADO SEPTIEMBRE 2024

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CAPÍTULO CATORCE

Hace muchos años, mucho antes del surgimiento de las grandes sectas de cultivo. Mucho antes de que un joven inexperto asistiera el parto de la amada esposa de un emperador y también mucho antes de que un Dios conociera a un pequeño monje.

Mucho antes incluso del surgimiento de los primeros Dioses, existió un niño de cuerpo delgado y casi enfermizo. Su cuerpo débil, decían las ancianas del pequeño pueblo, era culpa de la madre. Mala sangre, murmuraban cuando veían pasar al pequeño niño cuya edad no era suficiente como para hacerle comprender los rumores acerca de su nacimiento.

La sangre de una prostituta comprendería años más tarde.

Su padre, un joven, pero respetado Señor del Imperio, había caído rendido a los pies de una simple y vulgar bailarina de un burdel, desairando incluso a la esposa que tenía en su hogar. Y así de simple, casi de forma inédita, una bailarina de burdel se había convertido en la segunda esposa del lugar.

Pero Chen Wang, demasiado joven para comprender aquello, tampoco había entendido la aparente rivalidad entre las dos esposas, ambas deseosas por el amor de un solo hombre, y ciertamente tampoco había percibido la envidia creciente en los ojos del hermano mayor que adoraba.

Su joven y respetado padre, enamorado de una simple prostituta, había mostrado una incomprensible e insólita preferencia por el hijo bastardo. Y Chen Wang no lo comprendería, así que crecería amable y cordial bajo el amor de dos padres, y ni siquiera su cuerpo débil podría impedir aquello.

Sus pasos, aún pequeños, lo llevaban a pasos apresurados hacia el hermano que tanto quería, su corazón anhelante por permanecer junto al joven que practicaba arquería en el campo de entrenamiento-. ¡Ning-gege!

El mayor lo miraría con descontento, su ceño frunciéndose casi automáticamente solo por el hecho de fijar su mirada en aquel hijo de... pero Chen Wang no lo notaría, claro que no. Su entusiasmo por la cercanía siempre cegándolo.

Pero lo comprendería más tarde, por supuesto, al igual que comprendería las miradas y susurros que tendían a seguirlo a él y a su madre por donde sea que caminaran. Aunque eso no sería lo único que comprendería a medida que crecía, porque con los años comenzaría a entender que aquel hilo rojo que unía a sus padres, atándolos desde sus meñiques, solo era visible para los ojos de Chen Wang.

Ya que sin importar cuantas veces detallará el hermoso rojo que adornaba una de sus manos de su amorosa madre, ella seguiría sin poder verlo.

Su madre no podría verlo, pero siempre lo recompensaba con una enorme sonrisa y unas suaves carcajadas, sus oídos atentos a cada uno de sus descabellados balbuceos, porque por supuesto que sentiría su corazón latir con mayor rapidez al pensar en que algo mágico pudiese realmente unirla al hombre que amaba.

Chen Wang crecería, por supuesto que si, y al llegar a la adolescencia habría dos cosas que tendría muy claro. Él podría dudar de una y mil cosas en su vida, pero de aquellas dos jamás. Aquellas dos cosas ocultas y resguardadas en lo más profundo de su corazón.

La primera era que sus padres, por muy insólito que pudiera ser para los ancianos, eran la perfecta descripción de almas gemelas. Sus almas atadas entre sí por un delgado hilo rojo que conectaba sus manos y sus corazones.

Y la segunda y más importante cosa de la que Chen Wang estaba totalmente seguro era de que él no tenía un alma gemela.

Sus manos estaban desprovistas de aquel hermoso rojo que podía ver en todos los demás.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora