epilogo.¡!

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                                  🍓.

No editado.

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Se llevó una fresa a los labios y la deja unos segundos en su paladar. Dulce, con un toque ácido al final cuando la terminas de saborear.

Pero, mayormente, era dulce. Las fresas eran de temporada de invierno, y el invierno estaba a punto de finalizar; aun seguían aquellos días fríos, pero ahora había un poco de sol en cada ellos, y él presentía que también habría un poco de felicidad en cada uno de sus días a partir de ese momento.

Era un domingo brillante cuando el chico leyó cuidadosamente la receta, prestando atención en el procedimiento.

Azúcar, harina, crema batida, un par de huevos, leche, mezclar. Era un proceso simple, pero a la vez tan extenso.

Una vez que terminó, buscó un lápiz y un pedazo de papel.

"Tú eres siempre quien me hace una tarta de fresas; quería hacerte una a ti. O más bien, traté. Lo lamento si te cae mal."

           —Tsukishima Kei.

Aún le faltaba progresar en su forma de expresarse, no podría decir lo que quería a través de un papel todo el tiempo para su mala suerte. Pero tendría que hacerlo funcionar.

Cuando le llevó el postre que había preparado pacientemente a la cama en donde Yamaguchi seguía dormitando con el cabello enmarañado, el pecoso se levantó y probó el pastel, sonriente abrazó al otro, estaba delicioso.

La tarta de fresas había salido bien a pesar de que era la primera vez que preparaba algo.

La sola idea hizo sonreír a Tsukki.

Claramente, Tsukishima fue severamente castigado por pasar un día y medio fuera de casa sin avisarle a nadie pero cuando su madre y hermano se enteraron de que el lugar en el que se había encontrado era en casa de Yamaguchi el castigo se apaciguó. De todas formas, ambos se conocían desde niños. No había de que preocuparse.

Ambos fueron a pedirles disculpas a Yachi ese mismo día, a su casa. Lo que resultó un poco incómodo pero no salió mal.

—Creo que ya me lo imaginaba —respondió la de cabello rubio, mientras sonreía gentilmente y negaba lentamente con la cabeza tratando de unir las palabras adecuadas —no hay nada de que disculparse... se ven felices juntos.

Yamaguchi le había preparado una tarta de manzana, se la dejó tan pronto cuando ambos chicos se fueron, le pidió de nuevo disculpas.

Una vez que se fueron, Tsukishima tomó la mano de Yamaguchi, y unió sus dedos con los de él. Caminaron hasta el parque en donde habían peleado (qué parecía haber sido en realidad hace muchísimo tiempo). El pecoso quería subirse a un columpio, Tsukki lo esperó sentando debajo de un árbol.

Y fue entonces que el rubio se echó a llorar. De forma silenciosa, rápida. Eran lágrimas muy diferentes a las que derramaba constantemente con una sensación agridulce en el pecho; felicidad.

El pecoso se bajó del columpio, asustado y corrió hacia el otro, sentándose a su lado.

—¿Qué pasó? —preguntó con desespero, mientras Tsukki escondía su cabeza en sus rodillas, con el rostro rojo.

—Yo realmente te amo —dijo, en un murmullo salado casi parecía una letanía desesperada.

Una suave brisa pasó cerca.

Yamaguchi sonrió, enternecido, levantó el rostro del otro y le besó.

Los labios de Tsukishima son salados, Yamaguchi está bien con eso, le gusta lo salado.

Los labios de Yamaguchi son dulces.

—Vayamos a mi casa a prepararte una tarta de fresa —susurra Yamaguchi contra los labios de Tsukishima.

—Tus labios saben a fresas —le responde Tsukki sin alejarse ni un centímetro.

Después de un rato, ambos se levantan.

Y se dieron cuenta, tal vez al mismo tiempo, de que el frío ya no era tan fuerte como antes.



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fresas en invierno. (tsukiyama¡!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora